sábado, 18 de agosto de 2018

LAS NUBES

Turner
   Todo fluye, nada permanece, dijo el oscuro. Nadie está quieto, vivir es desplazarse, decimos nosotros. Existir es deslizarse, resbalarse y, si hay suerte, moverse por propia voluntad. Nadie permanece en el mismo lugar. Hay que salir de la cabaña y acudir al río para beber. Y el agua viene de lejos, de terrenos desconocidos. Nunca es el mismo río, dijo el oscuro. Nacer es desplazarse para siempre. Nos movemos detrás del alimento, de las bestias, de los frutos, de los sueños... No hay lugar. Somos ese fluir incesante de deseos al atardecer. No hay espacio. Somos una corriente indómita de miradas. Vadeamos los ríos y escalamos las montañas. No hay tiempo. Todo se deshace en el tránsito. Nos encanta movernos y hablar con los otros al cruzarnos en el paseo. Todos los viajeros se reconocen en la forma de soñar. La guerra, el conflicto, es la madre de todas las cosas, dijo el oscuro. Y acierta, tanto si se refiere al movimiento de la naturaleza como al desplazamiento de los humanos, decimos nosotros. Todos fluimos, todos nos movemos, y muchos lo hacen expulsados por la violencia, es decir, la miseria. Los conflictos generan nuevas realidades: son siempre una oportunidad para alcanzar un mundo mejor. Quien niega el desplazamiento niega la humanidad, niega la vida. Solo los amantes de la muerte temen al viajero. Solo los constructores de vallas congelan la imaginación. Todo fluye, nada permanece, dijo el oscuro. Es cierto, Heráclito, las nubes se desplazan todo el tiempo para generar vida.

lunes, 6 de agosto de 2018

BELLEZA HIRIENTE

 
Montaña palentina
Una de las ventajas de destrozar el planeta es que de vez en cuando creamos paisajes bellos y originales. Nos acercamos a lo sublime, pero por otro sendero. Es una belleza que hiere, no al modo romántico, sino posmoderno: la imagen ha sido capturada por un teléfono móvil y estoy escribiendo en un ordenador portátil enchufado a la red eléctrica... Esta belleza que hiere brota de los pliegues de la conciencia, porque ya no hay vuelta atrás para la mirada humana. Sólo un gran impulso creativo puede aliviar el dolor de la herida. Olvidaremos los árboles sumergidos, los pueblos abandonados y el trabajo de los que nos precedieron. Necesitamos crear nuevas realidades para generar nuevas memorias. Sabemos que la belleza que hiere forma parte de nuestra condición. Como nadie quiere renunciar a nada, debemos poner a trabajar nuestros cerebros para diseñar nuevos paisajes. Y sabemos que todos los paisajes humanos han sido hirientes, desde siempre.