miércoles, 14 de diciembre de 2016

ESCRIBIR Y PENSAR HASTA EL INFINITO

          Aunque hoy se confundan, pensar, escribir y publicar son actividades diferentes. La obsesión actual por publicar se traduce en datos. Cada año suelen aparecer en nuestro país entre cuatrocientas y quinientas editoriales nuevas, sin contar a los autores-editores. Y el número de títulos anuales ronda los setenta mil. La industria editorial genera al año unos tres mil millones de euros en España y da trabajo a más de treinta mil personas. Las mesas de novedades de las librerías no dan abasto y los libreros deben realizar una selección cruel, por motivos de espacio.
Miguel Parra
         Cuando hablas con alguien y le dices que te dedicas a dar clases de filosofía, te suele preguntar si eres filósofo y publicas libros. Y si eres científico y trabajas en un proyecto de investigación, sabes que una de las formas de evaluarte va a consistir en comprobar cuántos artículos has publicado y en qué revistas, porque no todas valen igual. Bruno Latour y Steve Woolgar en su libro “La vida en el laboratorio” describen, como si fuesen antropólogos, lo que ocurre en los centros de investigación. El objetivo de todas las acciones y procesos es obtener un producto final, el artículo. No es de extrañar que la cienciometría y la bibliometría sean casi lo mismo. La primera se encarga de estudiar la producción científica, pero resulta que cuantificar las publicaciones es la clave hoy en día. Si no publicas en revistas especializadas de gran impacto, no existes como investigador.
         Sartre (1905-1980) escribía constantemente, tanto que no dedicaba el tiempo suficiente a revisar y corregir. Lo importante era escribir y publicar, para transformar el mundo… Corregir y revisar, preocuparse por el estilo, lo consideraba una actitud burguesa. Escribía en cualquier sitio, en el café o en el cuartel. “El ser y la nada” es una obra demasiado extensa. Escribe tanto, que sus proyectos de publicación nunca terminan por cerrarse. Husserl (1859-1938), el padre de la fenomenología, tampoco lo hizo mal. Sus obras abarcan cuarenta y cinco mil folios. Y utilizaba una taquigrafía especial. En el libro “En el café de los existencialistas” (Ariel, 2016), Sarah Bakewell describe la odisea que sufrieron sus escritos al llegar los nazis al poder. El proceso de edición de sus obras completas continúa.
          Pero puede haber pensamiento sin escritura, y escritura sin publicación. A lo largo de la historia ha habido y habrá grandes pensadores que no necesitan pasar al papel sus ideas, bien porque les guste dialogar, en el ágora o en los medios de comunicación, bien porque simplemente piensan para un entorno muy reducido. Quizás no les importe la divulgación de sus ideas ni que perduren en el tiempo. Conciben la filosofía más como una actividad práctica que como una producción de documentos. Y los hay que escriben muchísimo y casi no publican.
         Leibniz (1646-1716) quizás sea uno de los autores que más escribió y menos publicó en vida. Doscientas mil hojas en siete lenguas, nos dice Eberhard Knobloch en el artículo “El arte de editar a Leibniz” (Investigación y Ciencia, mayo de 2013). Sus escritos incluyen cartas, tratados, esbozos, comentarios,.. El cuarenta por ciento está escrito en latín, el treinta en francés y el quince en alemán. También hay escritos en inglés, holandés, italiano y ruso. Sin embargo, en vida sólo publicó una obra larga, “Teodicea” (1710). Escribía hasta en los márgenes de los libros y documentos.
          El pensamiento de Leibniz abarcó todas las ramas del saber. Desarrolló el cálculo diferencial e integral, la combinatoria y la lógica. Se le puede considerar uno de los padres de la computación. Diseñó una máquina de calcular y el sistema de numeración binario. En filosofía se preocupó por la relación entre alma y cuerpo, el problema del mal, el conocimiento… La edición académica de sus obras completas está en marcha, pero aún quedan varias décadas para que se complete. En español también hay un proyecto de edición. Este trabajo se coordina desde la Universidad de Granada. Hay previsto publicar veinte volúmenes, con la editorial Comares. En www.leibniz.es se puede conocer el proyecto en su totalidad.

viernes, 2 de diciembre de 2016

LA MÚSICA Y LOS ZAPATOS

   Jamás sabremos dónde comienza todo si no miramos nuestros zapatos rojos. La melodía del recuerdo, de las que ya no están, del que ya no está... Uno piensa que los rostros cambian, los cuerpos cambian y algo permanece, quizás una mirada, un susurro, quizás ese deseo de que todo vuelva a ser como ayer. Jamás sabremos dónde termina todo si no miramos nuestros zapatos rojos. Porque el violín del silencio no tiene piedad, ni la tendrá... Es todo tan extraño... Siempre habrá fotos en las que no apareceremos. Pero también habrá palabras, discursos, símbolos que recojan los anhelos más profundos de aquellos que enseñan y aquellos que aprenden, que son los mismos. Jamás recuperaremos la humanidad si no miramos nuestros zapatos rojos. ¡Y claro que le hemos visto dejar el par de zapatos! ¡Todos lo hemos visto! Ha caminado despacio, guiado por el violín, y entonces, muy serio, se ha girado y nos ha dedicado un gesto inquietante...