¡Han traducido al castellano el Quijote! ¡Reconocen que eran gigantes, Sancho!
martes, 30 de junio de 2015
sábado, 27 de junio de 2015
LA ESFERA DE LO DIVINO
Una de las virtudes de la novela histórica es que casi siempre
nace de una conmoción: me refiero a lo que siente la escritora ante un hecho
real. Uno puede quedar impresionado por un descubrimiento científico, por un
amor apasionado o por un terrible crimen cometido prácticamente a la puerta de
tu casa hace siglos. Estas historias se narran de forma obsesiva, como si de un
deber moral se tratase, porque el escritor se ve en la obligación de compartir
su estremecimiento o de aclarar lo ocurrido hace tiempo. Son novelas que van
acompañadas de una tremenda labor de investigación, de años. Y cuando los
escritores las terminan creen que su vida tiene ya sentido. Han cumplido su
misión. Puede ocurrir incluso que, como es el caso de María Regla Prieto
Corbalán, logren dormir por fin solas…
Según Josefa
Parra, aunque el lector conozca la trama, quién es el asesino, y pretenda
realizar una lectura analítica, crítica, a las pocas páginas se ve arrobado por
el misterio, esperando sin aliento más pistas, como si de una novela de
detectives se tratara. Y a todo esto hay que añadir una prosa impecable, una
creación de ambientes envolventes, trazados con pincel, y unos personajes sin
fisuras.
La novela
transcurre a finales del siglo XVIII, cuando España recibe los impulsos
revolucionarios e ilustrados que proceden de Europa. Frente a los avances del
método científico, basados en la razón y la experiencia, aquí predominaban el
oscurantismo y el fanatismo. Frente a los ideales de libertad e igualdad, aquí
reinaban los privilegios del clero y la nobleza.

Todo empezó
hace casi veinte años, cuando la autora se encontró con la historia del crimen
en un libro de Blanco White, Cartas de
España. Comentaba el escritor que Carlos III había sido muy blando con los
delitos del clero. Intrigados, Salvador Daza y Regla se pusieron a rebuscar
entre la documentación existente. Resulta que la casa familiar de Salvador era
la casa de la familia de la chica asesinada. Encontraron también una carta del
padre de la joven María Luisa en la que pedía que aquel crimen y aquella
injusticia no fueran olvidados. Después de leer esa carta no les quedó más
remedio que investigar, recorrer los archivos. Tanta pasión despertó este
asunto en María Regla que, además de varios ensayos, también redactó un guión
de cine y esta novela.
María Regla Prieto, Doctora en Filología Clásica, ha escrito La esfera de lo divino después de haber realizado varios ensayos sobre crímenes y clérigos, en colaboración con Salvador Daza. Proceso criminal contra fray Pablo de San Benito en Sanlúcar de Barrameda (1774) y Proceso criminal contra fray Alonso Díaz (1714), editados ambos por la Universidad de Sevilla en 1998 y 2000. De la santidad al crimen: Clérigos homicidas en España (1535-1821) y Lucifer con hábito y sotana. Clérigos homicidas en España y América 1556-1834, ambos editados por Ediciones Espuela de Plata en 2004 y 2013.
María Regla Prieto, Doctora en Filología Clásica, ha escrito La esfera de lo divino después de haber realizado varios ensayos sobre crímenes y clérigos, en colaboración con Salvador Daza. Proceso criminal contra fray Pablo de San Benito en Sanlúcar de Barrameda (1774) y Proceso criminal contra fray Alonso Díaz (1714), editados ambos por la Universidad de Sevilla en 1998 y 2000. De la santidad al crimen: Clérigos homicidas en España (1535-1821) y Lucifer con hábito y sotana. Clérigos homicidas en España y América 1556-1834, ambos editados por Ediciones Espuela de Plata en 2004 y 2013.
ENTREGA DE DIPLOMAS DEL TALLER DE PERIODISMO CULTURAL
El jueves se celebró el acto de entrega de diplomas
del Taller de Periodismo Cultural, dirigido por Mauricio Gil Cano, que se ha
venido impartiendo en la biblioteca de la Fundación. En la clausura intervino
el periodista Jesús Vigorra, que dialogó con el público asistente acerca de la
cultura y el periodismo. La sesión fue introducida por Josefa Parra y Francisco
Camas, nuevo Delegado de Cultura, quien, en su primer acto oficial, expresó sus
deseos de desempeñar sus funciones de la mejor forma posible: “Llevo la cultura
dentro y tengo los sentidos muy abiertos, muy despiertos”. “Esta ciudad
necesita que la cultura forme parte de la actividad económica, de la creación
de riqueza y trabajo”.
