domingo, 13 de enero de 2013

SI DE NEGOCIAR SE TRATA...

  Imaginemos un sistema educativo libre de la filosofía. Aceptemos que la filosofía institucional es totalmente innecesaria y comencemos a derivar consecuencias. Si la sociedad sigue funcionando igual de mal, si no empeora, entonces significa que realmente podría ser innecesaria. Si la sociedad empieza a funcionar peor y se colapsa, entonces es que era necesaria. En esta argumentación, tipo reducción al absurdo, habrá que encontrar ese absurdo, contradicción, o estado de cosas no aceptable dentro de nuestro sistema, si es que llega. Se trata de un experimento mental y muy complejo. Resulta que los fenómenos sociales no suelen tener una sola causa. Así que determinar a qué estado de cosas conducirá la desaparición de la filosofía institucional es bastante difícil.
   Unos dirán que ese tiempo dedicado a la filosofía podrá dedicarse a las ciencias particulares, siempre necesarias para el progreso de la sociedad. Los alumnos sabrán más matemáticas y más inglés. Las ventajas de aprender conocimientos obejtivos, frutos del método científico, contrastan con la pérdida de tiempo que supone estudiar a filósofos que se dedicaron a dar vueltas a conceptos abstractos, separados de la realidad. Tendremos alumnos con una visión científica del mundo más asentada. Tras prácticar más tiempo con el método científico apreciarán las virtudes del escepticismo organizado, núcleo de toda sociedad que aspire a ser justa, libre y tolerante. Evidentemente, el sistema productivo será más productivo y viviremos mejor, con más riqueza y menos desempleo. Por este camino argumentativo no aparece ninguna contradicción, todo lo contrario, la vida nos iría mejor.
   Sin embargo, otros dirán que sin la filosofía los alumnos carecerán de los conocimientos básicos de nuestra tradición occidental. Sin el estudio de la filosofía no comprenderán qué es la esencia de la democracia y el fundamento del método científico. Serán ciudadanos carentes de las herramientas necesarias para ser críticos con el poder, con los falsos conocimientos y consigo mismos. Serán fácilemte manipulables. Una sociedad con este tipo de ciudadanos olvidará lo que significa preguntarse por el sentido del conocimiento, de las normas y valores, y de la propia existencia. La falta de deseo de saber bloqueará el progreso de las ciencias particulares. La injusticia y la falta de libertad serán riesgos mucho más probables.
   Si somos autocríticos y exigentes, conviene decir que las dos posiciones quizás sean exageradas y que quizás haya una tercera que nos diga que la desaparición de la filosofía no mejoraría ni empeoraría a la ciudadanía. Dejaríamos de dar clases sobre Platón y Marx y no pasaría absolutamente nada. Recordemos que aquellos que nos han gobernado en los últimos años también recibieron clases de filosofía. Recordemos que esos jóvenes que viven embelesados por las novedades tecnológicas asisten a nuestras clases. Y recordemos que muchos ciudadanos de ese sesenta por ciento que no quieren votar y se desentienden de la cosa pública también leyeron el mito de la caverna o a Marx.
    Si de negociar se trata: ¿qué puede ofrecer la filosofía a los ciudadanos?
   

viernes, 11 de enero de 2013

Funciones entrañables de la filosofía

  Hubo un tiempo en el que se pensaba para cambiar el mundo. Los intelectuales, con sus conceptos y creaciones, nos despertaban la conciencia moral y política, incluso la conciencia de clase. La función del filósofo consistía en ser un ciudadano activo, un miembro de la resistencia frente a la injusticia y la opresión. El intelectual, con sus obras teóricas o con sus obras de arte, estimulaba la rebeldía. Una novela servía para poner en evidencia la explotacón o los métodos utilizados por los poderosos para mantenernos en su redil. Además, parecía que otro mundo era posible.
  Hubo un tiempo en el que se pensaba para ayudar a pensar mejor. Se decía que el filósofo nos ayudaba a ser críticos y a dudar de todo. El filósofo nos advertía de los peligros que entrañaban la superstición, el fanatismo, y cualquier tipo discurso irracional. Frente al oscurantismo y las ideologías al sevicio del opresor, la filosofía nos mostraba las virtudes del método científico, de esa racionalidad científica que nos conduciría a una sociedad de personas autónomas, difíciles de manejar. Así, nos animaba a preguntarnos por el fundamento de nuestras creencias o por el fundamento de nuestros valores y normas.
  Hoy, cuando las leyes amenazan la situación de la filosofía en la enseñanza, nos acordamos de esas viejas palabras, de esas entrañables funciones de la filosofía...
  Si de negociar se trata: ¿qué ofrecemos hoy los filósofos a los ciudadanos?

miércoles, 2 de enero de 2013

ÉTICA DE ROEDORES

 El filósofo pasea solitario por las calles del primer día del año. Pasea y observa. Un organismo se traslada entre el frío y la suciedad de la noche vieja. Y ve que otros organismos hacen lo mismo. El filósofo contempla el ir y venir de otras personas y supone que en sus mentes hay planes, expectativas. Ante lo que se presenta, sólo cabe aprovechar lo que tenemos: un sistema nervioso bastante flexible y capaz de adaptarse a las circunstancias más variadas.
 Adaptarse no implica necesariamente resignación. Dentro de nuestros ecosistemas, de nuestros espacios vitales, no todo es posible. En momentos de carencias económicas percibimos con mayor claridad lo que significa ser limitados, finitos. Cuando hay abundancia parece que todo es infinito, hasta el tiempo.
  Utilizamos nuestros recursos cognitivos para distribuir lo que tenemos, la energía con la que contamos. Las circunstancias constituyen un espacio de posibilidades finito. Observamos el entorno, lo dividimos en partes, las relacionamos, establecemos fines y medios... Una conducta racional es aquella que sabe ajustarse a lo establecido por la naturaleza. Al hacerlo con precisión y creatividad conseguimos alcanzar el máximo placer posible con esas limitaciones dadas.
  El filósofo observa a los organismos pasear y piensa que quizás los estoicos tenían razón y que ahora deberíamos comprender ese vivir de acuerdo con la naturaleza  a través de la red de conceptos de la selección natural.
  El filósofo piensa que casi siempre desconocemos lo que está a nuestra disposición y lo que podríamos disfrutar con ello. La ética se convierte en esa sabiduría que conecta nuestros deseos con los deseos de los demás y los recursos disponibles.
   Necesitamos elaborar primero una ética de roedores.