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Chiharu Shiota |
miércoles, 27 de diciembre de 2017
ARIADNA
miércoles, 13 de diciembre de 2017
VER LO INVISIBLE
Comparadas con las de Galileo y
el telescopio, las aportaciones de Antoni van Leeuwenhoek son mucho menos
conocidas por el gran público. Como ocurrió con el telescopio, el término inventar ha de ser matizado, porque tubos
con lentes ya existían. Lo que hicieron ellos fue mejorar la estructura y el
uso de los aparatos para que fuesen más eficientes y significativos en las
ciencias. Hoy, en un mundo saturado de pantallas y de imágenes efímeras, no
caemos en la cuenta de lo reciente que es esta infinita pluralidad de mundos
que nos aportan los instrumentos de observación. Los primeros investigadores de
lo pequeño se quedaban extasiados ante los seres vivos más diminutos que se
conocían: los insectos.
La editorial Acantilado acaba de publicar “El ojo del
observador. Johannes Vermeer, Antoni van Leeuwenhoek y la reinvención de la
mirada”, de Laura J. Snyder, historiadora y profesora del St. John´s University
en Nueva York. El libro nos habla de dos ilustres habitantes de la ciudad
neerlandesa de Delft: Vermeer es muy conocido por sus cuadros, como “La joven
de la perla”; Leeuwenhoek por su crucial
papel en la mejora y el uso del microscopio. Pero no hay pruebas de que se
llegasen a conocer personalmente. El texto va narrando las dos vidas, en
paralelo. Nos describe el contexto social y cultural de los Países Bajos, las
condiciones económicas y técnicas que hicieron posible la aparición de una
nueva forma de mirar la realidad en el siglo XVII.
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Miguel Parra |
En el siglo XVII hubo un gran progreso en la fabricación de lentes
de buena calidad. Eran muy útiles en el negocio de los tejidos. Las necesitaban
para ver el número de hilos de los paños. Su uso se generalizó, así que saber
pulir lentes sin imperfecciones era un trabajo muy valorado. Era tan importante
que algunos científicos las pulían ellos mismos, según sus necesidades. Fueron
utilizadas en varias actividades, entre ellas la pintura. A lo largo de libro
se analiza el uso de lentes, espejos y cámaras oscuras por los grandes pintores,
como Johannes Vermeer.
Las lentes cambiaron el modo de ver también de los
científicos. Los investigadores sobre la luz y los colores utilizaron lentes
para comprender tanto la naturaleza de la luz como el funcionamiento del ojo
humano. La cámara oscura, con la ayuda de lentes y espejos, ofreció un modelo
de la visión humana. Las viejas y persistentes teorías sobre los efluvios que
salen del ojo hacia el objeto comienzan a dejarse a un lado en favor de otros
modelos con mayor apoyo experimental. La cámara oscura también se utilizaba con
fines topográficos. Construir cámaras oscuras portátiles supuso otro reto
técnico.
Hooke y Leeuwenhoek utilizaron
diferentes tipos de microscopios. Los de Hooke eran de dos lentes y los de
Leeuwenhoek, construidos por él mismo, solo de una. En su libro “Micrografía”, Hooke reunió todas las observaciones
que había preparado para la Royal Society: corcho, hojas, arañas, pulgas,
agujas… Leeuwenhoek fue más allá, tanto en los métodos de observación como en
los temas. Se convirtió en un observador sistemático que enviaba por carta sus
logros a la Royal Society. Y accedió a la vida microscópica: glóbulos rojos,
esperma, tejidos, nervios… y ¡seres diminutos habitando en una gota de agua de
un lago! Estas minuciosas y complejas observaciones abrieron nuevos horizontes para
la biología, la medicina y la filosofía. Se tenía acceso a un mundo hasta
entonces invisible, un mundo que parecía divisible hasta el infinito. Los
mecanismos de la vida comenzaban a ser desvelados y las teorías sobre la
reproducción y propagación de los seres vivos debían ser revisadas. La realidad
era mucho más compleja de lo que parecía. Y había que confiar en los
instrumentos para conocerla.
sábado, 2 de diciembre de 2017
viernes, 17 de noviembre de 2017
Kaleidos
“El artista es un ludópata:
juega con las infinitas posibilidades del mundo para crear belleza. Y apuesta
su vida en ello”. Max Zoster escribió este pensamiento en una fecha crucial de
su vida intelectual. Eran los años sesenta: los artistas ya no sabían si eran
modernos o posmodernos. Zoster, crítico de arte y filósofo, tiene un gran
dilema. No sabe si continuar con su vieja pasión por la belleza o lanzarse de
cabeza a los infinitos mundos del arte conceptual. Su desazón estética le
conduce a una lectura inesperada: “A treatise on the kaleidoscope”, de David
Brewster, un estudio de 1819. Aunque Zoster se perdió entre espejos, lentes,
reflexiones y refracciones, no tardó en percatarse de que no hay concepto sin
belleza. Porque no hay mayor riesgo que construir formas bellas y elegantes…
“Los colores sin conceptos son aburridos. Los conceptos sin colores son mucho
más aburridos…” Y pensó Max Zoster que la clave se hallaba en el viejo tubo
mágico, por eso lo investigó. Pero el caleidoscopio, ajeno a sus inquietudes,
sólo le ofreció una difusa metáfora…
Tarde o temprano los artistas y
los filósofos recuerdan que toda creación artística o intelectual gira
alrededor de la verdad, el bien y la belleza. Por eso la conversación entre
ellos suele ser un noble juego del que brotan inquietantes mundos.
Miguel Parra Boyero es Licenciado
en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. Desde 1985 viene participando en
numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas. Colaborador de La
Voz del Sur en la sección Negro sobre
negro, sus trabajos han aparecido en la revista Cambio 16, Diario de Jerez,
National Geographic y la revista digital de humor “La kodorniz”. Ha dado
charlas como ilustrador para el Centro Andaluz de las Letras y para la asociación
“La casa de las palabras” de Jerez. También ha ilustrado libros para los
escritores Juan Manuel López, Manuel Bernal, Eliacer Cansino, Silvia Álvarez,
Carmen Gil y José Antonio Antón entre otros.
martes, 14 de noviembre de 2017
EL JUEGO
De
pequeños, cuando estábamos jugando, de vez en cuando llegaba alguno que
interrumpía, decía que quería jugar pero no cumplía las reglas, hasta que nos
enfadaba y le decíamos “no sabes jugar”. Que te digan “no sabes jugar”, en ese
sentido, no resulta nada agradable, porque sabes que no se refieren al
conocimiento de las reglas, sino a algo más importante, al pacto implícito que
supone aceptarlas. Cuando llega el que no sabe jugar, todo se desbarata y la
actividad lúdica se disuelve. Ese pacto implícito que fundamenta cualquier
juego puede ser trasladado a gran parte de las dimensiones humanas. Hay quien
sabe entrar en el juego fácilmente y hay quien no termina de comprender a qué
se juega.