Mauricio Gil Cano nos explicó en qué había consistido el taller Escribir la cultura, con veinticuatro sesiones de trabajo. En el curso han estudiado y practicado todos los subgéneros: entrevista, reportaje, crítica… Como ejemplos han analizado escritos de los mejores representantes del periodismo cultural. También han abordado el concepto de cultura, tanto desde su acepción cotidiana como desde su dimensión antropológica. Mauricio presentó a Jesús Vigorra y destacó su labor en el programa El público lee. El secreto, resaltó, era la participación del público, lo mismo iba un camarero que un profesor. Allí preguntaban al autor directamente. Un programa modelo dentro del periodismo cultural y muy premiado. Jesús Vigorra ha trabajado en el mundo del teatro, de la televisión, de la radio y en los periódicos. Actualmente dirige un programa de radio basado en las reivindicaciones de los ciudadanos, con gran compromiso social.
La intervención de Jesús Vigorra se desplegó en forma de diálogo con Mauricio Gil y con el público presente. Ante la calidad del programa El público lee y la cantidad de seguidores que tenía, los asistentes le preguntaron si recibió explicaciones cuando dejó de emitirse. No, no hubo explicaciones claras. A lo largo de la noche se habló de la dinámica de ese espacio y de las claves de su éxito. También se habló de las características de los diferentes medios para realizar periodismo cultual, de la relación entre cultura y poder, de la importancia del compromiso del crítico, de si la cultura es de izquierdas o de derechas, de cómo realizar una buena entrevista… “La esencia de la cultura es la curiosidad y la lectura”. “La lectura ha sido mi salvación”, afirmó con rotundidad.
lunes, 22 de junio de 2015
ÉTICA DE ROEDORES LXVI: EL JARDÍN.
Recorremos los días y las noches como si no nos importasen, como si fuesen un juego. Y es cierto, no nos importan. Sabe el roedor que no hay lugar donde dar explicaciones ni ajustar cuentas, sólo importa la decisión. Los senderos de la tarde, o los de la mañana fría, son siempre circulares. Recorremos los días y las noches como si fuesen momentos improbables. Y es cierto, lo son. Cartografiar el instante es una labor propia del que lo aborrece, del que espera otra cosa, quizás un significado. Pero el que vive en el jardín o en el tonel no quiere nada más. Todo le basta. Recorremos las sombras como si tuviéramos miedo. Y es cierto, lo tenemos. Porque el miedo es real, es la realidad. Nadie puede ignorar el miedo. Ni un Logos universal será capaz de aniquilar ese terror inscrito en cada pensamiento. Sólo nos resta pasear por el jardín y ver cómo crecen las plantas y pensar desde nuestro tonel cuánto nos sobra para roer con libertad.
domingo, 21 de junio de 2015
LA HABANA Y SUS GENTES
“Puedo esperar más que tú, porque soy el tiempo”
Nunca he
visitado La Habana, sin embargo estoy deseando volver. Da la sensación de que
todos hemos estado en esas calles alguna vez. Porque hay ciudades que llevan la
nostalgia del viajero inscrita en su esencia. Y gran parte de culpa la tienen
el cine, la fotografía y la literatura. Hace poco nos visitó Zoé Valdés para
hablarnos de su libro La Habana, mon
amour. Quizás sea interesante completar el recorrido de la exposición con
la lectura de ese texto, tan poético y reivindicativo, desde el exilio. “La Habana es un burujón de fotos dispersas
reunidas en varios libros, de lo que fue, de lo que es, de su esplendor y
podredumbre”, dice Zoé al final de la novela. Claro que también caben otras
lecturas paralelas, desde el contexto latinoamericano, desde la construcción de
un mundo diferente, ajeno al capitalismo despiadado que nos abrasa. Las
fotografías muestran personas reales, vida cotidiana, más allá de toda teoría
política abstracta.
