miércoles, 7 de noviembre de 2012

CABEZA DE VACA Y LA SIMETRÍA


   En 1528 un intenso ciclón destrozó una flota de cinco buques y seiscientos hombres que había zarpado de la Habana. Trescientos hombres al mando de Pánfilo de Narváez desembarcaron en la bahía de Tampa, en Florida. Cabeza de Vaca iba entre esos hombres. Tras varios días de duro enfrentamiento con las tierras pantanosas y los indios, deciden alcanzar la costa y fabrican cinco botes con los pocos recursos de que disponen. Con estas endebles embarcaciones llegan hasta la isla de Galveston. Los hombres han ido muriendo. Al final sólo quedan cuatro, uno de ellos Cabeza de Vaca.

   Cabeza de Vaca, que era tesorero real, ejerció de cronista. Su obra se titula “Los naufragios”. Además de ser un libro de gran calidad narrativa, tiene mucho interés para la metodología etnográfica.

   Describir, poner nombres, valorar, etc., son formas de apropiación, formas de ejercer el poder. En Cabeza de Vaca observamos cómo se desarrollan al mismo tiempo la actividad descriptiva y la actividad de apropiación. El imperio de Carlos V llega a la Florida. Sin embargo, las condiciones tan extremas en que Cabeza de Vaca llevó a cabo su aventura nos permiten contemplar a un personaje que se mueve en la frontera. Quizás sea la situación tan penosa de la exploración lo que hace que cedan los prejuicios prepotentes y aparezca una relación de simetría. Al mismo tiempo que es un tentáculo del poder imperial, se convierte en un antropólogo que establece relaciones casi simétricas con los indígenas. Nos habla de los habitantes de la zona sin los prejuicios europeos. Vivió con ellos y realizó muchas de sus actividades. La descripción que hace de los hábitos homosexuales se acerca a una neutralidad valorativa desconocida en la época. Nos describe muchas tribus desaparecidas, la flora, la fauna, los recursos, etc. Incluso ejerció de curandero y fue seguido por multitudes. Tuvo que ser mercader de caracolas para poder sobrevivir.

   El contexto social es inevitable. En cierto momento critica los métodos violentos de los conquistadores españoles, pero no llega a cuestionarse la conquista imperial en sí. Al final de la crónica deja ver su afán misionero.

Bibliografía:

Dolores Higueras, Mª Dolores: “Álvar Núñez Cabeza de Vaca: la aventura interminable”. En VVAA: “Exploradores españoles olvidados de los siglos XVI y XVII”. Sociedad Geográfica Española. Madrid 2000.

EL TRABAJADOR UNIVERSAL



   En el trabajo manual el organismo del trabajador está totalmente implicado en la realización de la tarea. Es responsable de que se lleven a cabo las secuencias de operaciones necesarias. Cuando entre el trabajador y la tarea se introduce una máquina, aparece el trabajo mecanizado. Disminuye la implicación del organismo, que se reduce a mera gestión del proceso. La responsabilidad operatoria se limita a saber manejar controles de máquinas. El objeto que hay que producir desaparece de la vista del trabajador. Controla una máquina que ejecuta una tarea simple en una gran cadena. La habilidad, el conocimiento y la creatividad no son necesarios.

   Cuando una máquina gestiona todo el proceso, decimos que el trabajo se ha automatizado. La máquina tiene memorizadas las secuencias de operaciones. En un principio se utilizaban soportes rígidos, mecánicos, para retener esa información. Con la llegada de la electricidad y los ordenadores se obtuvo una flexibilidad infinita. Las máquinas utilizan programas y sistemas de retroalimentación, son máquinas que aprenden y se autorregulan. El trabajador ya sólo vigila si se para o no se para el programa.

   La automatización puede aumentar la productividad y ahorrar trabajo. Pero este aumento de la productividad suele estar acompañado del desempleo y la deshumanización del trabajo. El trabajador se convierte en un observador pasivo del proceso. No desarrolla su racionalidad creativa, queda convertido en un vigilante de un proceso que no comprende. Su relación con la naturaleza es distante, ya no tiene conciencia de crear nada. La depresión y la desmotivación invaden al trabajador. Entre el ingeniero programador y el automatismo surge el vacío, la nada, del trabajador.