Existen tantos tipos de juegos que es muy arriesgado ofrecer una definición que abarque todos. Quizás en todos ellos haya al menos un participante y al menos una regla. El objetivo de los juegos es simplemente seguir sus reglas, sin buscar nada más. No seguirlas o tomar el juego como un medio para otros fines externos implica abandonar el juego. Es una actividad autosuficiente en la que mostramos inteligencia y sociabilidad. Jugar uno solo también es una actividad social: además de arrastrar las competencias lingüísticas y sociales adquiridas en comunidad, el que juega en soledad se desdobla, se autoimpone normas y, si no hay nadie delante, hasta se hace trampas…
Existen tantos tipos de juegos que es muy arriesgado ofrecer una definición que abarque todos. Quizás en todos ellos haya al menos un participante y al menos una regla. El objetivo de los juegos es simplemente seguir sus reglas, sin buscar nada más. No seguirlas o tomar el juego como un medio para otros fines externos implica abandonar el juego. Es una actividad autosuficiente en la que mostramos inteligencia y sociabilidad. Jugar uno solo también es una actividad social: además de arrastrar las competencias lingüísticas y sociales adquiridas en comunidad, el que juega en soledad se desdobla, se autoimpone normas y, si no hay nadie delante, hasta se hace trampas…
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Miguel Parra |
El concepto de juego es muy útil para comprender a los seres
humanos. Nos proporciona metáforas muy fructíferas para desentrañar nuestra
naturaleza. Comprender significa llevar a cabo isomorfismos y traslaciones. En
las estructuras de los juegos hallamos reglas, límites, jugadores, jueces,
premios, castigos, riesgo, diversión, competición, tiempos, espacios, clasificaciones…
Nos viene muy bien, por ejemplo, para analizar el terreno de la política y el
ámbito del arte.
Las constituciones establecen las reglas de juego de la vida
social y política de un país. Los ciudadanos y las instituciones somos los
jugadores. Hay infinitas jugadas válidas dentro de ese marco. Una vez aprobada,
resulta incoherente intentar quebrantarla. La evolución del juego puede exigir
alguna modificación de esas normas, pero deben estar de acuerdo todos los
participantes. Como ocurre en los deportes, esas modificaciones sólo se
realizarán en caso necesario y evitando aniquilar la esencia del juego. La
metáfora puede extenderse y hablar de equipos, competiciones, clasificaciones,
sobre todo si pensamos en los procesos electorales.
Las obras de arte también son algo parecido a un juego, en
este caso planteado por el artista. Contemplar un cuadro, sea del estilo que
sea, supone aceptar un conjunto de reglas autónomo, diseñado por el pintor. En
un cuadro realista aceptamos el juego de la perspectiva, la profundidad, el
color, las proporciones… Ahí parece fácil porque es similar a las reglas de la
percepción que manejamos diariamente. Sin embargo, con los estilos no
figurativos entrar en el juego puede resultar más difícil, ya que el pintor te
pide que asumas un conjunto de reglas totalmente nuevo, ajeno a la percepción
diaria. Y en el arte conceptual, en una instalación, el creador pretende que
entres en el juego de cuestionar las reglas del arte, de la sociedad o de la
obra que te está ofreciendo. ¿Se imaginan a un espectador que va a ver un
partido de baloncesto pensando que todos los deportes se rigen por las reglas
del fútbol? Pues eso le ocurre al que observa arte abstracto y busca figuras
con significado, o al que visita una instalación y no encuentra belleza formal.
domingo, 12 de noviembre de 2017
BURBUJAS
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Khaled Youssef |
https://laandalucia.org/burbujas/
martes, 10 de octubre de 2017
EL ASOMBRO
Señalas con el índice y dices
que ahí existe un abismo, algo sublime, una complejidad inquietante… Señalas un
bolígrafo rojo y preguntas dónde está el color rojo… Señalas tu propia mano y preguntas
por qué es sólida si en su interior todo es actividad… ¿Y cómo es posible que
el cerebro, compuesto de átomos, sea consciente de lo que le rodea y maneje
ideas…? Donde tú muestras asombro los otros sólo te devuelven indiferencia.
Como dice el artista Manuel del Valle, donde debería haber asombro sólo vemos
la cara imperturbable de Buster Keaton.
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Miguel Parra |
Una de las tareas ineludibles de los maestros sigue siendo
propiciar la capacidad de asombro. Y utilizo el verbo propiciar porque los
otros que se me ocurren quizás sean excesivos. No sé si es posible enseñar a
asombrase, comunicar el propio asombro o simplemente contagiarlo, como si de un
virus o una emoción se tratase. Propiciar es más modesto, y sólo implica crear
las condiciones necesarias para que fermente ese espasmo intelectual que
denominamos admiración.
La filosofía, las ciencias y las artes parten del asombro
intelectual ante lo que nos rodea. Si somos incapaces de propiciarlo, la
creatividad, la innovación, el razonamiento y todas las capacidades
cognoscitivas no arrancan. Nos llama la atención cómo los grandes pensadores
detienen el tiempo para contemplar un detalle del mundo que para nosotros ha pasado
totalmente desapercibido. Esa actitud del sabio no es algo anecdótico, una
peculiaridad del carácter, sino uno de los pasos imprescindibles del método
científico y artístico. Por lo tanto, en los sistemas educativos habría que
pensar actividades que la propicien.
Aristóteles decía que
la filosofía y las ciencias surgen de la admiración que sentimos ante la
naturaleza. Cualquier hecho rebosa de complejidad, tanto si miramos las
estrellas, un campo de algodón o un insecto. La organización de la materia, en
lo micro y en lo macro, nos emociona. La inmensidad nos invade y emerge lo
sublime, esa sensación de infinitud que contrasta con el reconocimiento de
nuestra pequeñez. Pero también los asuntos éticos provocan asombro. Cuando nos
indignamos ante una injustica o alabamos una conducta honrada, decimos: ¿cómo es posible? El cielo
estrellado sobre nosotros y la ley moral dentro de nosotros, como señalaba
Kant.