¿Qué es La
Habana, entonces? ¿Qué han fotografiado Lola Amador y José Vázquez? La
respuesta aparece en una de las fotografías, en la que hay un coche azul
aparcado frente a un grafiti: han captado las formas del tiempo. Por paradójico
que parezca, los instantes paralizados por la cámara nos trasmiten ese fluir
denso e indolente del tiempo en La Habana. Son imágenes que invitan a pensar
sobre cómo vivimos aquí, fuera de La Habana, nosotros, los del Sur, los que
deseamos ser modernos europeos, productivos y acelerados, los que hemos
olvidado las noches de verano con las sillas a la puerta, charlando hasta las
tantas, mirando el cielo estrellado, nosotros los europeos del Sur… Incluso la
filosofía ha retomado últimamente este tema. Byung-Chul Han ha publicado El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico
sobre el arte de demorarse (Herder, 2015). Habla de una atomización del
tiempo, de una dispersión temporal o disincronía que nos impide experimentar la
duración.

El juego: los hombres y mujeres juegan
al dominó, las damas o el ajedrez. La
conversación: todos hablan, de todo, de cualquier asunto, sin prisa, de lo
cotidiano, de lo trascendente, de ayer, de hoy. La lectura: un señor lee a la sombra, a la puerta de su casa, pero
ignoramos dónde está. La escritura: sonríe
el escribano, junto a la bandera y su máquina portátil. Los oficios: no hay prisa, lo que importa es el trabajo bien hecho;
y eso significa hablar con el cliente. Los
cigarros: los placeres del humo enturbian la charla o la espera, matan el
aburrimiento. La luz y el color: la luz del Caribe realza el amarillo de los
coches o el azul de las camisetas. Las
ropas: mezclas y apaños para vivir el presente, en un mundo lleno de calor
y carencias. El óxido y los desconchones:
todo se degrada porque quizás todo nació degradado, ni las coloridas
fachadas ni los elegantes coches son capaces de escapar del tiempo y la
desidia. La música y el mar: la
indolencia gana mucho con la música y la risa. Los coches: los paseos en descapotable de los turistas y los
arreglos interminables. Las sillas: quien
tiene una silla domina el tiempo y adiestra la paciencia. Los ojos, la piel y la risa: texturas limpias. La soledad: los que no están en las
calles quizás vivan aplastados por el silencio. Las madres: todo lo acogen, todo lo miman. El Che: en la calle, una ilusión pintada, un souvenir o una
pesadilla. Las miradas y la esperanza:
saben endulzar la espera. Socialismo:
unidad y eficiencia.
sábado, 20 de junio de 2015
ÉTICA DE ROEDORES LXV: ¡CUÁNTO DE NADA!
¡Tantas ideas! Ahora nos damos cuenta de que tenemos muchas ideas, millones de creaciones surgidas de las mejores intenciones. Nadie se pregunta qué será de todas estas imágenes. ¡Tantas ideas! Ahora hemos visto, entre los árboles, que los malditos roedores piensan y crean. En el enmarañado bosque de pálidas luciérnagas las ideas son simples sombras de hojarasca. Nadie se preguntará por las ilusiones de los roedores. ¿Será el bosque, con sus recovecos, una maldición o una trampa? ¿Para qué tantas creaciones? ¿Dónde quedarán? Recordad que todos los signos, símbolos, y significados nacieron de la miseria. Somos fruto de una miseria muy compleja. Veo Venus y Júpiter, hoy, al lado de la Luna, y me acuerdo de todas las ideas forjadas por la vieja humanidad, como si fueran algo, algo más que las sombras del bosque. ¡Tantas ideas! No despertarán, nunca, como si fuesen un mensajero enviado a un cometa. No despertarán porque las ideas no duermen. ¡Cuántos poemas ocultos! Si pudiéramos al menos modificar la luz... ¡Cuánta semántica! ¡Cuánta sintaxis! Todo olvidado.
sábado, 13 de junio de 2015
PIRATAS EN LOS CLAUSTROS
Las presentaciones de libros han cambiado mucho en los
últimos tiempos. Ya no se reducen al modelo clásico, en el que habla un
presentador, a modo de introducción, luego interviene el autor, que lee incluso
algún fragmento de la obra, y por último los espectadores hacen preguntas, estableciéndose
un breve diálogo. Mediante un monólogo de sintaxis perfecta y prudente histrionismo,
el periodista y escritor Óscar Lobato (Madrid, 1958) fue arrojando sabrosas
pistas sobre la trama y el contexto de su novela. Sabemos que es una historia
de piratas modernos, gente enredada en oscuros negocios que transcurren en
varias ciudades del mundo, entre ellas Cádiz. Con el micrófono en la mejilla y
el proyector como apoyo, moviéndose de un lado a otro nos ofreció una verdadera
conferencia sobre piratas. Faltó la interacción con el público. No hubo
posibilidad de hacer preguntas.
