domingo, 29 de enero de 2023

Gracias a los libreros

    La inteligencia artificial predictiva es muy lista, pero se equivoca, como todo el mundo. Hace predicciones en función de tus preferencias. ¡Lee más de lo mismo! No tiene mérito esa inteligencia. Así acierta cualquiera. Prefiero la sabiduría de los libreros de carne y hueso, esas personas observadoras y prudentes que te recomiendan libros nuevos, autores que todavía nos se han cruzado en tu camino. Gracias a ellos, los libreros, descubres otros mundos. Para el que necesite pruebas... Gracias a Adrián, de la librería El laberinto, he leído dos libros magníficos. El primero es Claus y Lucas, de Agota Kristof, publicado por la editorial Libros del Asteroide. El segundo es Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel, en el sello Las afueras. Este último me lo recomendó en la pasada feria del libro. Para mí, solo por la lectura de esta obra ya ha merecido la pena esa feria. 

domingo, 22 de enero de 2023

Ruinoso mecanismo de pensar

Silent Word, de Chiharu Shiota

Todo el día pensando, ideando. Parece que no hemos nacido para nada más. Algunos nacieron, otros no. Entre dos ideas siempre hay otra idea. Las ideas nos ayudan a entender que hemos nacido. Los árboles no saben que han nacido. Saben que tienen hojas y que dan sombra. La ignorancia de los árboles también da sombra. Todo da sombra. Es todo continuo, la luz y la sombra. Nombramos un punto. Intentamos nombrar un punto. Nacer es un punto dentro del continuo. Los árboles saben más, porque tienen raíces. Lo de tener raíces es un misterio. Los animales huyen de las raíces. El universo carece de raíces. Lo de abajo genera lo de arriba. Percibimos, valoramos, calculamos, imaginamos y deseamos. Soñar es otra forma de pensar, quizá es repensar. Si hace falta, discutimos con nosotros mismos. Ideas tiene todo el mundo, casi a todas horas. No dejamos de pensar lo que somos y lo que deseamos ser. Hay un océano de ideas en un día lluvioso. Las lluvias atraen ideas. De los nubarrones de las mentes. La lluvia atrapa ideas para siempre. De la lluvia vengo, como los recuerdos. Será por el olor a tierra mojada, quién sabe. Todo procede del agua, del canal y las esclusas del canal. Un canal imaginado. En el canal de las cenizas se refleja mi futuro. El agua del interior también asusta. También recordamos con ideas del pasado. La capacidad de tener ideas está muy bien repartida. Las ideas brotan de los cerebros casi sin querer. Nacen en las charcas de la memoria. Recordar es idear. Recordar es hilar y transformar. Recordar es dar forma a lo que ya dimos forma. Volvemos sobre lo recuerdos una y otra vez. Creemos que son los mismos recuerdos, los mismos hechos… Al recordar, creamos, adornamos, reordenamos, degustamos y ajusticiamos. Cuando hablamos y actuamos, también surgen las ideas. Las acciones supuran ideas. Mover el cuerpo, hablar y comer, beber y sudar… No hay linde que separe la acción del pensamiento. Las palabras reflejan ideas o las provocan. La idea es una forma de enlace, de analogía. No son imágenes, ni palabras, ni sensaciones. Las ideas son relaciones. Las ideas son algo más que conceptos. Las ideas se expresan en proposiciones. Las ideas son algo menos que teorías. Los conceptos contienen definiciones. Las ideas contienen relaciones y problemas. Con las ideas enlazamos sensaciones, imágenes y conceptos. Una idea es un desplazamiento. Las ideas ocurren en el pensamiento, un fluir a través de los territorios de la mente. El pensamiento sucede en la mente, que es actividad cerebral. Las ideas brotan para estar en el mundo. Es imposible que de la nada surja algo. Las relaciones son algo. Crear relaciones, una forma de hablar, una forma de reconocimiento. Crear es recordar, desvelar. Crear es una forma de desplazamiento. El discurso oficial atrapa tus ideas. Es un carril vigilado, quizás solo por ti. Cuando descubrieron las virtudes del entretenimiento, abandonaron los discursos. Los discursos son redundantes. Ten cuidado con los tópicos, incluso al argumentar. Somos conscientes de tener ideas. No tenemos ideas sin darnos cuenta. Pero hay procesos inconscientes que generan ideas, relaciones. Idear es una forma de crear. Crear es establecer puentes, relaciones.  Metáforas y analogías. Atrévete a trasladar una forma de un lado a otro. Contempla las estructuras que bailan sobre lo real.  