Paradojas del capitalismo tardío, los ex libris, que en su
momento indicaban la propiedad de un libro, han quedado recluidos en el mundo
de los bibliófilos y en el ámbito de las artes plásticas. Y el libro digital,
con tantas ventajas como tiene, hace imposible su utilización, primero por ser
digital y segundo por el odio que tienen los piratas hacia la propiedad ajena. Quizás
se puedan realizar ex libris digitales. Sin embargo, no sabemos para qué podría
querer alguien personalizar lo que no es suyo, lo que acaba de bajar de una
página. Y si lo ha comprado, está blindado, protegido por el creador y el
empresario. Todos los lectores de libros digitales son iguales…

Si difícil es
plasmar un ex libris en un libro digital, más difícil todavía resulta
conectarlos con la papiroflexia. Todo es posible, desde luego. Pero el aroma
del papel, que tantas pasiones genera en los lectores, está ausente en el libro
digital, de momento. No nos empuja a palpar en tres dimensiones, en figuras de
papel, esos personajes que habitan la imaginación. Hay una continuidad de
sensaciones, esencial para desarrollar la creatividad, que con el libro digital
quizás desaparezca. Todos los lectores de libros digitales son iguales…
Mientras se descargan los archivos, debemos
visitar la muestra de papiroflexia que hay en la Biblioteca Pública. Carlos
Hermoso ha creado esculturas con cartón ondulado. No se trata de una mera
reproducción en cartón de un personaje. Hay mucho más. Cada escultura es una
alegoría. Y ya saben ustedes que tanto las alegorías como las esculturas
requieren que se las rodee. Cada vuelta un significado, cada vuelta una
perspectiva y una sugerencia. Les recomiendo que se agachen, que busquen todos
los ángulos. Con la portada de un libro al fondo verán escenas maravillosas… Verán
cómo los cerdos de “Rebelión en la granja” intrigan con los tres cerditos. Y
los ratones, los malditos roedores, merodeando entre los libros, para roer la
cultura o recoger tu diente… Verán serpientes atravesando libros y libros
desplegando velas. Ni las tumbas ni las rosas ni el rinoceronte quieren
abandonar los sinuosos senderos del lector.
Sean
digitales, sean de papel, lo sé, no hay dos lectores iguales... Y ya lo sé,
escribo en un periódico digital… pero con una sede de papel.