viernes, 5 de diciembre de 2014

ÉTICA DE ROEDORES XLI: TENDREMOS

  Tendremos la oportunidad de cambiar de opinión y no lo haremos. Y no será una sorpresa. Nos atravesarán las razones como si fuésemos transparentes. Porque nadie conoce al que fue convencido por argumentos ajenos. Tendremos la ocasión de ver desde otra perspectiva y no querremos, seguro. No sabe el filósofo si es pura cabezonería de andar por casa o imposibilidad genética, sin más. No sabe si es mera estructura de supervivencia o ganas de, bueno, ganas de dar la lata. Tendremos muchas oportunidades de girar, de dar media vuelta y, como mucho, daremos la vuelta entera, para volver a nuestro único sitio, el que no abandonaremos nunca. Tanta retórica para nada. Tanta dialéctica para nada. Tanta erística para nada. Demasiadas palabras para tanta certeza. Sabe el filósofo que las razones huyen, perseguidas por las ideas firmes, por los dogmas. Nadie nos enseñó a ser convencidos, ni a decir que sí, que tienes toda la razón y que mis palabras eran un desatino. Nadie nos enseñó a buscar el silencio de los bosques. Tendremos ocasión de argumentar con los otros, en el mismo sentido, y nos ocultaremos tras la opacidad de nuestros egos. Nadie espera nada de nadie. Ni las sombras esperan la luz. Ni la luz espera las tinieblas. Sólo los dinosaurios saben aprovecharse de esta cabezonería de los roedores. Quizás aprendan a roer su propio orgullo estos malditos roedores. A lo mejor comienzan a despreciar las sólidas pisadas de los dinosaurios. Ellos, tan grandes y pesados, inventaron la lógica del orgullo para protegerse de las grietas y de las erosiones.