viernes, 19 de febrero de 2016

ÉTICA DE ROEDORES: LA VOZ

  Trae la tarde lluvias, nubarrones y oscuridad. Nadie desea cristales ni vidrios. Quizás la luz que nos atraviesa es dañina porque transporta la verdad. Y el dinosaurio enfurecido se revuelve contra los espejos traidores. Se enrosca frente a su imagen, distorsionada por la propia maldad. Nadie desea espejos ni vidrios... Sabe el filósofo que todo es impuro y que la realidad se estremece cuando reconoce su silueta al atardecer. Nadie anhela la luz. Pero la palabra recorre los viejos senderos del bosque para recordar a los roedores que la podredumbre acecha y los días están contados. Trae la noche sombras y miedos pretéritos. A no ser que grites, roedor, todo volverá a repetirse y la miseria de los días disolverá cualquier sueño. Nadie sabe quién nos protegerá de los terribles peligros. Nadie sabe quién nos protegerá de los malhechores. Mas sabe el filósofo que sólo las palabras resistirán y que el silencio será abatido. No hay más senderos en el frondoso bosque.