miércoles, 14 de junio de 2023

Dylan en Sevilla

   

     Sabes que vas a ver a Bob Dylan, pero no sabes por dónde va a salir. Bueno, sabes que no habrá nada de los 60, 70, 80, 90... Y si lo hay, no lo reconocerás. Es increíble, vas a escuchar a alguien que lleva todas esas décadas publicando discos. ¡Sería tan fácil montar un concierto de grandes éxitos! Pero no, Bob Dylan siempre es otra cosa, siempre va unos pasos por delante de ti. Cuando te has acostumbrado a la música folk, sin cables, llega Dylan y te enchufa a otra dimensión. Algunos querrán cortar los cables y le llamarán traidor. Cuando esperas la opinión política del trovador de la resistencia, llega Dylan y te dice que él solo canta, nada más. Los que asisten a su conciertos en las últimas décadas ya casi lo han comprendido. Reconocen que el de Minnesota solo sabe crear, ya sea blues o rock. Y crear es una asunto muy serio. En Sevilla le aplaudieron porque tocó la armónica. Me imagino lo que pasó por su cabeza en ese momento... Se rodeó de músicos excelentes, pegados a su piano, como si quisieran ser solo un músico. Pero eso es imposible, Dylan siempre está más allá del público y de sus músicos. Experimenta delante de ti para que sepas qué significa ser músico. Y él lo es. Miren la gira que tiene preparada en junio, con 82 años. En Sevilla había de todo. Sé que hubo alumnos míos, de 17 años, chavales que aman la música y tocan en un grupo. Dylan prohibió los móviles. Y fue un acierto. ¡Cuánta gente escuchando y nada más! 

martes, 13 de junio de 2023

Jugar con la abstención

    
 LUIS MIGUEL ‘MOGA’
    Cuando repasamos los datos de la abstención en las últimas elecciones municipales y autonómicas, un escalofrío ético nos recorre todo el cuerpo. No es el punto débil de nuestras democracias representativas, sino el fuerte. El sistema está diseñado para que funcione en cualquier circunstancia, voten los que voten. Da la impresión, incluso, de que el mecanismo funciona mejor si votamos pocos. No veo mucha preocupación entre los gobernantes. Tampoco en la oposición. Parece que da igual, que no es algo esencial para la vida democrática de una sociedad.

    La representación política ha acarreado muchas críticas por parte de los demócratas radicales. Elegir a alguien para que hable por ti no tiene nada de democrático. Supone delegar un derecho o eludir una responsabilidad. La democracia debe ser directa, sin intermediarios. Si no es así, no merece ese nombre.

    Al elegir un representante, asumimos una separación, una brecha ética y política. Se crea un vínculo discontinuo. Una vez elegido, el diputado posee autonomía, vida propia… Eso no significa que carezca de obligaciones y responsabilidades éticas. Además de cumplir las leyes, debe argumentar y justificar sus decisiones. Aunque ya sabemos, lo de dar razones no siempre se cumple, ni se exige.

    En la mayoría de los casos, predominan las justificaciones técnicas, como si fuesen más objetivas y fáciles de comunicar. Entonces se corre el riesgo de convertir a nuestros diputados y concejales en meros gestores, en técnicos de la política. Si la argumentación ética y política permanece en un segundo plano, la esfera de lo común y de los asuntos de la polis se queda en nada.

    Los partidos se han convertido en maquinarias para alcanzar el poder. Ya no lo ocultan. Los representantes son engranajes de ese mecanismo. Los puestos en las listas, eso es lo que importa. Las propuestas programáticas son un adorno, un medio más. Cualquier ideal de participación ciudadana se convierte en un obstáculo, un palo que atasca el gran mecanismo. Los partidos no están dispuestos a perder el control. Así que harán todo lo posible por desactivar la participación ciudadana, ese sueño de gente poco práctica…

    La democracia participativa aparece como una utopía, un ideal inalcanzable. Parece que solo hay argumentos en contra. Somos muchos, demasiados. Tenemos un problema de espacio. No hay suficientes instalaciones comunes para realizar asambleas. Y hay poco tiempo. Los horarios laborales y los tiempos de ocio-consumo no dejan minutos para deliberar y participar en asambleas. La democracia telemática, aunque solucionaría alguno de estos inconvenientes, no es posible. Hay muchas carencias de seguridad. Por lo visto, la informática avanza en todos los campos menos en el de la democracia directa.

