miércoles, 23 de diciembre de 2015

ÉTICA DE ROEDORES: ACURRUCADOS

  Cuando el terrible dinosaurio agacha la cabeza, como si estuviera herido, se convierte en el animal más peligroso del bosque. Después de un gran huracán todos buscan refugio. Y el cuerpo desmedido del dinosaurio se presenta como el cobijo perfecto para nuestros miedos o para nuestras inseguridades. Pero es horrible esa escena, la del roedor acurrucado al calor del dañino dinosaurio. Agacha la cabeza, sí, pero todo es un cruel engaño, pues sabe el dinosaurio que el roedor es temeroso y sólo quiere ver cada árbol del bosque en su sitio. Acurrucados, heridos, los roedores creen que han llegado a casa. Son momentos de incertidumbre, momentos en los que el viejo dinosaurio aprieta los grilletes, oscurece los senderos. Mas sabe el filósofo que la incertidumbre es madre de la novedad y que los grandes bichos no están acostumbrados a semejantes cambios. ¡Huid de la certidumbre! ¡Huid de la maldita estabilidad que nos esclaviza! ¡Si sois roedores de verdad, elegid el laberinto, el maldito laberinto de la libertad! ¡Que nadie se acurruque al calor del fétido dinosaurio! Porque sabe el filósofo que sólo de la incertidumbre nacen las nuevas ideas, los nuevos senderos. Y tiempo, tiempo, nos sobra. ¿Acaso no tiene tiempo el oprimido? ¿Qué puede pasar si el presor debe posponer su tortura? Nosotros, los roedores, somos los que creamos el tiempo, con el trabajo. Todo lo demás es robo y miseria planificada. ¡Que esperen los explotadores! ¡Los roedores amamos la palabra, el conflicto y el diálogo! ¡El bosque no tiene límites! Y aquellos que se acurruquen a la sombra del gran bicho, aquellos que quieran la bendita paz del bosque, aquellos, falaces, son las malditas alimañas del bosque. Sabe el filósofo que el tiempo pertence a los desposeídos...

jueves, 17 de diciembre de 2015

ÉTICA DE ROEDORES: EL DÍA

Nadav Kander
   Se acerca el día en el que el dinosaurio será abatido, no por la garra irracional del cráneo hueco, sino por la cordura del roedor, del maldito roedor. La palabra, la vieja palabra, la que resuena en los oscuros recovecos del bosque, sólo la palabra nos librará del gran dinosaurio. Se acerca el día. ¡Que nadie olvide el secreto del bosque! Las sombras acogen la dignidad perdida del roedor. Para recuperarla sólo necesitamos recordar el origen de todo. Porque nada brota sin el trabajo. Se acerca el día. Y el dinosaurio, si sobrevive, seguirá creciendo. ¡Recordad de dónde procede todo! Cada bocado de pan, cada trozo de carbón, cada sorbo de leche, cada idea... Se acerca el día. ¡Que nadie olvide su origen! ¡Que nadie traicione a los muertos! Si el roedor, ajeno a la luz, se enreda en los senderos prefabricados por la bestia, arruinará todo futuro. Huid de los cráneos huecos, porque de ellos se alimenta el gran dinosaurio. Sólo el atinado razonamiento o la afinada sensibilidad nos librarán de los enemigos del bosque, de los salvajes.

viernes, 11 de diciembre de 2015

DODOTIS PARA LAS ZAMBOMBAS

  Entre el orín y la herrumbre accedemos a la calle Francos. Lo de herrumbre lo leí en algún pasaje de la Biblia. Ya saben, contrastes conceptuales para resaltar el verdadero bien. Suena la pandereta entre el olor a orín en el centro de Jerez. Vale, no es muy delicado, pero es la verdad navideña. Le digo a Ana que hay que escribir sobre este asunto tan delicado y me dice que sí, que lo haga.  Es tan bonita la navidad, con su orín y todo. Atravesamos el callejón y nos sumergimos en la podredumbre. Dice Ana que es como una inmersión lingüística... Es la calle Francos... Los renos y los camellos, animales sufridos, reparten regalos, presentes, nunca futuros, porque desde su animalidad saben que el futuro está pohibido en Jerez y en Siria. Si aguantamos la respiración, quizás podamos atravesar el espejo y llegar al otro lado, donde todo es posible y las calles sean calles.

