viernes, 15 de mayo de 2015

ÉTICA DE ROEDORES LIX: LOS PLIEGUES

   Al atardecer, cuando la luz nos alarga, los pliegues del mundo se estremecen. Es el instante propicio para comprenderlo todo sin asustarse demasiado. Raros momentos, los de la razón y la sensibilidad. Ser conscientes de ese tramo agónico, ésa es la diferencia. Es el instante en el que los dinosaurios se asustan de sus propias sombras y del ruido de las terribles pisadas. Huyen de sí mismos, porque es el momento propicio. Al atardecer, cuando la mirada se pierde, los pliegues de tu ser se estremecen. Y los bosques adquieren otra dimensión, resonancias de lo más profundo. Las sombras frías de la noche exhiben sus infinitas posibilidades, en el atardecer. Y a lo lejos, las cobardes pisadas. ¡Roedor! ¡Ten mucho cuidado con la lechuza! ¡Sabe más que tú! ¡Y domina las tinieblas! ¡Vive de ellas! Al atardecer, cuando los perfiles se diluyen, los pliegues del miedo se estremecen, porque es el instante donde todo pudo ocurrir...