Detrás de
las novelas de aventuras suele estar siempre la vida real, la intensidad que
aportan las peripecias de personaje reales, ya sea una historia naval o una
novela negra. “Master and Commander”
o “El corazón de las tinieblas” se
nutren de vidas reales. La vida y la realidad salpican todas las páginas de “La fuerza y el viento”, dice Óscar
Lobato. Todo empezó en Gaira, Colombia. Allí se topó con la realidad: un violento
asalto a un furgón blindado que trasladaba lingotes de oro. La huida de los
atracadores fue desconcertante. Tomaron el camino menos esperado, hacia el mar.
Una lancha y un helicóptero les esperaban en una caleta. “¿Qué clase de forajidos son los que huyen por mar? La respuesta era
clara, el mismo tipo de bandidos que también llegan por mar: piratas”.
Óscar
Lobato hizo un análisis de los piratas, desde el punto de vista del cine y
desde el punto de vista de la historia real. Desmontó el mito. En general, el
cine identificó a los piratas con los corsarios, dedicados a una actividad muy
reglada. Estas aventuras sirvieron para la literatura de piratas, pero sólo se
habla de corsarios. A continuación el autor llevó a cabo un recorrido por la
historia de los principales piratas. Y la sorpresa es que hubo gran cantidad de
mujeres dedicadas a estas empresas, como Artemisia de Caria y la Tigresa
Bretona. La industria del cine jamás las menciona. Óscar Lobato quiere hacer
con su libro un homenaje a estas piratas olvidadas, en especial a la pirata
irlandesa Grace O'Malley,
que contó con una base secreta y amasó una gran fortuna.
La piratería es una actividad que puede encontrarse ya en el
mundo antiguo. Para los griegos los piratas son los que osan, los que se
atreven a ir más allá de las rutas conocidas y seguras cuando el mar está
imposible. Pillaban desprevenidos a los habitantes de esas ciudades costeras y
las saqueaban. Se trata de ataques de mar a tierra, asaltos anfibios, en los
que destacaron los vikingos. La piratería, otro mito derribado, no sólo existió
en lugares exóticos. Las costas andaluzas fueron repetidamente atacadas por
piratas berberiscos. Por eso ciudades como Cádiz se fueron fortificando.
Y es precisamente en las casas de los cuarteles situados en
el “Campo de las balas”, en Cádiz, donde vivían los personajes de la novela:
Miguel Lantery, jugador de tenis y gran conquistador de mujeres; Gabriel Paíño,
marino mercante; Uriel Gamboa, solitario, hijo de militares, destinado a la
academia militar.
“La fuerza y el
viento” transcurre en una época en la que España, todavía reserva
espiritual de Occidente, era el mejor mercado de drogas del territorio europeo.
La industria farmacéutica tenía mucho poder. Sustancias prohibidas en los demás
países se podían comprar legalmente aquí: el caviar español. “Para los protagonistas, la vida o es una aventura o no merece la
pena”. Unen sus destinos y marchan a Marbella en busca de aventuras. En la
narración aparecen personajes reales de esos años como Pitita Ridruejo, Paesa y
Juan Luis Galiardo.
El escritor ha realizado una inmensa labor de documentación para construir esta novela de acción. Además de leer todo lo necesario, ha viajado por medio mundo y ha contado con la colaboración de las fuerzas de seguridad especializadas en operaciones contra el narcotráfico. Ha sido asesorado por expertos acerca de las maniobras de asalto de helicópteros y lanchas. La novela, de seiscientas páginas, narra las aventuras de piratas actuales, con redes de delincuencia y tecnologías muy sofisticadas. Así lo resume la editorial: “Uriel Gamboa flota a la deriva en medio del Caribe, sin agua y con un cadáver a su lado. El camino hasta aquí ha sido largo: educado en una rígida disciplina militar, escapa de casa siendo adolescente y se une a Miguel Lantery y Gabriel Paíño para cumplir el sueño de convertirse en un verdadero pirata. Su objetivo: apoderarse del oro robado por los nazis tras la Segunda Guerra Mundial y saquear a banqueros estafadores y capos de la droga”. El estilo es trepidante: frases cortas, párrafos breves, diálogos eficaces, manejo de todos los registros,… pura acción e intriga. Esta es la tercera novela del autor, en 2007 publicó “Cazadores de humo” y en 2009 “Centhaeure”, las dos en Alfaguara.