Hoy poseemos tanta información y fluye de forma tan rápida
que nada nos sorprende, nada nos atrapa el tiempo suficiente como para que
brote la pasión por saber, por conocer algo a fondo. Cuando sentimos asombro,
reconocemos nuestra ignorancia, decía Aristóteles. Sin embargo, en la sociedad
de la información nadie se siente ignorante. Los infinitos flujos de
información aniquilan cualquier posibilidad de pararnos a reconocerla. Todos
tenemos muchos datos a nuestra disposición, información potencial. Creemos
saber mucho porque podríamos saber mucho. En un mundo acelerado, abarrotado de
pantallas cambiantes, nadie experimenta el vértigo ante lo que desconocemos.
Los flujos de información son más rápidos que los flujos de nuestra conciencia
reflexiva. La efímera curiosidad y la volátil sorpresa han sustituido al
verdadero asombro ante la realidad.
No dejamos tiempo al mundo para que nos intimide. Así
tampoco es posible la verdadera literatura. El poeta José Mateos suele decir
que la poesía nace del asombro ante las cosas más sencillas. Y nos remite a los
primeros filósofos, los presocráticos. Si no somos capaces de aturdirnos ante
lo milagroso de la existencia de cualquier ser, por insignificante que nos
parezca, la poesía y la ciencia no tienen sentido.
Que las cosas no nos afecten y pongamos
cara de Buster Keaton tiene terribles consecuencias. Todos los poetas afirman
que la poesía desarrolla nuestra sensibilidad. Nos vuelve mejores observadores
del mundo, condición necesaria para la creatividad artística y científica. Y
esa sensibilidad, como dice Pedro Sevilla, es la que también utilizamos para
detectar las injusticias y el sufrimiento de los demás.
http://www.diariodejerez.es/jerez/asombro_0_1180382249.html
viernes, 6 de octubre de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: TRAPOS
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Chiharu Shiota |
jueves, 5 de octubre de 2017
DISCURRIR
La nostalgia es peligrosa porque puede ser revolucionaria: nos negamos a abandonar aquellos momentos felices... Bueno, quiero decir que nos negamos a abandonar el recuerdo de aquellos tiempos felices... Y esos espacios no los controla nadie. Ni el mayor poder absoluto es capaz de aniquilar nuestras singulares experiencias. ¡Tendréis que discurrir mucho para acabar con ese rincón de libertad!
miércoles, 27 de septiembre de 2017
LA LEY
La conciencia de la ley entre los ciudadanos es muy extraña. No me imagino a la gente animando con aplausos a nuestros agentes para que realicen un control de velocidad o un registro en un despacho.
domingo, 10 de septiembre de 2017
VÍSCERAS
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Francis Bacon |
martes, 5 de septiembre de 2017
¿QUÉ HACER CON EL NACIONALISMO?
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Zimoun |
Ni la izquierda ni la derecha saben qué hacer con él. La
clase trabajadora no entiende de patrias ni de fronteras, dirán unos. La nación es
una, indivisible, dirán otros. La nación, dirán unos, está formada por la
clase trabajadora, no por los parásitos burgueses. La nación, dirán otros, ha
sido construida por los empresarios, emprendedores, gente que, además de
arriesgar su capital, protege en su castillo las esencias de la tradición. Y
los demócratas a secas, los que afirman que todo lo decide el pueblo, no lo
tienen menos difícil, porque nada puede ir en contra de la Constitución,
elegida por el pueblo. Aunque nada hay más democrático que votar para cambiar
esa Constitución o para diseñar un nuevo Estado.
miércoles, 23 de agosto de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: LA PANZA Y EL LOMO
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Conjunto de Mandelbrot |
Los malditos roedores comenzaron a sospechar que vivían en el lomo, quizás la panza, de un terrible dinosaurio. A lo mejor, dijo el roedor de la cueva, todo el bosque, incluso todo el universo, tiene la forma de un horroroso dinosaurio. Lo que es cierto, sentenció el de ojos grandes, es que parece inabarcable, ya estemos sobre la panza o el lomo. Veo que de las vísceras no habláis, advirtió el de dientes gastados, y toda esta podredumbre no son sino sus entrañas. No es cuestión de biología, ni de anatomía, gritó el de voz de mosquito. Todo se explica con la geometría, continuó. Jamás acabaréis con la terrible bestia porque es un hijo de Mandelbrot. La geometría del terror repite siempre la misma estructura. Si nos alejamos, aparece el gran bicho. Si nos acercamos, cada una de las partes es esa misma forma, hasta el infinito. He aquí el mundo que habitáis, señaló con las manos extendidas, un mundo sin centro, dominado por fuerzas que se regeneran sin piedad, un mundo creado por vosotros, que modeláis el panal del dolor con cada una de vuestras miserias. Sólo cuando alzáis la vista y contempláis las estructuras lejanas, o cuando sufrís la gran pisada, sólo entonces os quejáis. Porque todo es lo mismo y todo se repite. Y sabe el filósofo que ser consciente de esta geometría no es poco.
jueves, 3 de agosto de 2017
EL SELLO
Me gustaría saber escribir en espiral. Y no me refiero a los caligramas, claro. Hablo de esa escritura que es capaz de describir el viaje de un fotón desde una estrella, un viaje de ocho minutos y pico. Esa escritura acompañaría al fotón desde el Sol hasta una espiral de piedra, quizás el sello de nuestra galaxia. Y las palabras intentarían captar el momento en el que esa partícula rebotara en la enrevesada piedra y alcanzara el ojo y el cerebro de Ana. Me gustaría saber escribir en espiral para felicitar a esa extraña forma, sello galáctico, que ha estado esperando tantos millones de años este momento. Y pensar en espiral, cómo no, y recorrer la escalera de caracol que comunica las regiones más espesas de mi cerebro con las formas generadas por la naturaleza. Escribir en espiral me permitiría atrapar el movimiento infinito de mis ideas en una piedra eterna que, con el tiempo, fuese el combustible del que se alimentase una nueva estrella. Y de ella saldría un fotón que, seguramente, no iba a tener tanta suerte.
miércoles, 26 de julio de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: SENTADO
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Amancio González |
El terrible dinosaurio se ha sentado a descansar, dijeron algunos roedores. Otros, no tan confiados, gritaron que era una trampa, porque los terribles dinosaurios jamás descansan. ¡Qué desbarajuste! Agazapados, observan la escena. La bestia habla delante de unos seres extraños, quizás sean trasgos o títeres. ¡Extraños personajes! El terrible dinosaurio es un ignorante, susurró uno de los roedores. Otro, muy dado a las fantasías, confesó haber soñado que el gran dinosaurio se bañaba en el Leteo durante largas horas, tantas, que olvidó dónde había dejado la ropa. Algún trago daría, pensaron todos. Es la reencarnación de Sócrates, sentenció, por fin, el roedor más sabio y guasón. ¡No veis que sólo sabe que no sabe nada! La terrible bestia agitaba la cabeza, de unos a otros, sentado, para descansar del cruel trajín de los días, sentado, para meditar sobre la existencia de otros mundos, sentado, para recordar a los viejos roedores que un dinosaurio jamás se sienta para descansar... Mas sabe el filósofo que la madera de las sillas brota de los bosques y que no todos los bancos son de madera. Arrancarán los olmos para que los carpinteros construyan sillas cada vez más confortables. Y veremos grandes espectáculos, incluso de marionetas... Sabe el filósofo que no todos los bancos son de madera.
