jueves, 20 de noviembre de 2014

ÉTICA DE ROEDORES XXXVI: SECRETOS

  Sabe el roedor que las calles de Jerez esconden secretos, grandes secretos. Cuando la luz del farol atraviesa el cristal, entre dos luces, el roedor descubre trazos gruesos, rastros que la inteligencia regala al bosque, a la oscuridad, trazos invisibles para las terribles pisadas de los dinosaurios. Quizás los grandes y pesados dinosaurios nunca descubran este secreto, quizás. Caerán abatidos por el aburrimiento. Mientras, tras la luz del viejo farol, alguien crea, sin demora, sabiendo que está a salvo de las inclemencias. Quizás recordando al que está detrás del pincel. Aunque hoy el levante nos azota sin piedad, sin remedio, el color nos libra del desasosiego, del recuerdo, de lo que fue, de lo que soy. Sabe el roedor que hay secretos en las viejas calles de Jerez, donde la luz de un farol acoge inteligencia y sensibilidad, donde la creatividad se condensa tras el cartón. Ni el más sabio de los dinosaurios sería capaz de ver tanto color. Sabe el roedor que hay secretos en la empedradas calles de Jerez, donde un farol nos protege de las inclemencias, donde habitarán todos los tiempos, los buenos y los malos.