El escritor ha realizado una inmensa labor de documentación para construir esta novela de acción. Además de leer todo lo necesario, ha viajado por medio mundo y ha contado con la colaboración de las fuerzas de seguridad especializadas en operaciones contra el narcotráfico. Ha sido asesorado por expertos acerca de las maniobras de asalto de helicópteros y lanchas. La novela, de seiscientas páginas, narra las aventuras de piratas actuales, con redes de delincuencia y tecnologías muy sofisticadas. Así lo resume la editorial: “Uriel Gamboa flota a la deriva en medio del Caribe, sin agua y con un cadáver a su lado. El camino hasta aquí ha sido largo: educado en una rígida disciplina militar, escapa de casa siendo adolescente y se une a Miguel Lantery y Gabriel Paíño para cumplir el sueño de convertirse en un verdadero pirata. Su objetivo: apoderarse del oro robado por los nazis tras la Segunda Guerra Mundial y saquear a banqueros estafadores y capos de la droga”. El estilo es trepidante: frases cortas, párrafos breves, diálogos eficaces, manejo de todos los registros,… pura acción e intriga. Esta es la tercera novela del autor, en 2007 publicó “Cazadores de humo” y en 2009 “Centhaeure”, las dos en Alfaguara.
viernes, 12 de junio de 2015
ÉTICA DE ROEDORES LXIV: EL GRAN RESOPLIDO

martes, 9 de junio de 2015
LO QUE IGNORAN LAS PLANTAS
Una de las trampas de la autoconciencia consiste en que
nos consideremos superiores al resto de los organismos sólo por el hecho
natural de ser conscientes de lo que hacemos y pensamos. Es una trampa que nos
tiene atrapados desde los inicios de nuestra civilización. Menos mal que la naturalización
de la teoría del conocimiento nos está liberando poco a poco.
Aunque
llevamos ya muchas décadas con la teoría de la evolución por selección natural,
la arraigada creencia de que existe una pirámide en la naturaleza y que
nosotros, los humanos, estamos en la cúspide se resiste a abandonarnos. En esa
visión jerárquica del mundo vivo, los vegetales han ocupado siempre el
escalafón más bajo. Clasificados como seres vivos poco complejos, cercanos al
mundo inorgánico, los vegetales no han recibido el tratamiento filosófico y
científico que merecen. Los prejuicios ideológicos han impedido un estudio
objetivo de las funciones cognitivas y sociales de las plantas. Y en el mundo académico, los descubrimientos realizados
con experimentos con vegetales han permanecido casi siempre en un segundo
plano.
Stefano Mancuso
y Alessandra Viola han publicado un excelente libro titulado “Sensibilidad e inteligencia en el mundo
vegetal” (Galaxia Gutenberg, 2015). Stefano es uno de los principales
investigadores en neurobiología vegetal y Alessandra es periodista científica.
El resultado de esta colaboración es un libro de 140 páginas que nos empuja a
cambiar ciertas categorías.
![]() |
Miguel Parra |
Las plantas
tienen una estructura distribuida. No concentran sus funciones en órganos
concretos. Poseen estructura modular. Si pierden un trozo, no ocurre nada
grave. La planta se regenera y sigue existiendo con todas sus funciones. Su
modo de vida estático ha dado lugar a otras formas de adaptación. Expuestas al
apetito voraz de los herbívoros, la distribución de las funciones por toda la
planta ha posibilitado su supervivencia. Esta distribución uniforme implica
otras formas de percibir la realidad, de comunicación social y de inteligencia.
A lo largo
del libro los autores desmontan los viejos prejuicios. Atribuir percepción,
inteligencia y relaciones sociales a las plantas no es ni una exageración ni
una mera analogía. La estrategia argumentativa consiste, primero, en definir
qué es ver o qué es una conducta inteligente, por ejemplo. A continuación
comprobamos si lo que hacen las plantas encaja con esa definición. Los autores
dicen que las plantas tienen nuestros cinco sentidos y otros quince más.
Las plantas
son capaces de detectar la luz mediante sus fotorreceptores. También son
capaces de emitir y reconocer determinadas moléculas, los olores. Hay plantas
que reaccionan si las tocas, se retiran, como la Mimosa pudica. Las plantas trepadoras palpan los objetos. Y las
raíces bordean las piedras molestas. También detectan vibraciones, sonidos, y
ciertas frecuencias les favorecen más que otras, por ejemplo para la
germinación. Incluso emiten sonidos: una especie de clic, por rotura de las
paredes celulares, y que podría servir para comunicarse, a través de las
raíces. Los otros quince sentidos incluyen la capacidad de localizar humedad,
la gravedad, campos electromagnéticos, medir gradientes químicos…
Del mismo modo se aborda la comunicación y la inteligencia. Aunque los vegetales no disponen de cerebro, son capaces de enviar mensajes interna y externamente. La inteligencia que exhiben es distribuida también. Solucionan problemas. Encontrar agua y nutrientes o ser capaces de reconocer a los enemigos requiere procesar información y dar una respuesta eficaz. Los enjambres de raíces muestran propiedades emergentes, inteligencia global, al modo de internet. Los autores aportan numerosos ejemplos sobre investigaciones que se están llevando a cabo y que prometen abrir nuevos senderos para la ciencia, la tecnología y la filosofía.