lunes, 10 de julio de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: PODER DENDRÍTICO
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Mondrian |
Mientras los roedores discutían sobre el nombre del bosque, los árboles morían de sed. El bosque, dijo uno, nunca ha tenido nombre. Si hay bosque, dijo otro, es porque a nadie le importó el nombre. Mientras los roedores debatían sobre el homenaje a los roedores aplastados, los arbustos morían de sed. Los roedores no necesitamos estatuas, dijo uno, nunca las hemos necesitado. Si hay arte, dijo otro, es porque a nadie le importó qué es el bronce. La sed nos acorrala, dijo otro, y no sabemos de dónde procede, pues nadie observa las fuentes ni las nubes. Mas sabe el filósofo que sólo los sueños sombríos traerán luz, aunque sea tarde. Y sabe que el poder dendrítico, el que se va por las ramas, acaba con cualquier atisbo de racionalidad. En el enmarañdo bosque es algo que comparten los roedores más avispados con los terribles dinosaurios. Es un poder difuso, que se enreda y genera un bucle sobre sí mismo, para no recordar, para no crear. Sabe el filósofo que habrá que esperar a que emerja otro poder, radical, sin aspavientos ni tormentas.
martes, 13 de junio de 2017
LO HUMANO
Todo término filosófico, decía
Adorno, es la cicatriz endurecida de un problema no resuelto. Es lo que ocurre
con el concepto “humano” y sus
derivados. Aclarar qué nos hace humanos es el motor de la actividad científica,
filosófica, literaria y artística. Pensar implica necesariamente analizar qué
nos define como especie y qué lugar ocupamos en el universo. Para Kant, la
pregunta por el ser humano incluye a las demás: queremos saber qué podemos
conocer, qué debemos hacer y qué nos cabe esperar.
Es interesante analizar en qué casos aplicamos el adjetivo inhumano. Decimos que es inhumano hacer
sufrir innecesariamente a una persona, pero no decimos que la corrupción
política sea un acto inhumano. Es sinónimo de irracional. Y otra vez de la mano
de Kant: lo inhumano atenta contra la dignidad. La persona es un fin en sí
mismo, no es un medio ni un instrumento. No somos un objeto más. Lo humano,
según el enfoque ilustrado, brota de la racionalidad, que abarca tanto la
sensibilidad como el entendimiento.
Desde
el punto de vista evolutivo es difícil determinar en qué momento surge lo
humano. Se trata de un largo proceso de selección natural. Los restos fósiles
nos hablan del tamaño del cráneo, de las estructuras óseas, de las
herramientas, del desgaste de los dientes… Quizás nunca sepamos en qué momento
surgieron el lenguaje y la conciencia. La capacidad simbólica implica vivir en
grupos y acordar el significado que atribuimos a un signo. Lo humano, entonces,
aparece asociado al hecho de vivir en familias y grupos. Compartimos muchos
rasgos con el resto de los primates. Y no hay una línea de demarcación entre
nosotros y los demás animales. Dice Frans Waal que los seres humanos podemos
ser tan agresivos como los chimpancés y tan solidarios como los bonobos.
También va a ser difícil precisar en qué momento vamos a dejar de ser humanos…
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Miguel Parra |
Las ciencias son hoy tecnociencias, es decir, conocemos para
transformar. De ahí que el humanismo haya dejado paso al transhumanismo y al
poshumanismo. La tecnología nos permite modificar la naturaleza humana. Ya no nos
conformamos con reparar nuestros cuerpos, ahora queremos mejorarlos. La esencia
del ser humano pasa a ser un proyecto de las tecnociencias.
Luc Ferry en “La revolución transhumanista” (Alianza
Editorial, 2017) aborda este nuevo debate. Las nuevas tecnologías son conocidas
por el acrónimo NBIC: nanotecnologías, biotecnologías, informática (big data,
internet de las cosas) y cognitivismo (inteligencia artificial y robótica). El
transhumanismo tiene como objetivo mejorar la condición humana: no sólo
reparar, curar, sino también perfeccionar, aumentar nuestras capacidades. Para
lograrlo, dice Ferry, este movimiento tiene a su disposición grandes medios
materiales y científicos. El transhumanismo está a favor de un uso intensivo de
las células madre, la clonación reproductiva, la hibridación hombre/máquina, la
ingeniería genética y las manipulaciones germinales. No hablamos sólo de curar
enfermedades. Incluso la vejez y la muerte son males que hay que evitar si es
técnicamente posible.
Ya los pensadores ilustrados, como Condorcet, hablaron de
mejorar, a través del método científico y la técnica, la vida del ser humano. Luc
Ferry aclara que dentro del transhumanismo hay dos corrientes. Por un lado
están los que simplemente quieren mejorar la especie humana sin renunciar por
ello a su humanidad. Por otro, están “los que abogan por la tecnofabricación de
una posthumanidad para la creación de una nueva especie, hibridada en su caso
con máquinas dotadas de nuevas capacidades físicas y de una inteligencia
artificial infinitamente superiores a las nuestras”. Señala Ferry que la
pregunta clave es: ¿se trata de que lo humano sea más humano (es decir, mejor,
al ser más humano) o lo queremos deshumanizar, engendrando artificialmente una
nueva especie, la de los posthumanos?
