miércoles, 23 de marzo de 2016

ÉTICA DE ROEDORES: GRAMÁTICAS

Nadav Kander
   La nieve reseca en las peñas anuncia tiempos oscuros. Porque el viento helado agrieta cualquier sendero de la razón. ¿Sabremos huir de este tenebroso laberinto? El roedor jamás comprenderá la lógica de los grandes dinosaurios. Ni debe intentarlo. Quiere la bestia que vivamos en su laberinto y aceptemos su bucle de falacias. No hemos aprendido a huir lo suficiente... Nos falta imaginación para generar otras gramáticas ajenas a los grandes bichos. De sus batallas en la montaña sólo obtendremos pisadas, las pisadas de siempre, las que ha recibido el aturdido roedor desde que el bosque es bosque. ¡Que nadie acepte su lógica! Sabe el filósofo que necesitamos una gramática de la huida. Si nos enredamos en su laberinto todo se oscurecerá y la nieve reseca de las peñas jamás se derretirá.

sábado, 19 de marzo de 2016

ÉTICA DE ROEDORES: ESTATUAS

Nadav Kander
    Recuerda que las estatuas son de madera y que el brillo no es oro. Y que la madera viene de los árboles del bosque, del maldito bosque. Hace tiempo que se olvidó todo esto. No somos capaces de ver la savia y los nudos. Nos asusta el roble y tememos a la encina. No queremos saber nada de la madera, ni de la materia... Recuerda que todo es un invento. Ni las lluvias pueden con la imagen que uno tiene del cosmos... Soportar el peso de las falsas imágenes no es agradable para un ser racional. Arrastramos el peso de aquello que nos humilla como si fuese nuestra mayor hazaña. Y otros, los dinosaurios, duermen tranquilos allá en la montaña, porque los roedores se entretienen con luces y viejas maderas. Nada hay tan terrible como el olvido: la madera procede de los troncos del viejo bosque. Y los miedos se esconden entre los musgos.... Recuerda, humilde roedor, que todo este teatro nace de tus miedos, de tus miserias... Recuerda que las estatuas jamás hablaron ni pensaron. Sabe el filósofo que la desidia del pensamiento se concentra en los ritos...

viernes, 11 de marzo de 2016

ÉTICA DE ROEDORES: ROSTROS

Nadav Kander
  Y el bosque sobrevivió porque todos los seres compartieron el barro y la oscuridad, incluso las alimañas... Nadie se olvidó de nadie. Hasta los insectos fueron escuchados, cuando todo parecía perdido, cuando el bramido de las bestias se diluía en la niebla. Si el bosque permanece vivo es gracias a los humildes gestos de los roedores, gestos que transcurren a la sombra de una encina o de un roble, quizás entre los musgos. Nadie se olvidó de nadie. Mientras los dinosaurios agonizan en la montaña, abatidos por sus miedos, los roedores tejen la trama de los días, de las tardes, de las noches... Sabe el filósofo que las vidas de las gentes son lo único real y que todo lo demás es una cruel ficción. Mirar a la cara de cada roedor no está de más si lo que deseamos es conservar la dignidad del bosque, con sus miserias y sus dolores. Ni los grandes expertos en árboles pueden librarse de esta condición... Los bosques, con sus roedores y alimañas, siempre sobreviven. Tarde o temprano la ruina de los días acabará con todo. Y sólo el viejo y ruinoso mecanismo de pensar nos librará del aburrimiento que el desastre acarrea.... Pero los rostros, los infinitos rostros, perduran a pesar de las nubes. Nadie lo ignora: las miradas del que perdió todo son más fuertes que toda la materia acumulada por el vil dinosaurio. Sólo necesitamos la paciencia del sabio roedor, aquel que sabe ver el trabajo condensado en la mirada. Nadie se olvidó de nadie. Hasta las alimañas poseen rostro... 