El matemático explora esas estructuras. Los exploradores abren caminos entre la maleza para descubrir nuevos territorios. El matemático siempre camina por los bordes de las estructuras. Lo inconsciente es una fuerza material desbocada. Las ideas son también materiales, pero con cierto orden, al menos al aparecer. Me gusta más decir que tenemos ideas que conceptos. ¡Qué ideas tienes! Nadie habla de conceptos peregrinos. Las buenas ideas son las peregrinas, las que se desplazan y cruzan las lindes con gran desparpajo. ¡Tengo una idea! Las ideas se mueven más que los conceptos y las categorías. Perseguimos ideas, porque se desplazan en nuestra mente. Las ideas huyen de la escritura. Se evaporan de la escritura. Las ideas emergen de la escritura. Los signos solo son el testimonio de esa huida. La escritura quiere ser la idea. Damos vueltas a las ideas, las rodeamos, como perros intranquilos. Examina tus ideas, no vayan a ser falsas, vacías o cadenas que aniquilen tu libertad.  Las ideas pesan y ocupan espacio y tiempo. Si son un lastre, mejor dejarlas castigadas en el rincón de pensar o abandonarlas en el trastero. Las volteamos, vuelta y vuela en la parrilla del pensar.  Unas nos llevan a otras, por amistad o por odio. No es cierto, las ideas se asocian por miedo. El miedo genera pensamiento. La alegría sobrevuela el pensamiento.  El miedo es dinámico y paraliza el cuerpo, lo amarra con ideas.  Las ideas se nutren de la memoria. Y de postre, la imaginación. Es al revés, el plato principal es siempre la imaginación. Escribo sobre las ideas para aclararme. Las ideas sobre las ideas enredan mi pensamiento con vertiginosos bucles de enlaces. Y hago como los pintores, capas y capas de pinceladas. Escribo en cualquier parte del lienzo, atravieso el texto con más palabras. Crece desde cualquier frase. Gracias al ordenador, mi escritura tiene algo de fractal, o de ser vivo. Cada frase es un rabo de lagartija. De joven tuve una libreta verde, con ideas. Quemé la libreta verde porque eran ideas teológicas.  A lo mejor eran sermones, no ideas. No he vuelto a tener una libreta verde. Creemos que la escritura ayuda a pensar. Yo pensaba con la libreta verde. No quiero un ordenador verde. Las ideas son algo mío, de este mundo, mi mundo. La escritura sobre las ideas debe ser simulada, una especie de juego. Un juego con reglas desconocidas. Jugar para alejarnos del tedio. Escribir a veces se parece a una partida de ajedrez, a veces a una tirada de dados. El fluir de la escritura recurre a un desplazamiento que aparenta ser inmóvil, repleto de estructuras fosilizadas. La escritura a mano es necesaria. Así recordamos que pensamos y escribimos con todo el cuerpo. El cuerpo sabe gramática. La estructura profunda de los cuerpos es la física cuántica, con sus sorprendentes entrelazamientos e incertidumbres. La estructura superficial de los cuerpos es la poesía. Los objetos son sólidos, con formas, colores, olores y sabores. Son así en el teatro real de nuestro sistema nervioso. El universo es un sistema de relaciones. Es la gramática universal de los cuerpos opacos, transparentes y translúcidos. Pienso que soy un cuerpo que se mueve por el espacio de tres dimensiones y solo veo fragilidad. La idea de ser cuerpo conecta con la humildad. No pensar con naturalidad los cuerpos nos ha llevado a la insolencia, al olvido de las erosiones y las grietas. El sentido de lo que nos pasa, de eso hablan las ideas. El sentido de algo viene a través de lo que percibimos y luego pensamos. El mundo se nos presenta armonioso a veces. En otras ocasiones todo es confusión. Las experiencias borrosas nos aturden, nos intimidan. La transparencia suele ser acogedora porque vemos el horizonte. La idea de naturaleza nos aturde. Las huellas de un oso frenan en seco nuestro paseo. No me canso de mirar las huellas porque desatan mi imaginación. Lo natural nos apasiona. La naturaleza llora y nos habla. ¡Cuidado con ciertas ideas! Estar en casa y pasear son momentos muy propicios para que surjan ideas. Las ideas se dan en los cuerpos. Los cuerpos cristalizan en ideas. Meros mecanismos, como relojes atados a una muñeca o a una torre. Hay situaciones físicas que generan más conexiones neuronales, más relaciones. El sonido de la lluvia es el ruido de nuestro pensamiento. La lluvia trae ideas del pasado. Los cuerpos acelerados huyen de la lluvia. Llueve y un hombre corre con la cabeza dentro de una bolsa del supermercado. Los cuerpos vivos contemplan la lluvia en los campos y las ciudades. El pensamiento se enciende cuando la lluvia juega con las luces de las casas. Lluvia tras los cuerpos, monotonía del ser. Monotonía de los cuerpos, ser