LA REALIDAD SE OCULTA

    No sabemos cuándo, ni lo sabremos, pero hubo un tiempo en el que nos bastaban las apariencias para vivir y sobrevivir. Con una corteza cerebral más compleja, los seres humanos pronto comenzamos a pedir explicaciones, a exigir la verdad. Hubo un momento en el que las apariencias se convirtieron en un obstáculo para conocer la verdadera realidad, su esencia. Se inició así un nuevo sendero, el de la racionalidad, quizás con los griegos, el sendero del logos. Ahora bien, con las verdaderas explicaciones el sentido común se irritó. Ya nada es lo que parece. Resulta que los objetos, que parecían tan verdaderos y naturales en su ser, en su aparecer, ya no son nada, son una mera ficción. Y la realidad está al fondo, oculta, sólo accesible para el que sabe de estructuras, para el matemático.
Ilustración de Miguel Parra
         Hace cien años que Einstein terminaba su teoría de la relatividad general. Con David Hilbert pisándole los talones, aquel empleado de la oficina de patentes, dotado de una imaginación desbordante, encontraba la estructura profunda de la naturaleza. Y la encontraba gracias a aquellos matemáticos que habían explorado nuevas geometrías, espacios definidos con otros axiomas. Lo que en principio parecía un entretenimiento formalista, a la larga, fue el andamiaje de la nueva física.
         Lo que Newton jamás llegó a comprender se aclaró con el concepto de campo de Faraday y Maxwell, el primero intuitivo y el segundo con ecuaciones. Y Einstein, acostumbrado a vivir con campos, ya que su padre trabajaba en centrales eléctricas, descifró el enigma. Tras cien años de relatividad general, seguimos perplejos. Lo que las ecuaciones muestran parece difícil de captar por nuestra imaginación. Las metáforas no sirven si la complejidad es inabordable, inconmensurable. Tanto la teoría de la relatividad, las dos, como la física cuántica suponen un reto creativo apasionante.
         Einstein era capaz de imaginar soluciones, conceptos físicos, dinámicos. La matemática vendría después. Que la gravedad tenga que ver con la curvatura del espacio-tiempo provocada por una masa no parece asunto fácil para el sentido común. Nos cuesta representarlo gráficamente. Implica gran esfuerzo entender eso de que el espacio y el tiempo forman una especie de malla. Una bola de hierro sobre un mantel hunde el espacio, sí, pero nos cuesta entender que también el tiempo. No manejamos todos los planos a la vez ni todas las dimensiones. Nuestra imaginación ha surgido por selección natural, en un entorno de objetos a nuestra medida. Los problemas con los que se enfrentaron los organismos que nos precedieron han sido problemas macro, a velocidades y escalas limitadas, las propias de un mamífero. Nuestra percepción, que emerge de la interacción de partículas elementales, funciona en un mundo de cualidades globales que también emergen de esas partículas. Aunque comprendamos matemáticamente cómo funciona la teoría de la relatividad o la física cuántica, nuestra imaginación debe consolarse con una aproximación.
        Cien años de relatividad general no son nada. Y es una teoría que ha confirmado sus predicciones. La luz se desvía al pasar por una masa como el Sol. El tiempo transcurre más despacio cerca de una masa que lejos de ella. Y como la aceleración es equivalente a la masa, pues un objeto que se mueva a grandes velocidades produce la misma curvatura y el tiempo transcurre más despacio. La gravedad queda por fin explicada: los cuerpos son atrapados por ese hundimiento de la malla. A ver cómo encaja todo esto nuestro sentido común… Resulta que el espacio y el tiempo no constituyen ese armazón fijo en el que transcurren los acontecimientos, los hechos.
            La estructura de la realidad parece sencilla. Unas pocas ecuaciones, simples y bellas, lo explican todo. Una hilera de símbolos es suficiente para describir cómo se comporta el espacio-tiempo o cómo se comportan las partículas elementales. La verificación de las predicciones y el uso tecnológico que hacemos de ellas nos dicen que algo tienen que ver con el mundo real. Todo es tan simple que no lo entendemos a la primera. Todo es tan simple que la complejidad de nuestra vida cotidiana nos ofusca. El excelente libro de Carlo Rovelli “La realidad no es lo que parece”, editado por Tusquets, explica con sencillez todo esto y mucho más.

http://www.diariodejerez.es/article/jerez/2172212/la/realidad/se/oculta.html

jueves, 10 de diciembre de 2015

ÉTICA DE ROEDORES: EL GESTO DE PIRRISKY

 Nadie habrá oído hablar del Gesto de Pirrisky, a pesar de la nobleza del trazo. A los roedores nos gustan esos gestos, los que se pierden en la inmensidad de los días y convierten una mañana cualquiera en una obra de arte. Hominen te esse cogita es el aroma a oloroso que rezuma ese noble esbozo inesperado de Pirrisky, entre los viejos toneles. Si mis escritos pudiesen correponder como es debido... Mas sabe el roedor que toda palabra es vana ante los rostros puros de los muros. Y basta una mirada para descubrir a qué distancia estoy de la verdad...

domingo, 6 de diciembre de 2015

INQUIETANTE COSMOS

   Esa teoría que habla de universos paralelos, quizás infinitos, me tiene desconcertado. Menos mal que es una mera especulación, porque me aterroriza pensar que una de esas infinitas posibilidades consiste en un universo idéntico al nuestro salvo en una cosa, la conciencia. Sí, me da igual que haya miles de universos, sin vida, con vida, hay millones de posibilidades. Pero lo que me asusta es pensar que hay una realidad en otra dimensión donde todo es igual a la nuestra menos en la conciencia de lo que ocurre. Me imagino a seres que han construido una gran civilización, pero sin darse cuenta, seres que han creado arte y literatura, pero no son conscientes de ello, seres que viven como si no viviesen, ajenos a todo lo que ocurre, ajenos a sí mismos. No sé, todo es muy extraño.