Del mismo modo se aborda la comunicación y la inteligencia. Aunque los vegetales no disponen de cerebro, son capaces de enviar mensajes interna y externamente. La inteligencia que exhiben es distribuida también. Solucionan problemas. Encontrar agua y nutrientes o ser capaces de reconocer a los enemigos requiere procesar información y dar una respuesta eficaz. Los enjambres de raíces muestran propiedades emergentes, inteligencia global, al modo de internet. Los autores aportan numerosos ejemplos sobre investigaciones que se están llevando a cabo y que prometen abrir nuevos senderos para la ciencia, la tecnología y la filosofía.
viernes, 5 de junio de 2015
ÉTICA DE ROEDORES LXIII: LAS ESQUINAS
![]() |
Juan Ramón Alves Fernández |
No vemos el viento, pero está ahí. Basta con doblar la esquina. ¡Dibujad el viento! Cuando no hay nadie en la calle, frente a la casa abandonada hace décadas, ahí aparece, para recordarnos algo. Sabe el roedor que es un viento terrible, una astucia del tiempo para convencernos de algún secreto. ¡Dibujad el viento! ¡Que los artistas se ocupen del viento que barre las calles solitarias! Hace tiempo que la pisada del dinosaurio se olvidó de nosotros. No me atrevo a doblar la esquina porque no quiero acordarme del viejo bocarón. Sabe demasiado. Y la puerta, cerrada con tablas, no es menos ignorante. Hace tiempo que los vientos adormecieron las ilusiones. ¡Jamás dobles la esquina!
LA HABANA, MON AMOUR: PATINES SOVIÉTICOS, BICICLETA CHINA Y CROQUETAS SOYUZ 15
“Porque la verdadera Habana sólo existe en la literatura, y más
específicamente en la literatura de Guillermo Cabrera Infante, quien ha logrado
salvar la ciudad de la destrucción malvada, llevada a cabo por los hermanos
Castro”.
“La Habana, mon amour” ha sido publicada
por la Editorial Stella Maris. La presentación del viernes consistió en un
diálogo entre la periodista Virginia Montero, Zoé Valdés y el público, que
realizó numerosas preguntas y muy pertinentes. A lo largo de la conversación el
libro fue desmenuzado desde todas las perspectivas: creación, estilo,
intenciones, contexto personal y contexto social y político.
Después de
tantos años de exilio, las piedras de la Habana todavía revolotean en la
memoria herida de Zoé Valdés. Que la infancia es el presente más intenso,
condensado, que nuestro cerebro retiene y retuerce nadie lo puede dudar. Todo
nuestro cuerpo, pasen los años que pasen, vivamos las miserias que vivamos,
siempre está impregnado por los tonos de esas primeras experiencias. Si además
te ves obligado a vivir fuera de tus calles, de tus aromas y tus gentes,
entonces el cuerpo rezuma en los sueños y en la escritura todo lo que quieres
conservar, todo lo bello que quisieron arrebatarte.
Zoé Valdés
ha escrito una obra que arranca de las emociones más profundas. Ha necesitado
todos los géneros para transitar otra vez su ciudad. El libro puede leerse como
unas memorias noveladas con tono poético y un profundo espíritu reflexivo y
crítico. Nos describe las calles, con sus tiernos personajes, los olores, los
sonidos, los miedos, las ilusiones perdidas… Y nos lo cuenta desde el habla de
La Habana, con palabras de allí, hablaneras.
“El habanero es un lenguaje suave, que se
desliza por el tobogán de la lengua, hacia la punta, y de ahí se lanzan las
palabras húmedas como desde un trampolín”.
Son
historias de una niña inquieta y sensible, una niña que recorre las calles y
trata a personajes misteriosos, como Farolito. Son historias familiares o de
primeros amores. Historias, incluso, de la vida en un cine. Los deseos y los
sueños conducen al Malecón, verdadero muro de las lamentaciones de los cubanos.