tras la lluvia. Lluvia tras el ser, cuerpos de la monotonía. Algunos poemas son una idea pura. La poesía pura, sin estorbos. Quizás la forma pura, sin nada que la contamine. O la materia pura, sin forma que la domine. Al buscar lo que no se puede decir, los poetas alumbran nuevas ideas. La prosa poética construye relaciones luminosas. Las ideas son atravesadas por la claridad de la forma. Las buenas ideas son bellas. La belleza es una relación. Hay demostraciones matemáticas bellas. Hay bellas personas, las que se mueven de forma armónica, sin dañar. La vida cotidiana es poesía pura. El trabajador dice la verdad, sin adornos. Es un decir austero, pero bello y justo. Hay que ser necio para no apreciar las formas del vivir diario, con toda su belleza. Y con toda su crueldad. Se niegan a pensar para estar tranquilos, para no ser conscientes de los límites de acero que nos rodean. Quieren ser gatos, perros, incluso piedras. Con los cuerpos hay un malentendido. Con los cuerpos hay un engaño. Nunca han querido ser cuerpos. Ser cuerpo, ser. Pensar significa siempre ir más allá de algo que nos aturde y domina. Pensar el universo, con todo lo que contiene. Quizás haya un orden. Quizás haya un caos. El universo está más allá y más acá. Los primeros observadores de los astros pensaron que esas luces estaban ahí, a tiro de piedra. Era el paisaje de esas mentes. El conocimiento trajo la profundidad. Y ahora sabemos que todo está muy lejos, incluso de las piedras. Entretenidos con las pantallas, gran parte de la humanidad desconoce la belleza de los astros. Hay gente que no sabe dónde está Venus… Hay gente que no mira los cielos. Hay gente que no sabe que se mueve. Filosofía felina, pensar como gato panza arriba. Filosofía perruna, dar infinitas vueltas antes de sentarnos. Vuelven a la escritura para ser de otro mundo. Si abandonas el espectáculo digital, el mundo vuelve a ser sencillo. El ritmo del cuerpo nos tranquiliza. El ritmo de las pantallas nos enerva. Los dispositivos digitales curvan los cuerpos. Hemos vuelto a inclinar la cabeza. Deslizar el dedo en la pantalla acelera las mentes, hasta que las aturde y marea. Las pantallas dicen y mandan. Ya no hay pantallas rugosas. Son lisas para que nada se detenga. Hay que tratar con cuerpos, con palabras que salen de los cuerpos. Los que buscan el silencio vuelven a los cuerpos, a las calles y a los árboles. Los que huyen del ruido vuelven al tacto. Las superficies de los cuerpos nos ayudan a orientarnos. No hay pensamiento sin cuerpo. Hay escritura de los cuerpos. La idea de cuerpo es cuerpo. La idea de infinito es una prolongación potencial del cuerpo. Los cuerpos significan cuerpos. Pensar nos diferencia de las máquinas y los animales. No somos tan listos, creo yo. Cualquier dispositivo repite lo que hacemos los humanos. Nos repiten las miserias, hasta que las asumimos. Las máquinas coagulan la miseria. La rutina de la máquina reseca la vida. Las máquinas reconocen patrones y crean con ellos. Nosotros repetimos patrones y nos creemos mejores, en otro nivel cualitativo. No somos para tanto, creo. La actitud escéptica suele desembocar en humildad antropológica. No hay mayor misterio existencial que ser de un equipo de fútbol. Las identidades brotan como setas. Desprenderse del peso de las ideas, cuando son demasiadas y van cargadas de ego, es una tarea infinita. Claro, se puede vivir sin creencias, sin certezas. La morada de las hipótesis y lo probable es buen cobijo. En una noche de invierno, con el viento y la nieve azotando los cristales, con el aullido del lobo, el calor de la lumbre, sencilla y efímera, te protege. La vida dentro de un poema es muy confortable. Parece que hay simetrías. Los versos son fortalezas inexpugnables. Rozar el infinito, para no arrepentirnos. Porque pensarlo es imposible. Los poemas acarician el infinito, pero no todos los días. Son bucles de referencia, socráticos. No preguntes al infinito, jamás escucha. Ni escuchará. Divides la materia y te pierdes. Los números irracionales son apasionantes y largos. Me encantan las comas y lo ceros. Observen cómo otros hacen el bien. Hay cierto placer estético y aporta mucha tranquilidad. La idea de bien es difícil de tratar. Tenía razón el de anchas espaldas. Detrás de todas las circunstancias adversas, siempre es posible el bien. Y cuando brota, deslumbra hasta a los más escépticos. El bien emerge en pocas ocasiones. El bien es efímero, una especie de humo. Cuando aparece el bien, todo cuadra, en un instante, no más allá.

