miércoles, 9 de julio de 2014

ÉTICA DE ROEDORES XIII: RUINOSO MECANISMO DE PENSAR.

  Sabe el filósofo que es imposible escapar de esta maquinaria infernal, de este ruinoso mecanismo de pensar, como lo sabían Hölderlin, Thomas Bernhard, Nietzsche, Wittgenstein... Pensar siempre ha sido una ruina, para uno mismo y los demás.  Los Estados nos protegen de esa degradación interna ofreciéndonos tedio y aburrimiento sin piedad. El tedio paraliza este mecanismo. Lo va frenando. Menos mal que el Estado sabe lo que es ruina y decrepitud. Menos mal que aplica todo el saber acumulado en esa tarea: paralizar nuestra ruina interna. Porque pensar nunca ha traído nada bueno. Produce inestabilidad y desasosiego entre los consumidores. Y el consumidor ha de estar tranquilo y no dudar, jamás dudar. Este ruinoso mecanismo ha de ser estudiado por las instituciones; ha de ser medido; ha de ser calibrado; ha de ser cartografiado; ha de ser liquidado; ha de ser manipulado. Todas las artes y todas las ciencias están al servicio de un Estado que, obsesionado por aburrir a las masas, se destruye a sí mismo. Nada bueno viene del pensamiento. Nada bueno. Que las novelas sean lineales. Que los cuadros tengan sentido. Que los artistas no hablen latín. Que los músicos repitan un estribillo. Que los poetas rimen. Que todo cuadre desde el principio. Este ruinoso mecanismo de pensar podría conducirnos a la política. Nos transformará en seres radicales que desearán participar y hablar. Nada de eso es bueno. Tarde o temprano los artistas y los filósofos acaban en la demencia más horrible. Y cabe la posibilidad de que sea una demencia divertida...