“No le tenía miedo a nada ni a nadie y
donde mejor me sentía era corriendo, o a toda velocidad en mi carriola de
madera o deslizándome en mis patines soviéticos, y más tarde en mi bicicleta
china de color azul y blanco…”.
En el
libro, además de la percepción tan personal de la autora, también encontramos
abundantes datos históricos, arquitectónicos y artísticos. Zoé Valdés combina
muy bien las anécdotas personales y sociales con la crítica cultural. Así, nos
habla tanto de las croquetas Soyuz 15, que se pegaban al cielo de la boca,
debido a su masa, como de las bellas casas de la vieja Habana. “La Habana, sin embargo, ya no es una
ciudad bella. No lo es porque no es libre. No sigamos con la mentira y el babeo
de que la belleza no tiene nada que ver con la política. La dictadura lo ha
afeado todo”.
Ha escrito
más de treinta libros y ha recibido premios de gran prestigio literario, como
el Azorín de Novela con “La mujer que
llora”. En 1995 se exilió definitivamente en París, año en el que publicó “La nada cotidiana”. Minutos
antes de la presentación nos concedió una entrevista:
¿Cómo clasificar “La Habana, mon amour”?
Son viñetas
noveladas. Tiene algo de novela, tiene algo de ensayo, de memorias. Es una
necesidad de la memoria lo que me mueve a escribirlo. Tras veinte años de estar
pensando en La Habana es un homenaje a esa ciudad, mi ciudad natal.
Describe una Habana bastante literaria…
Sí, es una
ciudad muy literaria y cinematográfica. Tiene muchos personajes que han sido
escritores, autores, que fueron también mis lecturas de formación, lecturas de
juventud, los que me formaron como escritora.
¿A quiénes destacaría?
Guillermo
Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, La Condesa de Merlín, citados los tres al
inicio del libro. También José Lezama Lima, José Martí… Son los autores más
relevantes que me formaron. A algunos, incluso, leyéndolos a escondidas, de
forma clandestina.
Da mucha importancia a la lengua, dice “el idioma como refugio”…
Es así,
sobre todo desde que vivo en otra lengua, expresándome en otro idioma, el
francés, que ha sido mi lengua refugio. Me ha enseñado mucho, me ha aportado
mucho y me ha permitido escribir ahora un libro en francés, que acabo de
publicar, se titula “Traduire la nuit”,
y que me ha sacado de la melancolía.
Hay palabras muy habaneras, muy hablaneras.
¿Tiene el libro un estilo híbrido? Hay capítulos que prácticamente son
poemas…
Empecé
escribiendo poesía con diecisiete años. Quería realizar con este libro, que
tiene referencias a mi primer libro de poesía “Respuestas para vivir”, un recordatorio a esos primeros poemas que
escribí en La Habana entonces y que fueron mi bautismo literario.
¿Es un libro demasiado íntimo? ¿Es un riesgo?
Es un
riesgo y así lo decidí porque creo que es más honesto por mi parte.
Hay fragmentos muy viscerales, quizás por rabia ante lo que ha perdido…
Quizás sea
así, por ira, por cólera. Por no escribir una vez más con rabia lo he hecho de
forma más intimista.
“Cuando entonces en La Habana todavía se podía…” es una frase que se repite
en el libro…
Se repite
bastante porque se refiere a cuando la ciudad era otra, cuando todavía era la
ciudad elegante, La Habana elegante.
Menciona en este y otros libros los
misterios de La Habana. ¿Se trata de recuperar todo aquello que el
racionalismo exagerado de la revolución aplastó? ¿Recuperar lo dionisíaco, los
sentidos...?
Así es, y
recuperar lo tradicional, que no tiene nada que ver con el costumbrismo.
La memoria que usted rescata es la memoria de una escritora: ¿Qué función
tiene la escritura en la búsqueda de la libertad?
Para mí
este libro me ha hecho más libre y ha tenido una función terapéutica. Estaba en
una situación bastante mala, estaba bastante enferma, y el libro me permitió
salir de mi enfermedad, me sacó del hueco. Escribir sobre La Habana me permitió
de nuevo volver a ser la joven que había sido y tener el élan vital que había
tenido.
En el libro habla de una Habana “bajo el yugo de la revolución”. ¿Qué diría
a los que todavía piensan, dentro de la izquierda, que Cuba o Venezuela son
buenos modelos políticos?
Les diría
que hay que tener mucho cuidado y que es muy peligroso. Son cincuenta y seis
años de dictadura totalitaria. Hay que tener mucho cuidado con los populismos.
