viernes, 15 de marzo de 2013

EL JUEGO DE SÓCRATES

   La ironía socrática desborda cualquier intento de saber lo que Sócrates sabe o piensa. Gracias a esa ironía tan bien contada por Platón se nos ofrecen todas esas formas de actuar y valorar del mundo griego. Cuando uno lee por primera vez el Banquete se sorprende ante las actitudes de los interlocutores: lo que unos esperan de otros, lo que les enfada o atrae, las propuestas explícitas, lo que aparentemente intentan definir... Esta sorpresa del lector del Banquete revela que estamos ante algo distinto, ante situaciones que hoy no pueden reproducirse. Ese marco de valores nos resulta ajeno. La distancia de Sócrates frente a Alcibíades no sabemos si es autocontrol, ascetismo, o un juego. Tampoco podemos comprender esa situación sólo como un trinunfo de la Idea frente a lo corporal. Esta interpretación me parece excesiva. No creo que haya ningún tipo de ascetismo en el juego de Sócrates. En la vida cotidiana todo estaba entrelazado. El diálogo socrático mezcla la atracción erótica con el deseo de saber. Quizás ese deseo que mueve las relaciones eróticas y filosóficas sea algo primordial, algo que en esa cultura funcionaba como eje de las relaciones humanas reflexivas, por no decir cultas. Hoy nos cuesta pensarlo como una unidad. Por eso la ironía de Sócrates nos parece un obstáculo. El juego que aparece en el Banquete es un juego de relaciones humanas de una época determinada. Quizás estudiar esas formas de vida donde la dominación o la exclusión de las relaciones homoeróticas no estaban presentes nos ayude a reconstruir el sendero que nos llevó hasta aquí.