   Taylor aplicó el análisis científico a los procesos de producción. Mediante el análisis (uno de los pasos del método cartesiano) se descompone el proceso en unidades básicas. Este análisis permite cuantificar y organizar la producción de una forma racional y empírica. Ford concretó estos principios en la cadena de montaje. El objeto circula por un recinto, los trabajadores están estáticos y realizan una función muy especializada. Con este sistema aumentó la productividad y el ritmo de trabajo. El precio del producto final baja porque con los mismos trabajadores se ha producido más. Las destrezas requeridas para trabajar en una cadena de montaje carecen de contenido creativo. El ritmo de trabajo ocasionó descontento y malestar entre la clase trabajadora. El trabajador era considerado una pieza más de la cadena y era tratado con criterios meramente cuantitativos. El trabajador, al realizar tareas muy pequeñas, era fácilmente sustituible por otro. Para el taylorismo, cuanta más organización racional del trabajo se desarrolle, menos formación requiere el trabajador. El empresario debe premiar a los que más producen para que sigan produciendo más y todas las partes salgan ganando. Saber cuánto se produce no puede ser una cuestión dejada al conocimiento informal. La evaluación del sistema, incluido el rendimiento del personal, debe ser tratado con métodos científicos.

  La excesiva división del trabajo no siempre trajo buenos resultados. Hay un momento crítico en el que la definición de tareas y la ejecución de tareas no se ajustan entre sí. Estos desajustes producen retrasos, desorientación y espontaneidad. Del mismo modo, la obsesión por el ritmo de producción llevaba en muchas ocasiones a efectos contrarios. Considerar a los trabajadores como meros mecanismos, como simples unidades productivas, dio lugar a protestas sindicales. Dentro de las teorías de la organización empresarial comenzaron a surgir teorías alternativas, teorías en las que el trabajador es considerado en todos sus aspectos psicosociales. (“Enfoque competencial del trabajo” de Vargas, F.; Casanova, F.; Montanaro, L. )

   En la economía actual las condiciones de trabajo han variado. Hay unos cambios que hay que resaltar (“Enfoque competencial del trabajo”):

     a)  Deslocalización de la producción: un producto es elaborado en diferentes lugares del planeta.

     b)  Especialización de las empresas.

     c)  La competitividad se mejora con inversión en I+D.

  Dice Castells ("Globalización, tecnología, trabajo, empleo y empresa") , que puede caracterizarse la economía por tres grandes características: es informacional, es global y funciona en red. En estas nuevas condiciones, dice Castells, el principal problema no es el paro (no hay una relación directa entre nuevas tecnologías y paro), sino las nuevas funciones del trabajador y las nuevas relaciones laborales. Llama la atención: “Sobre empleo en general, hay mucha más tecnología en producción y mucha más difusión de la tecnología en el conjunto de la sociedad americana y japonesa que en la Unión Europea, y sin embargo, EEUU y Japón son las sociedades -hablando de modelos diferentes, por cierto- que tienen el menor nivel de paro”.

    Los efectos de la automatización se reflejan en la precariedad del empleo. Las multinacionales necesitan personal con contratos adaptados a las necesidades del momento. Los movimientos de capital y la necesidad de adaptar constantemente los procesos productivos generan un empleo de mala calidad. Los flujos de información entre las empresas madre y las filiales exigen constantes reestructuraciones. Y en el sector servicios los sistemas informáticos automáticos permiten contratar a tiempo temporal y parcial. Las garantías jurídicas de los trabajadores son rebajadas para adaptarse a los ritmos transnacionales.

    En la sociedad de la información lo más importante es tener trabajadores formados en capacidades, no sólo en contenidos concretos. Los cambios constantes exigen al trabajador saber adaptarse y “reprogramarse”. Invertir en formar a un trabajador sale rentable a la empresa. El trabajador deberá conocer el sistema en su globalidad, sus objetivos finales. Porque ahora su labor principal será organizar y programar automatismos. Además se valora la interacción social del trabajador. Se requiere tener trabajadores que sepan dialogar en equipo, organizar, tomar decisiones, autoevaluarse, etc. El trabajador procesa información e interactúa con múltiples agentes. Se destaca la inteligencia en todos sus ámbitos: operacional, organizacional, emocional y social.

   El trabajador ideal para una empresa de hoy es el “trabajador universal”. Formado para realizar cualquier tarea en cualquier momento, y en cualquier nivel de la organización. Las empresas formarán a un equipo de estos trabajadores para que gestionen sus automatismos, a su vez universales y adaptables a cualquier producto.