¿Tenemos aquí una visión distorsionada de lo que ha ocurrido allí?
En algunos
casos sí. En otros no; y la gente sabe lo que ha ocurrido. La gente cada vez se
entera más de lo que verdaderamente ha ocurrido y ocurre. Ayer mismo detuvieron
a Tania Bruguera, que es una artista plástica y le quietaron el pasaporte. Hace
poco han detenido al músico Gorki Águila porque quería poner la palabra
libertad en el Museo de Bellas Artes. Son actos que en cualquier parte del
mundo son considerados un derecho, pero en Cuba no se pueden hacer. No se puede
protestar, no se puede gritar que uno está en contra del régimen. Y de estas
cosas la gente se da cuenta cada vez más. Y se da cuenta de que después de
cincuenta y seis años no se puede seguir aguantando lo mismo.
¿Qué ocurre con los que están allí, escribiendo?
Hay un
escritor que está preso, Ángel Satiesteban. Hizo un blog que se llama “Los
hijos que nadie quiso”. Hay gente que está escribiendo de manera muy fuerte
pero no pueden publicarlo.
¿Se ve alguna perspectiva de cambio?
Por el
momento no. Creo que los dictadores tienen que desaparecer como desapareció el
dictador aquí en España, en Argentina, en Chile o en los países del Este.
¿Sería posible una transición pacífica como la que se hizo aquí?
Pero no
con los dictadores. Claro que hay gente preparada para hacerlo.
¿Y en París? ¿Se habla todavía de política y cultura?
Sí, se
habla mucho de política. Además, los escritores son referentes en la política.
Sigue habiendo ambiente intelectual. Forma parte de las características de la
ciudad.
Por último, algunas preguntas que me han sugerido los lectores:
¿Por qué empezó usted a escribir?
Por amor.
Por amor, a mi madre, a mi abuela, a la soledad y a todos los que me rodean.
¿Va a escribir ciencia-ficción alguna vez?
No, no.
Creo que hay que estar muy preparado para hacerlo. Además de eso hay que tener
un estilo que yo tampoco lo tengo.
¿Qué proyectos literarios tiene?
Acabo de
terminar una novela erótica que trata de los años setenta, la sexualidad vista
desde los años setenta y ochenta en Cuba. Se titula “La salvaje inocencia”.
¿Y de ensayo?
Publiqué un
ensayo titulado “La ficción Fidel”. Y
he estado preparando varias viñetas para un libro de ensayo sobre pintura
cubana, sobre pintores cubanos.
¿Qué le ha parecido Jerez?
Me ha
gustado mucho. Hoy estuve por la catedral, por la plaza de la Asunción, estuve
caminando mucho y me recuerda a varias ciudades de Cuba y a partes de La
Habana. Es una ciudad muy linda, muy bonita, aunque hay lugares desconchados y
en cierta dejadez. En esto también se parece a La Habana.
jueves, 4 de junio de 2015
ÉTICA DE ROEDORES LXII: BELLO CÍRCULO
El escéptico analiza, examina, duda, comprueba y de ahí no sale. Es un sendero circular, una bella espiral. Vueltas y más vueltas, para no saber cuál es el principio ni el final. Bella espiral, bucle infinito: sólo el roedor disfruta del círculo. Vueltas y más vueltas del pensamiento. El escéptico no se aburre porque sabe que nada tiene principio ni final. Y los fundamentos le atormentan. Ama la materia porque no hay nada más y es infinita en sus recovecos y miserias. El roedor analiza, piensa, examina y vuelta a empezar. ¡Que nadie espere nada! ¡Todo continúa! No se contenta con nada porque nada contenta definitivamente. Y cuando observa los enredos de los otros roedores se desespera y corre más, en cualquier dirección. ¡Tanta importancia a nuestras miserias! Hay roedores aplastados por la protuberancia que presiona sus pequeños cerebros. Ese apéndice opresor es el yo. Nos impide correr y movernos con soltura. Nos ciega. ¡Son tan malos los otros! ¡Soy tan bueno! Por eso el roedor busca los sombríos. Habita lo que nadie quiere, lo que nadie desea. En esos espacios hay libertad. Cuando el roedor analiza, examina y duda, abre nuevos senderos para huir, sin molestar a los otros roedores. Saber retirarse de todo, ésa es la virtud del roedor y la consecuencia de su duda. Sólo quiere habitar en los sombríos de las letras, en los silencios.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)