    Por otro lado, nos dicen, basta con ver la reacción de los ciudadanos ante la posibilidad de ser miembros de una mesa electoral para comprobar la absoluta falta de interés y compromiso democrático. Claro, responden los demócratas radicales, a nadie le interesa ir sólo a contar papeletas, pedir la identificación y tachar nombres en una lista.

    Los críticos de la democracia participativa también aseguran que no estamos preparados para tomar decisiones en asambleas y deliberar sobre los asuntos comunes. Lógico, responden los demócratas, es el fruto de la infantilización programada de esta sociedad de consumo. Nos habéis convertido en inútiles, seres pasivos y superficiales. Es lo que interesa a las maquinarias electorales.

    A lo mejor es posible avanzar en la democracia, creando un sistema mixto, progresivo, con asambleas deliberativas para temas concretos, en los barrios de las ciudades, con capacidad legislativa y ejecutiva. A lo mejor alguien se lleva una sorpresa: la gente va, aprende, decide y elige por turnos a representantes no profesionales.

    Sin embargo, siguen jugando con nuestra abstención. De hecho es una forma de participar, de crítica y resistencia, dicen otros. No votar es una manera de rebelarnos contra el sistema... Pero si todo queda solo en no votar, nuestra acción fortalece la maquinaria.

viernes, 9 de junio de 2023

Elecciones artificiales (IX)

    


    No me han dado mesa todavía. Y eso que llamé para reservar. Me han dicho que hay muchas solicitudes. Así que han tenido que hacer un sorteo. Los que han salido peor parados son los que tenían contratado un viaje desde mayo. Todo no puede ser. O mesa o viaje. Vivimos en una sociedad de niños mimados. Lo queremos todo. Si me dan a elegir, me quedo con la mesa. El menú es variado: hay entrantes, platos principales y postres. Todo de calidad. Lo de viajar es un engorro: horas y horas perdidas en los aeropuertos, en las estaciones de trenes y en los atascos de las carreteras. Espero que me toque mesa, al lado de la ventana, para ver el mundo mientras mastico sus frutos. En qué estarían pensando los que contrataron un viaje en mayo... Capaces de irse a Corea del Norte o Irán, donde el menú raras veces cambia. Espero que me den mesa, para comer un poco de todo, o nada. Aunque, la verdad sea dicha, a mí todos los platos me saben igual. Echan lo mismo a todos, azúcar, para que nos sepa muy bueno lo que comemos. Es algo adictivo. Un menú variado, sí, pero que sabe igual pidas lo que pidas. No estaría mal que nos consultasen a los comensales, o que nos dejasen cocinar un rato. Deberían cuidar un poco más el menú y su proceso de elaboración. 

sábado, 3 de junio de 2023

Elecciones artificiales (VIII)

    

    Ahora vienen las prisas por sumar. Y se dan cuenta de que no es lo mismo sumar números enteros que fracciones, los quebrados de toda la vida. Eso sin entrar en números complejos o vectores. Sumar no es tan fácil. Una gota de agua más otra gota de agua sigue siendo un gota de agua, pero más grande... Sumar puede ser muy positivo, mientras no sean las deudas y sus intereses. La aritmética requiere calma y prudencia. A veces es necesario restar o dividir. Aunque ya sabemos que en política todo es multiplicar: los panes y los peces. Son los milagros de la palabra. Mañana sol y buen tiempo. Lo de convertir el agua en vino es más perverso si cabe. Que yo tenga dos peces y me den otros ocho, vale. Tendrán sus espinas y todo lo que conlleva ser pez. Ahora bien, si de una jarra de agua me sacan dos de vino, pues... no sé. Todo es más sospechoso. En ciertas ocasiones, sumar y multiplicar pueden ser operaciones a corazón abierto. En el mundo de los algoritmos, sumar es una utopía. La suma que nace de la división tiene todas las papeletas de ser un galimatías que ni el mismo Pitágoras sería capaz de descifrar. Cuidado con los catetos y la hipotenusa. Si nos obsesionamos con la unidad, arremete lo irracional.