   Castells define así el trabajo del que estamos hablando: “El trabajo autoprogramable es el que desarrolla aquel trabajador que tiene una capacidad instalada en él o ella de poder tener la posibilidad de redefinir sus capacidades conforme va cambiando la tecnología y conforme cambia a un nuevo puesto de trabajo.” (...) ”Lo que importa, más que unas cualificaciones, es una capacidad general educativa de cultura general, de capacidad de asociación, de saber cuáles son las cualificaciones que necesitas para las tareas que tienes que hacer, dónde buscarlas, cómo aprenderlas y cómo aplicarlas. Para entendernos, un nivel intelectual general, lo cual implica toda una redefinición del sistema de educación: la capacidad social de hacer pasarelas entre el trabajo y la educación.”

jueves, 1 de noviembre de 2012

VERDAD, HISTORIA Y SOCIEDAD.


DEDUCIR, VERIFICAR Y SENTIDO COMÚN.

  En el ámbito de las ciencias formales demostrar científicamente significa deducir correctamente. Decimos que un teorema está demostrado si se deriva de un conjunto de premisas. En un sistema axiomático partimos de unas proposiciones evidentes. Aplicamos las reglas básicas de transformación y vamos obteniendo proposiciones demostradas. En estas demostraciones científicas es fundamental la elección de los axiomas y de las reglas de transformación. Estos sistemas deductivos deben ser consistentes, sin contradicciones internas. Y como diría Descartes, no hay que omitir ningún paso en la demostración. El primer ejemplo de sistema axiomático nos lo ofreció Euclides. Aunque contiene algunas omisiones, nos ofrece excelentes ejemplos de lo que significa demostrar en geometría. Una de las estrategias demostrativas más fructíferas es la prueba por reducción al absurdo. En la ciencias formales hay demostraciones; el único problema es ponerse de acuerdo en el lenguaje formal, las reglas básicas y los axiomas. Una vez aceptados los elementos del sistema, sólo hay que encontrar hileras de símbolos. Estas demostraciones sólo son despliegues de definiciones, es decir, no hablan del mundo.

  En el ámbito de las ciencias experimentales demostrar significa dar una explicación. Siguiendo el modelo de Hempel, cabe decir que explicar es una forma de deducir o de argumentar. Para explicar un hecho necesitamos una argumentación con unas premisas y una conclusión. La conclusión es el hecho que queremos explicar. En la premisas incluimos una descripción de las condiciones iniciales y unas leyes generales. Para explicar el hecho de que mi puerta de casa no se abre necesito describir las condiciones en que ocurre el fenómeno (Es de hierro. Hay 40º C. Mi llave es la correcta. Etc.) y recurrir a leyes que relacionen de algún modo los datos pertinentes (Todos los objetos metálicos se dilatan con el calor). Describir los hechos particulares no presenta ningún problema. Sin embargo, la ley es un enunciado universal.Contiene un cuantificador universal. ¿Podemos dar por cierta esa generalización? ¿Cómo hemos llegado a ella?

  Podemos decir que hemos obtenido esa ley de al experiencia. Después de observar la realidad, los metales expuestos al calor, hemos formulado esa ley, esa hipótesis científica. El problema es que hemos utilizado un cuantificador universal. Nuestra capacidad de observación es limitada, en el espacio y e el tiempo. Sólo he observado unos cuantos casos, muchos, pero no todos. Parece que nadie puede verificar esa ley. Al construirla hemos dado un salto lógico. Hemos cambiado de cuantificador sin ninguna justificación.

  Demostrar no puede significar verificar de forma completa. Sólo cuando los casos observables son finitos podemos llevar a cabo una inducción completa. Puedo comprobar que todos los alumnos de este curso tienen menos de 90 años. Sin embargo, no puedo calentar todos los trozos de metal.

  Demostrar puede significar que, aunque no observe todos los casos, compruebe un número muy elevado de ellos. Como suponemos que la naturaleza es uniforme, decimos que es muy probable que suceda en el futuro lo mismo con otras observaciones. Ahora bien, si aplicamos las teorías matemáticas sobre probabilidades parece que, utilizando cantidades infinitas, no nos movemos del cero.

  Popper dice que la verificación es un callejón sin salida; lo único que podemos hacer con la experiencia es falsar. Basta un solo caso de metal que no se dilate al calentarlo para que rechacemos la hipótesis formulada. Mientras no aparezca un contraejemplo, diremos que la hipótesis está siendo corroborada. Nunca está demostrada del todo.