El transhumanismo parte de un
racionalismo materialista y una ética utilitarista. No hay ninguna razón para
negarse a mejorar la especie humana, si lo que deseamos es acabar con la
miseria y el sufrimiento. El transhumanismo es optimista: las tecnociencias
podrán resolver casi todos los problemas. También es consciente de los riesgos,
por eso apela a la prudencia, pero no a la prohibición. Es la razón misma la
que puede regular todos estos procesos sin que se nos vayan de las manos.
sábado, 27 de mayo de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: INMINENCIA
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J. Pollock |
Y nadie sabe por qué uno sigue, sobrevive, como si todo significase algo. Deberíamos haber aprendido a vivir los días, los instantes, los momentos que se desvanecen... Pero toda enseñanza es inútil ante semejante desatino de la naturaleza. No hay inteligencia que sea capaz de hilvanar la miseria de los días. No hay intuición capaz de entrelazar las angustias diarias, porque este universo carece de... Pensamientos de un maldito roedor, aturdido por la inminencia del desastre, claro, nada especial en este cosmos. Y nadie sabe por qué uno sigue, como si la sombra de los olmos fuese un regalo. Deberíamos haber aprendido a descifrar el código de los días en la niñez, cuando el tiempo era infinito. Pero ahora, con la conciencia a pleno rendimiento, nos faltan los días, claro, y las noches. Arrastramos ocultos misterios, falsos, enrevesados dilemas, falsos, todo tan hiriente...
viernes, 12 de mayo de 2017
TABLAS
Somos guerreros y nada nos asusta porque de nuestro lado están los pinceles y los colores, las ideas y las miradas. Somos guerreros, dice el maldito roedor, como si no supiese que vivimos en los valles, tan misteriosos siempre...
martes, 9 de mayo de 2017
LAS IDEAS NI SE CAZAN NI SE PESCAN: SE CULTIVAN
El
viernes concluyó la V Feria de la Ciencia en la Calle, uno de los
acontecimientos culturales más importantes de la ciudad. Y lo es por muchas
razones. Todos estamos de acuerdo en que sirve para que los alumnos pongan en
práctica los métodos científicos y para acercar las ciencias a los ciudadanos. Pero
no sé si nos hemos parado a pensar en qué papel representan la imaginación y la
creatividad en este tipo de actividades. Los alumnos preparan experiencias en
sus centros y luego las exponen para que los visitantes aprendan y disfruten.
Ese trabajo experimental, práctico, posibilita que los estudiantes se acerquen
a la ciencia real y desarrollen tanto la creatividad investigadora como
divulgadora. Porque es en esa dimensión práctica donde entramos en contacto con
los materiales, con los procesos, con los aparatos y con el contexto de
descubrimiento.
Si para ser creativo en literatura es necesario ponerse a
escribir, para serlo en el ámbito de las ciencias hay que impregnarse de
experiencias. Lo que en los libros de texto es un apéndice anecdótico pasa ahora
a ser algo esencial. Ya que en ciencia también se aprende a usar la imaginación,
como en las artes. Reproducir un experimento conocido implica conocer las leyes
de la naturaleza, el método experimental, la lógica de la investigación y cómo
surgen las ideas nuevas..
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Miguel Parra |
Los enfoques excesivamente racionalistas nos han transmitido
un sistema de valores epistémicos que quizás haya que revisar a fondo. La
imaginación creadora no ha recibido la atención que merece. O bien se la
trataba como algo misterioso o bien como algo irracional. Por un lado estaban
los conceptos y por otro las imágenes. Los conceptos son universales, generales
y objetivos, incluso matematizables. Sin embargo, las imágenes son
particulares, borrosas, subjetivas, poco lingüísticas… La imaginación, reproductora o creadora,
aparecía como una capacidad importante, pero secundaria, ajena al verdadero
conocimiento. Deberíamos explorar esas zonas intermedias donde imágenes, ideas
y conceptos son difíciles de separar.
¿Cómo surgen las ideas? Jorge Wagensberg acaba de publicar “Teoría de la creatividad”, en la editorial Tusquets, dentro de la colección “Metatemas. Libros para pensar la ciencia”. Es doctor en física y profesor de teoría los procesos irreversibles en la Universidad de Barcelona. Es un gran divulgador y uno de los mayores expertos en museos de la ciencia. Ha publicado ya más de veinte libros sobre pensamiento científico. Sus obras siempre son un diálogo abierto, en el que aparecen conocimientos de diferentes ámbitos. Su experiencia como científico y divulgador le permite llevar cabo una reflexión original, sin las ataduras de los sistemas filosóficos.
¿Cómo surgen las ideas? Jorge Wagensberg acaba de publicar “Teoría de la creatividad”, en la editorial Tusquets, dentro de la colección “Metatemas. Libros para pensar la ciencia”. Es doctor en física y profesor de teoría los procesos irreversibles en la Universidad de Barcelona. Es un gran divulgador y uno de los mayores expertos en museos de la ciencia. Ha publicado ya más de veinte libros sobre pensamiento científico. Sus obras siempre son un diálogo abierto, en el que aparecen conocimientos de diferentes ámbitos. Su experiencia como científico y divulgador le permite llevar cabo una reflexión original, sin las ataduras de los sistemas filosóficos.
Jorge Wagensberg dice en su “Teoría de la creatividad” que
siempre se parte de una paradoja, que es “un indicio de una idea ausente”. Las
paradojas no hay que esconderlas o pasarlas por alto porque son precisamente el
mayor estímulo para el conocimiento: “La escuela cultiva muchos aspectos de la
cultura humana excepto quizás el más importante: la creatividad. Una reforma
educativa que favorezca la necesidad y capacidad de crear empieza por trabajar
las paradojas”.
Las ideas nuevas, según Jorge, surgen de tres maneras: por
intuición del mundo, por comprensión del mundo y por concepción del mundo. “Una
intuición es un suave roce entre lo ya comprendido y lo aún no comprendido,
entre lo observado y lo aún no observado”. Se puede intuir por analogía, por
combinación o por extensión. Una idea puede salir de su contexto y servir para
generar otra idea en otro contexto. De la combinación de varias ideas antiguas
puede surgir una idea nueva. Y también puede ocurrir que reconozcamos el verdadero alcance de una
vieja idea, que permanecía sin desarrollar. Surge una idea por comprensión
cuando, después de haber acumulado observaciones y datos, damos con la clave
que hace que todo encaje y tenga sentido. Un ejemplo sería la teoría de la
selección natural. Y por último, surgen ideas nuevas por concepción global del
mundo. Son más escasas, porque supone introducir una nueva visión de la
realidad. Un ejemplo sería la teoría de la relatividad.
http://www.diariodejerez.es/jerez/ideas-cazan-pescan-cultivan_0_1134187057.htmllunes, 8 de mayo de 2017
TIEMPO CREADOR
Cada segundo, cuando las certidumbres
se derrumban, aparece ese instinto creador que recupera lo perdido y adormece
los dolores.
Cada
segundo, cuando las dudas se esconden, aburridas de esperar, brota la traidora
racionalidad que nos distingue de las piedras.
Cada
segundo, cuando los sentidos se ofuscan, nace el noble deseo de construir otro
universo con una caja de cartón.