martes, 10 de enero de 2023

Revista de Occidente, cien años de ideas

    

    La revolución digital no ha acabado con las revistas, todo lo contrario. Las hay en diversos formatos. Algunas solo aparecen en papel, aunque se apoyen en la red para su divulgación y comercialización. Otras comparten los dos formatos, físico y digital. Y muchas ya solo son digitales. La gran ventaja de los formatos electrónicos es que los lectores disponen de archivos completos, con todos los números, incluso los que surgieron antes de la era de internet. La desventaja es la incomodidad de la lectura digital y la tendencia a la dispersión o la saturación.

    Este año celebramos el centenario de la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset en 1923. En 2022 recibió el Premio Nacional al Fomento de la Lectura, concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte. Ya en su tercera época, ahí sigue, a la vanguardia del pensamiento, solo en papel y disponible en cualquier quiosco.

    La Revista de Occidente siempre se ha preocupado por pensar el presente. Basta con revisar los índices de todos estos años para confirmar ese afán por analizar y comprender los problemas de cada momento. Para ello ha contado con las mejores mentes de todos los campos del conocimiento. Y aunque en sus páginas predomina el ensayo, también dedica espacio a la creación literaria y artística.

    Si ha alcanzado los cien años es porque reúne las cualidades necesarias para ser una buena revista. Trata temas actuales con rigor divulgativo. No hace falta ser un especialista para comprender los artículos. Además es una revista interdisciplinar. Se huye de ese saber especializado que conduce a la incomunicación y la ignorancia. Y es una revista bella y manejable. El encanto de su sencillez no tienen nada que envidiar a los complejos diseños actuales, que al imitar los entornos virtuales corren el riesgo de ser confusos y superficiales.

    El número especial del pasado diciembre está dedicado a pensar la ciencia. Colaboran científicos, ingenieros, filósofos y poetas. Más que centrarse en cuestiones de metodología y epistemología, los artículos exploran las relaciones entre la ciencia y la sociedad. Si en otro tiempo eran los temas referidos a la lógica de la investigación científica los que preocupaban a los intelectuales, ahora lo que más inquieta son los efectos de la investigación y su gestión dentro de las sociedades democráticas.

    La poeta jerezana Raquel Lanseros analiza en “Poesía y descubrimiento” lo que tienen en común las ciencias y la literatura. Aunque son ámbitos muy diferentes, las ciencias y las artes nacen de la creatividad. Sin el acto creativo no hay poemas ni hipótesis científicas. Raquel reflexiona sobre qué es la inspiración, la belleza y el lenguaje. La poesía requiere palabras, un acontecimiento fisiológico. Por eso en la creatividad no todo es arbitrario. Lo que llamamos bello, o poético, quizás se rija por leyes materiales, estructuras que el creador interpreta o encauza. De ahí que no todo valga.

    Uno de los artículos que pueden sorprender al lector es el de Javier Aracil. “Cuando el uso precede al conocimiento” desmonta la visión tradicional de las relaciones entre la ciencia y la técnica. Los humanos construimos herramientas y máquinas para satisfacer nuestras necesidades y vivir mejor. A lo largo de la historia de la técnica y la ciencia, observamos cómo primero los ingenieros construyeron artefactos y luego los científicos elaboraron teorías. Primero se construyó la máquina de vapor y luego nació la termodinámica. La técnica resuelve problemas prácticos, sin necesidad de contar con una teoría científica ya completa. Aracil pone varios ejemplos. Esa supuesta prioridad temporal de la teoría sobre la técnica sí que se observa en ciertos campos a partir del siglo XX, como la energía atómica y la genética. Pero trasladar este tipo de relación a toda la historia es un error. Primero hemos construido y usado, después hemos teorizado. La solución de ciertos problema prácticos ha estimulado la creación de teorías. Y luego las teorías han servido para mejorar los artefactos.

    Otro de los temas es la relación entre ciencia y democracia. Juan Ignacio Pérez Iglesias analiza los valores compartidos por ambas instituciones. Y muestra los datos que confirman la relación tan estrecha que existe entre democracia, ciencia y desarrollo económico. Se detiene en el caso especial de China. Daniel Innerarity explora los rasgos de las nuevas formas de hacer ciencia en las sociedades actuales, en las que las separación entre legos y expertos se ha diluido. La participación de los ciudadanos está cambiando: “En el espacio entre la ciencia y la política los medios tienen la función de tramitar los temas que son de relevancia en orden a su legitimación.” Francisco López-Muñoz cuenta en “La ciencia al servicio del mal” lo que ocurrió en la Alemania nazi, un ejemplo de ciencia sin democracia.

    Por último habría que destacar el problema de las dos culturas. Andrés Moya sostiene que “la divergencia y la creciente brecha entre la ciencia y las humanidades se resuelve regresando a los principios de la educación de la filosofía griega y a la concepción de la ciencia moderna en sus orígenes”. Bárbara de Aymerich habla de cómo enseñar a descubrir la ciencia. La educación como puente integrador...