  Las teorías, por otro lado, son conjuntos ordenados de proposiciones. Una teoría puede ser entendida como una estructura definida por funciones dentro de la teoría de conjuntos. En ambos casos, la experiencia proporciona un modelo para esos sistemas. La complejidad de la naturaleza y el avance en las técnicas de observación nos llevan a considerar como provisional cualquier interpretación de esas estructuras.

  Verificar definitivamente es imposible en la mayor parte de los terrenos científicos, y además, no es deseable desde un punto de vista crítico y dinámico de las teorías.

ESCEPTICISMO ORGANIZADO FRENTE A CREENCIAS INFUNDADAS.
 
  La crítica a los intentos de verificar completamente teorías no supone invalidar el método científico o equipararlo a otras actitudes epistémicas de carácter acrítico como las religiones.

  Lo importante de la actividad científica es su método escéptico. En las religiones y en las ideologías parece ser que todo está verificado de antemano. Hay unas verdades heredadas que son inamovibles. Utilizando el criterio de demarcación de Popper vemos que lo importante es que una teoría sea falsable. Lo que no es falsable cae fuera de la definición de ciencia. El escepticismo organizado de la ciencia obliga a proponer siempre experimentos públicos que podrían rechazar una teoría propuesta. Si una teoría habla sobre la realidad, entonces es falsable. Las ideologías y las religiones no nos dicen cómo podría, mediante experimentos concretos, ser derribado su sistema de creencias.


RACIONALIDAD Y PROGRESO CIENTÍFICO.

  Los trabajos de dinámica científica estudian cómo se produce el cambio científico. El análisis estático de las teorías, tal como lo llevaban a cabo los empiristas lógicos, se centraba en el análisis lógico de enunciados. Para entender el cambio científico es preciso adoptar un nuevo enfoque.

  En primer lugar, conocer la historia de la ciencia es imprescindible. Pero no se trata de una historia de la ciencia idealizada, sino que ha de ser una historia realista. Se trata de una historia que describa el contexto de descubrimiento y nos muestre cómo trabajan los científicos. El objeto de estudio no es el científico en particular, sino la comunidad de investigadores. La ciencia es una institución social más, luego se necesita analizar estructuras y tener una visión global. Toda institución depende de individuos, pero estos individuos son reconocidos por la institución. Del mismo modo, la estructura social global depende de instituciones más pequeñas, pero éstas sólo tienen sentido dentro de un marco global. Luego, el análisis de la ciencia ha de ir de lo particular a lo global y viceversa. Para explicar, por ejemplo, el surgimiento de la física cuántica, no basta con analizar por separado los descubrimientos de cada investigador. Debemos analizar el sistema educativo, la política científica, la red de laboratorios, la industria, el contexto político, etc.

  Por otro lado, no podemos limitarnos a analizar enunciados, el objeto de análisis ha de ser la teoría, o mejor, el paradigma o el proyecto de investigación. La comunidad científica trabaja dentro de una determinada forma de hacer ciencia. Los enunciados no están aislados. La física de Aristóteles establecía qué era la realidad, qué era lo observable, y cómo había que acercarse a ella. Investigar dentro de un paradigma o un programa de investigación significa asumir ciertos supuestos. El primero de ellos es la definición misma de ciencia. Por lo tanto los cambios en la ciencia no son simples porque las unidades de ese cambio no son nada simples. Se trata de un todo complejo, una visión de la realidad.

  Abandonar un paradigma supone, por lo tanto, cambiar la forma de ver el mundo y de actuar en el. En la obra de Kuhn encontramos dos explicaciones del cambio. Aunque haya muchos problemas sin resolver, el paradigma tiende a permanecer. El cambio de paradigma se produce porque la acumulación de anomalías lo hacen insostenible. Con esta explicación cabe admitir racionalidad en ese proceso. El nuevo paradigma resuelve todas las anomalías del anterior y explica más fenómenos. La otra explicación se basa en la inconmensurabilidad de los paradigmas. Si un paradigma no puede ser valorado ni entendido por otro, el cambio es un hecho muy complejo difícil de justificar racionalmente. En este sentido, la teoría de la relatividad no es que explique más cosas, es que define la realidad de otra forma. Entre paradigmas no habría diálogo, sólo un monólogo por turnos.

