martes, 11 de noviembre de 2014

NECESITO UN BURRO: ANIMALES Y COMUNIDAD

           En la próxima edición de FEGASUR, la Feria Nacional de Ganadería, habría que incluir dentro de su programa educativo un taller dedicado a la ética y los animales. No basta con saber de dónde viene la carne y los tipos de ganado que existen. También hay que preguntarse por las condiciones en las que se cría, los métodos de los mataderos y el transporte. Según Ursula Wolf, 450 mil millones de animales viven en situación industrial. Además de conocer la importancia económica de este sector, el alumno debería saber si otros modelos son posibles o no.
          En los próximos planes de estudio relacionados con la gestión del sistema sanitario también deberíamos incluir unos créditos obligatorios dedicados a la ética y los animales. Los expertos encargados de controlar las enfermedades contagiosas se han topado con un problema aparentemente nuevo: ¿qué debemos hacer con los animales domésticos en caso de epidemias?
Miguel Parra
          Y en las ciencias experimentales también se debería incluir una materia dedicada a pensar acerca de los tipos de experimentos que realizamos con los animales. Ursula Wolf, en “Ética de la relación entre humanos y animales”, Plaza y Valdés Editores 2014, comenta que en el mundo se emplean cien millones de vertebrados al año.
         Cuenta Jesús Mosterín que en los años ochenta inyectaron el virus de la inmunodeficiencia humana a 200 chimpancés nacidos en cautividad. El experimento fue un fracaso en todos los sentidos, científico, económico y moral. Durante quince años estuvieron encerrados en pésimas condiciones esos chimpancés. Resulta que no sirvieron como modelo. “Ningún enfermo humano del sida obtuvo el más mínimo beneficio de esa tremenda injustica causada a 200 parientes próximos sensibles e inteligentes”. Jesús Mosterín ha dedicado dos libros a los animales. “El reino de los animales”, Alianza Editorial 2013, es una descripción biológica y etológica. “El triunfo de la compasión. Nuestra relación con los otros animales”, Alianza Editorial 2014, plantea los problemas éticos que genera nuestra convivencia con ellos.
         Ni la teoría de la selección natural ni los recientes avances en genética han logrado erradicar de nuestra cultura la idea de que no somos meros animales. Todavía pensamos que hay un corte (ontológico, biológico, teológico,…) entre los seres humanos y los demás seres vivos. Incluso los que conocen la teoría de la evolución hablan de “más evolucionado” o “cumbre del proceso evolutivo”, términos carentes de sentido si nos mantenemos en el plano científico. De una u otra forma pensamos que nuestro estatus ontológico especial genera también un estatus ético especial.
         En las últimas décadas se ha iniciado un cambio. Desde la ética se habla ya de derechos de los animales. Incluso en las legislaciones aparece esta nueva sensibilidad. Ursula Wolf nos recuerda que en el protocolo de la protección de animales del Tratado de la UE de 1997 los animales son considerados “seres que sienten” y que se establece la obligación “de tomar en consideración las exigencias de su bienestar en todo su alcance”. Un giro, pero no suficiente.
         Una vez que asumamos el gradualismo biológico, no nos quedará más remedio que aceptar el gradualismo ético. Si sabemos que los animales sufren y padecen como nosotros, tendremos que revisar aquellas actividades humanas que implican sufrimiento innecesario. Si consideramos que el trabajo genera derechos, habrá que conceder ciertos derechos a los animales que forman parte de nuestra comunidad.
         Los animales domésticos tendrían derecho, por ejemplo, a una asistencia sanitaria, a una educación básica y a un trato que evite los sufrimientos innecesarios. Hemos introducido animales en nuestras casas, en nuestro sistema productivo. Nos aportan riqueza y bienestar. Un perro debería tener derecho a ser educado para convivir con nosotros y a recibir los tratamientos médicos que merece cualquier ciudadano. Si los hombres trabajamos como burros y los burros trabajan como los humanos, el corte ético y político carece de fundamento.

http://www.diariodejerez.es/article/jerez/1897659/necesito/burro/animales/y/comunidad.html