Lo que sabe la física y la biología no
nos sorprende ni intimida. Como seres materiales, formamos parte de un continuo
de espacio y tiempo. Somos partículas, átomos, energía. Somos estructuras vivas
que retienen por un instante el caos y la dispersión. Todo tiende al desorden,
a enfriarse, a diluirse. Y la filosofía, junto con las religiones, recurre a
las metáforas para dibujar este flujo: línea recta, flecha, círculo, espiral o
laberinto. Mas saben los filósofos que nuestra percepción del tiempo siempre es
interesada. Esa es una de las trampas de la autoconciencia. Aunque sabemos que
somos masas que deforman ese espacio-tiempo y que la aceleración de un cuerpo
curva esa malla esencial, también sabemos que, para los humanos, tiempo es
pasar el tiempo, perder el tiempo, no tener tiempo o pensar el tiempo.
Materia
organizada: si miras tu mano o tu cara, hallarás pliegues ocultos, tramas
numéricas, reacciones encadenadas.
Materia
desorganizada: si miras tus arrugas y sientes tus dolores, descifrarás el
lenguaje del desgaste y la erosión.
Materia
consciente: si miras tu mirada, te reconocerás como ser pensante que atraviesa
el espejo para no volver.
Los senderos creativos nos sirven para
acabar con el aburrimiento. Todas las vanguardias artísticas del siglo XX han
intentado aniquilar la monotonía adormecedora del capitalismo y la sociedad de
consumo. El aburrimiento del que hablamos es sinónimo de alienación, de
cosificación o de embrutecimiento. Cada uno a su manera, desde el cubismo al
arte conceptual, todos han concebido el arte como una forma de erosionar la
maquinaria del tedio. Han retorcido la materia para definir nuevos territorios,
ajenos a la rutina mercantilista, ajemos al hastío de nuestras mentes. Las
vanguardias anhelan situaciones inesperadas, conscientes e inconscientes, situaciones
que alteren el orden establecido. No concebían un arte que no fuera subversivo.
Eres
la espiral de los días: tu huida carece de sentido si es sólo huida.
Eres
el bucle de los días: jamás saldrás del laberinto sin la conciencia poética del
desastre.
Eres
un maldito roedor enjaulado en un reloj de arena: si huyes del juego de las
tardes, nunca conocerás la esencia de los ritmos y la pureza de las mañanas.
La revolución cultural consiste en una
toma de conciencia: nos damos cuenta de que la maquinaria del tedio controla
nuestros tiempos, los crea, domina nuestro ritmo vital para atrapar nuestras
mentes. Si la obra de arte es un juego, actividad con reglas, entonces el
tiempo es apresado por ese juego. La actividad artística se basta a sí misma.
Quien entra en el juego poético no espera nada más, si es un verdadero poeta.
El juego creativo y contemplativo pretende dominar los tiempos de espera, para
acoplarnos a los ciclos naturales. Y la liberación implica la dialéctica entre
autonomía formal y crítica de las estructuras de poder.
Deseas
otras constelaciones: por eso escribes, pintas o cantas, porque esa sintaxis
desmorona los viejos cimientos y atasca los engranajes.
Deseas
otra anatomía: otros brazos, otras piernas, otro universo, otros estilos, otras
formas de contar el derrumbe.
Deseas
otros senderos, otras formas de pensar. Porque sabes que sólo la creación de
tiempo no administrado puede ofrecerte libertad. Las artes y las ciencias, si
son originales, arriesgadas, generan grietas en el hormigón del tedio diseñado
por la clase dominante.
domingo, 7 de mayo de 2017
La ideología consiste en subirse al burro y no bajarse ni a tiros, aunque no te muevas. La ideología consiste en tener una idea simple y luego intentar deducir de ella todo, aunque sea imposible. La ideología consiste en hacer pasar una justificación de un privilegio por pensamiento libre, en nombre de la humanidad.
viernes, 28 de abril de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: EL RAYO
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Francis Bacon |
Un rayo lo ha despanzurrado. Y el bosque, enturbiado, casi perece. Los malditos roedores jamás habían presenciado el avance cruel de la infinita inmundicia. Gracias al vientre descomunal de la bestia, han conocido el abismo, tan sublime, tan pegajoso... Ni Giordano Bruno se atrevió a pensar tanta extensión, tanta maleza fermentada. Un rayo ha despanzurrado al terrible dinosaurio. Y el ácido, de condición inflacionaria, ha penetrado por las raíces del viejo bosque. Mas sabe el filósofo que, aunque todo fluye, todo vuelve y se repite eternamente... Nunca existe ácido suficiente como para acabar con la maleza y la bestia, que aniquilarán el bosque mientras los malditos roedores se entretienen deslumbrados y enredados. Un rayo ha despanzurrado al terrible dinosaurio y no ha ocurrido nada.
martes, 4 de abril de 2017
EL MARXISMO Y LOS JUEGOS MALABARES
Las crisis periódicas del
capitalismo traen a colación viejos espectros que recorren Europa, al menos
espectros conceptuales. Si a ello añadimos el centenario de la Revolución Rusa y los ciento cincuenta
años de la publicación de El Capital,
tenemos todos los ingredientes para que aparezcan montones de libros dedicados
a “la actualidad de Marx”.
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Miguel Parra |
Los filósofos marxistas, o marxianos, sostienen que lo mejor
que le ha podido ocurrir al pensamiento marxista es que el socialismo real haya
desaparecido. Sólo así es posible volver a Marx sin intermediarios ni
escolásticas soviéticas o maoístas. Asistimos a un renacimiento del pensamiento
de Marx, un filósofo al que debemos, ante todo, una actitud crítica radical, un
modelo de intelectual moderno, y quizás no tan sistemático como nos han hecho
creer las simplificaciones de los manuales.
Y no se trata de volver a realizar una hermenéutica de los
textos, ya que se generaría una nueva escolástica. Volver a Marx implicaría
retomar su enfoque para abordar los problemas sociales de hoy, un enfoque
despojado de los lastres metodológicos de su época y enriquecido con los
conocimientos de las ciencias naturales y sociales: abandonar la dialéctica
hegeliana y adoptar la metodología científica.
La editorial Pasado y
Presente acaba de publicar “Marx 2020”,
de Ronaldo Munck, doctor en Sociología Política por la Universidad de Essex. A
lo largo de sus nueve capítulos el autor es capaz de plantear los principales
núcleos temáticos del marxismo de hoy. En el primero, aborda el complejo
laberinto del discurso marxista, desde sus orígenes hasta la posmodernidad. En
los siguientes habla de ecología, desarrollo, trabajadores, feminismo, cultura,
nación y religión. En el último escribe acerca del marxismo y el futuro de
nuestras sociedades. Ronaldo Munck explora lo que Marx dijo o no dijo sobre
cada asunto, cómo aprovecharon esa ambigüedad sus seguidores y cómo pueden
utilizarse hoy las diferentes soluciones teóricas para abordar los problemas
que nos interesan.
