lunes, 31 de agosto de 2009

POINCARÉ, UN EJEMPLO FASCINANTE

Ariadna, que es una filósofa muy tenaz, me decía hace unos días que estaba harta de que la engañasen sobre la extinción de los dinosaurios: “Unos hablan de un volcán, otros de un meteorito...” No me quedó más remedio que explicarle qué es una hipótesis científica. Esta conversación me hizo reflexionar sobre la falta de vocaciones científicas que estamos padeciendo en las últimas décadas. Carlos Elías en su libro La razón estrangulada (Debate 2008) analiza las posibles causas de este declive tan alarmante. La precariedad laboral de los investigadores, la perniciosa influencia de algunos filósofos que critican a las ciencias y el desastroso tratamiento que sufre la información científica en los medios de comunicación son las principales causas.
A mi entender, el gran problema puede ser que quizás esperamos que las ciencias sean lo que en realidad no son. Esperamos leyes definitivas que capten la esencia de la realidad. Sin embargo las ciencias son algo más modesto y más fascinante. Las hipótesis científicas son construcciones de la razón que nos sirven par obtener predicciones útiles para la supervivencia. La realidad es muy compleja. No nos queda más remedio que simplificar y establecer convenciones útiles en constante interacción con la experiencia. He aquí la capacidad creadora del ser humano. Saber más acerca de la praxis científica ayudaría a generar más vocaciones investigadoras entre nuestros jóvenes.
El profesor Javier de Lorenzo (matemático, catedrático de filosofía de la ciencia en la Universidad de Valladolid) acaba de publicar en la editorial Nivola un libro sobre la filosofía de la matemática de Henri Poincaré (1854-1912).
Poincaré trabajó en matemática pura, en física matemática y en filosofía de la matemática. Javier de Lorenzo expone en primer lugar el programa-marco de investigación y pensamiento de Poincaré. A continuación analiza sus ideas acerca de la filosofía de la matemática y de la filosofía de la ciencia en general.
Frente al deductivismo formalista y el platonismo eidético, Poincaré desarrolla un constructivismo intuicionista. Para Poincaré la matemática es una actividad práctica a través de la cual el matemático construye conceptos, estructuras. La intuición desempeña un papel esencial en la labor matemática. El hacer matemático no consiste sólo en deducir de unos axiomas. Esta deducción sintáctica no nos serviría para avanzar, pues todo quedaría en el principio de identidad (A = A). El matemático va eligiendo, va buscando analogías, va demostrando a la vez que intuye el concepto al que quiere llegar. La matemática no es mera lógica formal. Del mismo modo, su constructivismo se opone a aquellos que piensan que existe una esfera independiente de conceptos matemáticos al que accede el ser humano. La construcción de la que habla Poincaré no es una construcción arbitraria. Es la experiencia la que exige que el matemático construya ciertas estructuras para conocer lo real.
El lector encontrará en este libro las investigaciones que Poincaré llevó a cabo sobre el continuo y sobre y topología. Su convencionalismo geométrico resume muy bien su pensamiento matemático y filosófico.
La actividad de Poincaré nos hace reflexionar también sobre el papel del científico en las sociedades actuales y la relación entre valores y conocimiento. Este autor se presenta como un verdadero modelo de pensador libre de ideologías y servidumbres, aunque es consciente de que su labor es servir a la sociedad. Su genio creativo debería hoy servir de estímulo a los jóvenes. Si al placer estético de descubrir una estructura formal, una función, que explique la naturaleza añadimos la satisfacción de establecer analogías fructíferas entre diferentes campos del saber, habremos encontrado esa felicidad plena de la que hablaba Aristóteles.

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