martes, 11 de marzo de 2025

El enigma inquietante de la amistad

      

Ilustración de Luis Miguel Morales "MOGA"
         
    La decepción suele empujar a la reflexión. Cuando algo no funciona, surge la pregunta sobre qué ha fallado. En el caso de las relaciones humanas, no es mera curiosidad teórica, sino necesidad práctica. Pero es cierto que la plenitud y el éxito también obligan a pensar, pues provocan admiración. Así que la pregunta acerca de la amistad puede venir por esos dos senderos. La traición del amigo revela que no había una verdadera amistad. Y la lealtad a lo largo de los años nos asombra: ¿en qué consiste ese vínculo afectivo tan resistente?

    La amistad ha sido considerada desde siempre una de las relaciones humanas más valiosas. No en vano es una actividad asociada a la felicidad. Ahora, la aceleración de la sociedad de consumo, junto con los dispositivos electrónicos y las redes de comunicación, ha transformado todos los vínculos sociales. Urge volver a explicar en las aulas en qué consiste esa relación tan elogiada por los filósofos de todos los tiempos. En una sociedad en la que todo es un medio para alcanzar algo, la verdadera amistad nos muestra la posibilidad de tratar al otro como fin en sí mismo, sin buscar ninguna utilidad.

    La pensadora Marina Garcés nos ofrece el ensayo titulado La pasión de los extraños, en la editorial Galaxia Gutenberg. En un mundo de incertidumbre y precariedad, dice la autora, la amistad se presenta como un espacio de seguridad. Al mismo tiempo, es un espacio de relaciones tan inquietante como temible, añade. La intimidad y la libertad están en juego. La relación entre amigos no es fácil de definir. Basta con estar juntos, con lazos muy fuertes que pueden romperse en cualquier momento.

    Sobre la amistad hay un consenso que viene de lejos. Está rodeada de rituales, normas y costumbres. Sin embargo, no hay instituciones para regularla. El libro pretende ser una investigación que recorra los márgenes de la escritura sobre la amistad, los vacíos conceptuales. Marina Garcés quiere sacar a la luz lo que permanece oculto, lo que no se dice, a pesar de hablar tanto de ella y proponerla, incluso, como remedio terapéutico para nuestros males.

   Y lo primero que queda claro es que se trata de una relación ambivalente. Sirve tanto para socializarnos como para poner en cuestión las normas establecidas. Al elegir los amigos, cambiamos de contexto social y afectivo. La familia nos viene dada, pero los amigos no, vienen de fuera. Es una relación rara, remarca Marina, sin instituciones ni leyes que la regulen. La hipótesis explicativa de la autora consiste en la “pasión de los extraños”. La verdadera amistad brota entre extraños. El encanto inexplicable de lo extraño genera alianzas casi indestructibles, frente a la tiranía del tiempo, la necesidad, la opresión, la aceleración o la soledad.

    Ha existido bastante acuerdo entre los filósofos. La amistad tiene que ver con la virtud, con el bien. Hay verdaderas y falsas amistades. La verdadera, la perfecta, no depende de la utilidad o el placer, sino de la virtud, de reconocer con la inteligencia la excelencia única del otro. Ese reconocimiento mutuo requiere dos ingredientes: tiempo compartido y ausencia de cualquier tipo de dependencia. Es amor a la libertad del otro. Por último, es necesaria una comunidad política que la haga posible. 

    Marina Garcés parte de una sospecha: ese consenso esconde algo. El ideal de amistad clásico es androcéntrico, entre hombres iguales y libres. Las demás posibilidades han quedado en los márgenes. Es lo que ha ocurrido con la amistad entre mujeres, por ejemplo. Además es un modelo clasista, válido para personas que ya cuentan con todas las necesidades cubiertas. La amistad perfecta se presenta como un ideal casi inalcanzable en la vida diaria. Por eso Marina Garcés explora otras visiones más próximas a la vida real de la gente, donde hay necesidad y dependencia, escucha y cuidado mutuo.

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