martes, 8 de marzo de 2016

PENSAR LA POLÍTICA SIN DISOLVERLA

      Las crisis económicas y políticas generan pensamiento fresco y estimulan la creatividad. En política, cuando las cosas van bien parece que las herramientas conceptuales funcionan. Nos sirven para explicar lo que ocurre y no reparamos en ellas. Pero cuando los asuntos se tuercen, las teorías se vuelven trastos viejos que no sabemos si conviene arreglar, reciclar o sustituir. La indignación ética ante las injusticias sociales y la corrupción de muchos de nuestros representantes ha provocado un renacer de la filosofía política. Cuando parecía que las democracias liberales y el sistema capitalista constituían el mejor de los mundos posibles, todo comenzó a tambalearse.
Miguel Parra
         Los ciudadanos muestran hoy interés por la política. Hay preocupación ética. Conocen los casos de corrupción, las cifras del paro, los recortes en gastos sociales… Si bien esta toma de conciencia es buena y necesaria, algunos filósofos de la política comienzan exigir otro paso más. Aunque hemos tocado fondo, no basta con el escepticismo destructivo, porque no podemos vivir sin política, sin instituciones que gestionen lo común. Si no salimos de ese pesimismo radical, dicen, la espiral de erosión de la democracia no se invertirá. Abandonada la utopía política, por ser peligrosa o mera literatura de salón, los teóricos de la política han comenzado una tarea similar a la que realizó Descartes con su duda metódica: revisar todo el edificio y ejecutar las operaciones de desescombro oportunas para comprobar qué parte de los cimientos sirven todavía. Es una labor realista y optimista. Si nosotros no recuperamos el ámbito de la política, dejaremos las decisiones sobre lo común en manos de los despiadados poderes económicos.
         Daniel Innerarity en “La política en tiempos de indignación” (Galaxia Gutenberg, 2015) nos ofrece una buena caja de herramientas para llevar a cabo esta tarea. Daniel es catedrático de Filosofía Política y Social en la Universidad del País Vasco. En este texto sintetiza las reflexiones que ha llevado a cabo en sus tareas docentes e investigadoras. Los capítulos pueden ser leídos de forma independiente, como breves ensayos, con un planteamiento del problema, una discusión y unas conclusiones. Es una buena introducción a la teoría política actual porque parte de los asuntos que nos preocupan a todos, no de los conceptos puros o de las teorías. Daniel razona con claridad argumentativa y añade ejemplos muy cercanos.
         Quizás no hayamos entendido todavía qué es la democracia, nos dice. Precisamente, los defectos que más nos indignan de este sistema son los rasgos, las condiciones, que lo hacen posible: la incertidumbre, el conflicto permanente, las promesas incumplidas, la falta de acuerdos, los discursos y su retórica, el sistema de partidos, los mecanismos electorales, etc. La lógica democrática implica todo eso. En un sistema abierto, donde la crítica y la negociación son esenciales, la imperfección, la sensación de caos e ineficacia son naturales. El diálogo abierto genera la posibilidad de desacuerdo; la complejidad de los problemas conlleva fracaso en las soluciones; los ideales políticos nunca se plasmarán en la realidad; en los discursos hay siempre intereses y emociones; nadie posee la verdad absoluta… Todo es mejorable, pero esto es la democracia. 
         Daniel habla de una “democracia posheroica” o “democracia compleja”. La democracia ha de entenderse como una actividad que se desenvuelve en lo contingente, lo precario, donde no hay lugar para la épica ni para las contraposiciones claras o las políticas basadas sólo en ideales y principios puros: “Creo que lo mejor es partir de una constatación muy liberadora: la política es una actividad limitada, mediocre y frustrante porque así es la vida, limitada, mediocre y frustrante, lo que no impide, en ambos casos, tratar de hacerlas mejores. Y en segundo lugar, nuestras mejores aspiraciones no deberían ser incompatibles con la conciencia de la dificultad y los límites de gobernar en el siglo XXI.”

http://www.diariodejerez.es/article/jerez/2236078/pensar/la/politica/sin/disolverla.html

viernes, 4 de marzo de 2016

ÉTICA DE ROEDORES: ESFUERZOS

Nadav Kander
  Tantos esfuerzos de los poetas para atrapar la belleza... Quizás los admiremos por ese desequilibrado intento, como si la belleza fuese algo esencial... Y escriben todas las tardes, incluso las lluviosas, cuando la humedad traslada la tristeza, cuando la luz ya no es una constante universal. Escriben, aunque la poesía no sirva para disfrazar el abismo, escriben. Tanta desidia de los lectores para degustar lo sublime... Y cada noche, sin esperar nada, acuden al encuentro con las sombras o con la memoria, con la insania o la injusticia. Ni el abatido roedor comprende a los viejos poetas de los bosques. Pero le atraen esas enrevesadas formas, esas palabras encadenadas por la tristeza, y la mirada ajena a todo. Nadie espera nada de los poetas. Nadie quiere versos ni rimas. Porque los versos nos observan desde esa dimensión de la realidad tan extraña llamada inteligencia... Los poemas nos acusan de nuestra mediocridad, de todo ese aburrimiento condensado en nuestro sentido común. Saben los poemas de qué hablan, aunque los poetas lo ignoren... Y escriben todas las mañanas, cuando la luz nos hiela con su verdad y el día se presenta intratable... Tanto lenguaje no cabe en este mundo, dicen. Necesitamos más espacio, suplican. Quizás sea suficiente el hueco de mi ignorancia o el vacío de mis deseos, replico.