Volver a Marx implica volver a pensar. Porque de sus
ambigüedades puede nacer la incertidumbre. Volver a pensar, por ejemplo, sobre
el papel de la cultura. Lejos de las simplificaciones economicistas y
reduccionistas, Gramsci recordó que la hegemonía se gana en el ámbito
simbólico, en el terreno de las ideas, aunque estén al servicio de las
relaciones de producción vigentes. Volver a Marx implica volver a pensar, por
ejemplo, qué entendemos por desarrollo económico. Marx vivió una época,
heredera de la Ilustración, en la que no había límites, los recursos parecían
infinitos y la conciencia ecológica no había surgido. Volver a Marx supone
preguntarse por el sujeto de la revolución, por el nuevo concepto de trabajo en
un mundo globalizado.
¿Para qué puede servir que
nuestros alumnos conozcan mínimamente a Marx? ¿Es una mera reliquia utópica? A
lo mejor el Marx real, el que escribía en prensa, el de la Internacional, el
del Manifiesto, el del Capital, el amigo de Engels… A lo mejor ese Marx sigue
oculto, tapado por tanta hermenéutica, oscurecido por los dogmatismos… Es su
actitud crítica, ilustrada y científica la que puede ser útil en nuestras
aulas, la que puede evitar todo engaño, toda injusticia, una actitud que
analiza la realidad material para desvelar las verdaderas causas de este
maldito teatro.
http://www.diariodejerez.es/jerez/marxismo-juegos-malabares_0_1123688120.html
sábado, 25 de marzo de 2017
Vendrán
Toda abstracción es innecesaria si tu madre cumple ochenta y siete años. Porque piensas que aquellos años, los de la niñez, jamás perderán sentido. Nunca. Y recuerdas, como puedes, los días oscuros, difusos, de antaño... Y ves ahora sus manos, moradas, llenas de pinchazos... Ves a la madre, la mujer que pudo con todo y podrá con todo. Este universo jamás acabará con ellas, las que soportaron guerras y miseria, las que nos construyeron este edificio de bienestar, lavando en el arroyo helado de Tierra de Campos, las que cocieron el pan y las magdalenas, las que adornaron tantas tardes... Nadie será capaz de aniquilar esos recuerdos, nadie. Y vendrán otros tiempos, con seres distintos, ajenos, y vendrán... Toda abstracción es innecesaria cuando tu madre te demuestra que todo es posible, que cada instante fue una advertencia... Y que el calor del horno perdura detrás de tus insolencias de filósofo privilegiado...
martes, 21 de marzo de 2017
martes, 14 de marzo de 2017
EL IMPERIO DE LAS NEURONAS
Hace poco asistí a una conferencia
sobre neurodidáctica. Creí entender que ciertas conductas potencian la
producción de los neurotransmisores que a su vez son la base de esas conductas.
Se crea un bucle de retroalimentación. O algo así. Cuanto más asertivo y
optimista soy, más asertivo y positivo soy. Hubo un momento en que, quizás
debido a mi ignorancia, me pareció que nos movíamos entre meras tautologías,
verdades obvias, irrefutables porque no añaden nada.
Y esto no significa, ni mucho menos, que considere carente
de interés el estudio del cerebro para mejorar nuestras estrategias didácticas.
Todo lo contrario. Me parece esencial. Somos cerebros, nada más. El problema es
cómo aprovechar esos conocimientos de la neurociencia sin caer en una especie
de cientificismo vacío. No basta con construir neologismos rimbombantes:
neuroética, neuroeconomía, neuropolítica... Parece una estrategia publicitaria,
no un programa científico. Y nos recuerda a esos anuncios que añaden bio a todo
para que un producto sea muy sano y muy científico.
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Miguel Parra |
Que la psicología, la pedagogía y la neurociencia trabajen
juntas en proyectos de investigación empíricos es una excelente idea, algo que
se venía reclamando desde hace décadas. En educación puede ser muy útil conocer
los mecanismos cerebrales que intervienen en el aprendizaje. Sobre todo cuando
tratamos con niños y adolescentes. Saber cuáles son las estructuras y redes que
intervienen y qué grado de desarrollo presentan en cada edad puede ser crucial
para programar en las aulas. Decimos que el cerebro es flexible, pero hay
momentos en los que esa plasticidad es mayor que en otros. Hoy es posible saber
qué ocurre cuando un alumno realiza una actividad concreta, qué áreas se
activan y en qué grado. Cabe medir la atención, el grado de memorización y los
tipos de destrezas que se despliegan. Son datos que conviene tener en cuenta en
la pedagogía a la hora de elegir estilos de aprendizaje y metodologías.
El discurso neurodidáctico
carece de interés si sólo realiza una explicación global. Si no propone
estrategias concretas, fundamentadas en estudios empíricos, se convierte en una
moda más dentro de la pedagogía, una forma de hablar que no cambia nada. Por
eso es tan importante quién debe realizar esas investigaciones y cómo. Y la
respuesta es clara: deben ser los neurocientíficos los que asuman este
proyecto, porque es un trabajo experimental. Lo que no conviene es que los
resultados generales de las ciencias del cerebro sean utilizados por los
pedagogos para hablar de procesos concretos que ocurren en el aula, pero sin
haber llevado a cabo el trabajo empírico correspondiente.
Algo por el estilo ocurre en la ética. También se habla de
neuroética. Aquí hay otro tipo de problemas, más teóricos. Porque surge el
asunto del reduccionismo y el determinismo. Los filósofos se preguntan si saber
mucho del cerebro nos ayuda a comprender la dimensión ética del ser humano, si
nos ayuda tanto en el plano descriptivo como en el normativo.
Por muy naturalista y determinista que uno sea, es necesario
hacer compatible nuestra experiencia subjetiva de la libertad con una visión
materialista del mundo. Si en la neurodidáctica exigimos un trabajo
experimental riguroso, en la neuroética pedimos que no se caiga en una falacia
naturalista o en un reduccionismo estéril.
En la realidad hay diversos niveles. Unos dependen de otros,
ciertamente, pero cada nivel exhibe un marco autónomo de propiedades. Las
normas y los valores surgen en el marco de las razones y los argumentos. Para
ser conscientes de un valor y pensarlo, utilizamos la corteza cerebral, porque
no hay nada más. De esa actividad cerebral emerge una función: el pensamiento.
Para justificar una norma no acudimos a neurotransmisores porque sería mezclar
propiedades de diferente nivel. Y no añadiríamos nada. Justificar una norma implica
desarrollar argumentos: nos movemos en el plano de las razones y conceptos.