  El falsacionismo de Popper intentaba explicar la lógica del cambio científico. Una teoría va siendo corroborada mientras no aparezcan contraejemplos. Este análisis todavía era heredero del enfoque neopositivista. Lakatos reformulará el falsacionismo adaptándolo a la historia real de la ciencia. Las teorías no son falsadas de forma automática. Existe un núcleo firme dentro de los programas que está muy protegido. Antes de cambiar el núcleo, los científicos retocan el cinturón protector.

  Los programas de investigación y los paradigmas son estructuras de gran complejidad. Son mucho más que un conjunto de enunciados. Y la lógica de la dinámica científica no es simplemente una aplicación de reglas.

  Si llevamos al extremo la idea de la inconmensurabilidad de los paradigmas, podemos llegar al relativismo. Si la noción misma de ciencia forma parte del paradigma, entonces no hay una forma privilegiada de hacer ciencia. No hay, diría Feyerabend, una única forma de acercarse a la realidad. ¿Por qué es más válido el método de Galileo que el de la quiromancia? La comparación es imposible.

  Kuhn y Lakatos hablan de anomalías, cinturón protector, etc. En ambos, la dinámica científica tienen un trasfondo racionalista, realista y pragmático, aunque sea mínimo. Las prácticas científicas versan sobre la realidad, sobre problemas reales. Galileo y Einstein mantienen monólogos racionales sobre la realidad, sobre ese no sé qué. Einstein desde la racionalidad y el sentido común es capaz de ponerse en el lugar de Galileo. Sin embargo, para ponerse en el lugar del que practica la quiromancia debe abandonar el sentido común crítico, en términos de Popper. A los relativistas exagerados en ciencia habría que recomendarles la lectura de la Crítica de la Razón Pura. Cometen el mismo error que la metafísica tradicional. Toman un concepto y lo llevan al extremo, alejándose de la práctica real. (Ni la telepatía, ni la quiromancia, me sirven para que no se cierre la puerta del garaje y me aplaste el coche. El efecto fotoeléctrico estudiado por Einstein sí.)

LA CIENCIA ES UN HECHO SOCIAL Y RACIONAL.

  La ciencia es una actividad de los seres humanos. Y toda actividad humana está constituida de relaciones sociales. Por lo tanto, la ciencia también está formada por relaciones sociales. Ya no podemos hablar de la ciencia como si fuese algo separado del resto de la sociedad. Los científicos trabajan en comunidades, en instituciones. Y las instituciones tampoco están aisladas; todo lo contrario, forman un entramado social continuo. Hoy hablamos del sistema tecnocientífico, de las redes de comunicación o de la economía globalizada. Que las instituciones estén conectadas no es un hecho nuevo. Nunca han existido individuos ni instituciones totalmente aisladas.

  El desconocimiento de la historia real de la ciencia ha sido la causa de que hasta hace pocas décadas trabajásemos con un concepto de ciencia esencialmente falso. La separación tajante entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación nos hizo creer que, a pesar de todo, existía un dimensión racional pura. Los estudios sobre la historia real de la ciencia y los nuevos enfoques de sociología de la ciencia han mostrado que la práctica científica se lleva a cabo a través de intereses, necesidades, valores y normas. En nuestro sistema tecnocientífico es fácil observar la estrecha relación entre ciencia, tecnología, economía y política. Conocemos parta transformar la realidad y tener poder. Los planes de I+D son documentos que articulan esas necesidades y esos intereses. Tanto desde el punto de vista individual como global, un laboratorio es una institución donde se construyen, definen, hechos y teorías, es decir, un lugar donde las necesidades e intereses se concretan en documentos que dan poder en múltiples sentidos.

  El error de algunos filósofos ha sido creer que decir que algo es un una construcción social implica decir que es algo irracional. Es cierto que el realismo científico ingenuo ha sido rechazado. Pero eso no significa que las prácticas científicas carezcan de racionalidad. Los científicos buscan la verdad inmersos en un entramado muy complejo de interacciones. Quizás "verdad" no signifique ya que existe ahí algo acabado que hay que sacar a la luz. La verdad se busca y se construye al mismo tiempo. La comunidad científica define los hechos a través del paradigma dominante, y ese paradigma está inserto en la estructura económica y social de un Estado.

  Aceptar la complejidad de las prácticas científicas implica enriquecer el concepto de investigación científica. La existencia de influencias e intereses no hace que desaparezcan los valores epistémicos clásicos, simplemente nos los presenta como una dimensión más de un fenómeno realmente muy complejo. El filósofo de la ciencia debe saber moverse por esas dimensiones sin caer en el reduccionismo o en la crítica destructiva ingenua.