La experiencia subjetiva de la libertad es ineludible, y es lo que fundamenta la ética. Al mismo tiempo, sabemos que somos fruto de la selección natural, y somos parte de un universo material donde hay causalidad y regularidades, aunque intervenga la probabilidad. Conseguir que encaje todo esto es el principal reto para los filósofos actuales, dice Habermas. En las próximas décadas habrá que afinar mucho más si queremos aplicar los conocimientos de la biología y la neurología a las ciencias humanas.
http://www.diariodejerez.es/jerez/imperio-neuronas_0_1117388666.htmlLa experiencia subjetiva de la libertad es ineludible, y es lo que fundamenta la ética. Al mismo tiempo, sabemos que somos fruto de la selección natural, y somos parte de un universo material donde hay causalidad y regularidades, aunque intervenga la probabilidad. Conseguir que encaje todo esto es el principal reto para los filósofos actuales, dice Habermas. En las próximas décadas habrá que afinar mucho más si queremos aplicar los conocimientos de la biología y la neurología a las ciencias humanas.
sábado, 18 de febrero de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: LA VENDA
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Francis Bacon. |
Se reunieron los dinosaurios, cosa extraña, para juzgar a los dinosaurios reales. Nadie entendía nada. Se reunieron para decirnos que todo sigue igual y que la balanza es la misma de siempre. Y que la venda se ha extraviado. Pobres roedores, malditos roedores, tan obsesionados con lo suyo, con sobrevivir con dignidad... Se reunieron los dinosaurios y decidieron que todo sigue igual y que los sueños de los roedores son un invento, un cruel espasmo. Se reunieron para recordarnos que el uso de la razón tiene un límite, el que ellos han establecido. Y los roedores enfadados, como en siglos anteriores, husmean viejos senderos, olvidados, arcaicas rutas para recuperar la venda. Pobres roedores, tan asustados, tan olvidadizos y serviles... Sólo se acuerdan de la balanza cuando la medida arruina la economía de sus guaridas. Sólo se acuerdan de la armonía universal cuando su cocina se resquebraja. Pero los dinosaurios conocen todo, cada pensamiento del roedor, cada lágrima. Por eso el fiel de la balanza marca la hora de nuestro final.
martes, 14 de febrero de 2017
LAS RAZONES DE NOAM CHOMSKY
Dicen por ahí que ya no hay
verdaderos intelectuales, que ahora sólo hay expertos, técnicos incapaces de
abordar las grandes cuestiones del ser humano. Claro que existen intelectuales,
son científicos que pretenden alcanzar una visión global de la realidad,
pensadores que promueven el diálogo entre las diferentes disciplinas con el fin
de comprender lo que somos y lo que nos conviene ser. Se atreven a eliminar
fronteras epistémicas y a promover transformaciones sociales; aparecen en la
prensa y hablan de temas que preocupan a los ciudadanos…
http://www.diariodejerez.es/jerez/razones-Noam-Chomsky_0_1108989529.html
Que la misma persona, Noam Chomsky, nos hable sobre la
gramática universal, el origen del lenguaje, la mente humana, los límites del conocimiento
y el socialismo libertario puede parecer una temeridad. Sin embargo, es una
necesidad. Dos publicaciones recientes me han llevado a Chomsky: un libro suyo
en el que trata todos esos temas y un artículo en Investigación y Ciencia de enero que pone en cuestión su teoría
sobre el lenguaje.
Paul Ibbotson y Michael Tomasello explican por qué muchos
lingüistas y científicos cognitivos están cuestionando la teoría innatista de
Chomsky. Lo que se pone en duda es tanto la existencia de una “gramática universal”
como el proceso de aprendizaje de una lengua por los niños.
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Miguel Parra. |
Según Chomsky, los seres humanos nacemos con unas
estructuras lingüísticas, una gramática universal. Nacemos con un equipamiento
biológico, unos módulos neuronales que explican la capacidad lingüística. La
gramática universal hace posible que seamos capaces de formar infinitas frases
con un número finito de elementos. Esta capacidad se concretaría luego en cada
idioma de manera diferente. A lo largo de las décadas de existencia de la teoría,
Chomsky y sus seguidores han tenido que modificarla. El conocimiento de la
diversidad lingüística les obligó a reducir esa gramática universal a un
procedimiento recursivo mínimo. Porque no todas las lenguas, por ejemplo,
utilizan las estructuras básicas de sintagma nominal y sintagma predicativo.
Si encontrar algo en común entre tantas lenguas ha sido un
escollo desde hace años, ahora se añade una crítica más profunda. Los estudios
experimentales sobre cómo aprenden los niños a hablar revelan que utilizan
recursos cognitivos que no son los específicamente lingüísticos de los que
habla Chomsky. Los niños utilizan la capacidad de clasificar en categorías y la
de relacionar objetos. Estas capacidades son generales. Las utilizamos para
múltiples tareas. Y permitirían explicar el surgimiento del lenguaje mediante
la experiencia y los procesos inductivos. El niño iría descubriendo pautas de
uso. Ya no sería necesaria una plantilla innata.
En “¿Qué clase de criaturas somos?” (Editorial Ariel, 2017)
Chomsky aborda los temas que le han preocupado a lo largo de su vida, temas que
considera esenciales para comprender qué es el ser humano: el lenguaje, los
límites del conocimiento y el bien común. Y todo en menos de 200 páginas.
En el capítulo dedicado al lenguaje expone en qué consiste
ese mecanismo recursivo innato. Una de las claves de su enfoque consiste en
relacionar lenguaje y pensamiento. Lo esencial del lenguaje no es la
comunicación. El principio de Computación Mínima explica cómo se genera la
sintaxis, cómo somos capaces de ordenar nuestras frases de forma automática. La
teoría de la evolución debería explicar cómo han surgido estas capacidades,
pues dependen del equipamiento biológico. Menciona la hipótesis de Ian
Tattersall. El surgimiento del lenguaje es un hecho repentino y reciente en la
evolución. Este científico sitúa el acontecimiento en un estrecho intervalo
entre 50.000 y 100.000 años atrás.
Chomsky también se plantea si nuestra capacidad de
conocimiento tiene límites. Las estructuras innatas determinan qué tipo de
hipótesis podemos formular. Somos organismos vivos y nuestra inteligencia
depende de procesos finitos concretos. Poseer ciertas estructuras implica poder
realizar unas tareas y otras no. Quizás nunca comprendamos completamente cómo funciona
la realidad.
Su pensamiento ético y político es bastante conocido. No
deberíamos admitir aquellas estructuras de poder que no estén justificadas. Una
idea muy sencilla y universal, dice. Esto le sitúa en el anarquismo, en el
socialismo libertario. Tiene mucho trabajo por delante este pensador estadounidense,
tanto en lingüística como en política...
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