Tiene que llover arena para que recordemos lo que somos.
sábado, 25 de febrero de 2017
sábado, 18 de febrero de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: LA VENDA
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Francis Bacon. |
Se reunieron los dinosaurios, cosa extraña, para juzgar a los dinosaurios reales. Nadie entendía nada. Se reunieron para decirnos que todo sigue igual y que la balanza es la misma de siempre. Y que la venda se ha extraviado. Pobres roedores, malditos roedores, tan obsesionados con lo suyo, con sobrevivir con dignidad... Se reunieron los dinosaurios y decidieron que todo sigue igual y que los sueños de los roedores son un invento, un cruel espasmo. Se reunieron para recordarnos que el uso de la razón tiene un límite, el que ellos han establecido. Y los roedores enfadados, como en siglos anteriores, husmean viejos senderos, olvidados, arcaicas rutas para recuperar la venda. Pobres roedores, tan asustados, tan olvidadizos y serviles... Sólo se acuerdan de la balanza cuando la medida arruina la economía de sus guaridas. Sólo se acuerdan de la armonía universal cuando su cocina se resquebraja. Pero los dinosaurios conocen todo, cada pensamiento del roedor, cada lágrima. Por eso el fiel de la balanza marca la hora de nuestro final.
martes, 14 de febrero de 2017
LAS RAZONES DE NOAM CHOMSKY
Dicen por ahí que ya no hay
verdaderos intelectuales, que ahora sólo hay expertos, técnicos incapaces de
abordar las grandes cuestiones del ser humano. Claro que existen intelectuales,
son científicos que pretenden alcanzar una visión global de la realidad,
pensadores que promueven el diálogo entre las diferentes disciplinas con el fin
de comprender lo que somos y lo que nos conviene ser. Se atreven a eliminar
fronteras epistémicas y a promover transformaciones sociales; aparecen en la
prensa y hablan de temas que preocupan a los ciudadanos…
http://www.diariodejerez.es/jerez/razones-Noam-Chomsky_0_1108989529.html
Que la misma persona, Noam Chomsky, nos hable sobre la
gramática universal, el origen del lenguaje, la mente humana, los límites del conocimiento
y el socialismo libertario puede parecer una temeridad. Sin embargo, es una
necesidad. Dos publicaciones recientes me han llevado a Chomsky: un libro suyo
en el que trata todos esos temas y un artículo en Investigación y Ciencia de enero que pone en cuestión su teoría
sobre el lenguaje.
Paul Ibbotson y Michael Tomasello explican por qué muchos
lingüistas y científicos cognitivos están cuestionando la teoría innatista de
Chomsky. Lo que se pone en duda es tanto la existencia de una “gramática universal”
como el proceso de aprendizaje de una lengua por los niños.
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Miguel Parra. |
Según Chomsky, los seres humanos nacemos con unas
estructuras lingüísticas, una gramática universal. Nacemos con un equipamiento
biológico, unos módulos neuronales que explican la capacidad lingüística. La
gramática universal hace posible que seamos capaces de formar infinitas frases
con un número finito de elementos. Esta capacidad se concretaría luego en cada
idioma de manera diferente. A lo largo de las décadas de existencia de la teoría,
Chomsky y sus seguidores han tenido que modificarla. El conocimiento de la
diversidad lingüística les obligó a reducir esa gramática universal a un
procedimiento recursivo mínimo. Porque no todas las lenguas, por ejemplo,
utilizan las estructuras básicas de sintagma nominal y sintagma predicativo.
Si encontrar algo en común entre tantas lenguas ha sido un
escollo desde hace años, ahora se añade una crítica más profunda. Los estudios
experimentales sobre cómo aprenden los niños a hablar revelan que utilizan
recursos cognitivos que no son los específicamente lingüísticos de los que
habla Chomsky. Los niños utilizan la capacidad de clasificar en categorías y la
de relacionar objetos. Estas capacidades son generales. Las utilizamos para
múltiples tareas. Y permitirían explicar el surgimiento del lenguaje mediante
la experiencia y los procesos inductivos. El niño iría descubriendo pautas de
uso. Ya no sería necesaria una plantilla innata.
En “¿Qué clase de criaturas somos?” (Editorial Ariel, 2017)
Chomsky aborda los temas que le han preocupado a lo largo de su vida, temas que
considera esenciales para comprender qué es el ser humano: el lenguaje, los
límites del conocimiento y el bien común. Y todo en menos de 200 páginas.
En el capítulo dedicado al lenguaje expone en qué consiste
ese mecanismo recursivo innato. Una de las claves de su enfoque consiste en
relacionar lenguaje y pensamiento. Lo esencial del lenguaje no es la
comunicación. El principio de Computación Mínima explica cómo se genera la
sintaxis, cómo somos capaces de ordenar nuestras frases de forma automática. La
teoría de la evolución debería explicar cómo han surgido estas capacidades,
pues dependen del equipamiento biológico. Menciona la hipótesis de Ian
Tattersall. El surgimiento del lenguaje es un hecho repentino y reciente en la
evolución. Este científico sitúa el acontecimiento en un estrecho intervalo
entre 50.000 y 100.000 años atrás.
Chomsky también se plantea si nuestra capacidad de
conocimiento tiene límites. Las estructuras innatas determinan qué tipo de
hipótesis podemos formular. Somos organismos vivos y nuestra inteligencia
depende de procesos finitos concretos. Poseer ciertas estructuras implica poder
realizar unas tareas y otras no. Quizás nunca comprendamos completamente cómo funciona
la realidad.
Su pensamiento ético y político es bastante conocido. No
deberíamos admitir aquellas estructuras de poder que no estén justificadas. Una
idea muy sencilla y universal, dice. Esto le sitúa en el anarquismo, en el
socialismo libertario. Tiene mucho trabajo por delante este pensador estadounidense,
tanto en lingüística como en política...
viernes, 3 de febrero de 2017
ÉTICA DE ROEDORES: LA CRESTA
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Francis Bacon |
Desde la aparición del gran dinosaurio, los roedores viven inquietos, azorados. Siempre hay un gran dinosaurio, terrible, de pisadas destructivas, de mirada feroz y aliento pútrido. Cuando los roedores llamaron al gran dinosaurio, jamás pensaron que fuese un maestro de la albañilería... Y sabe el filósofo que los ladrillos no nacen de la nada... Pero ahí está, en el bosque, con sus terribles pisadas, con su cresta amarilla, terrible, sangrienta, inhumana. Pobres roedores, pensaron que el gran bicho podría convertir el hierro en oro. Pobres roedores, malditos roedores, creyeron que la culpa siempre es del otro, del diferente, del que riega el bosque, del que siembra, del que ara la tierra... Desde la aparición del gran dinosaurio, los roedores viven con miedo, acurrucados en sus casas, temblorosos. Hasta los viejos dinosaurios están asustados. Nadie había visto semejante cresta amarilla. Y los roedores, ignorantes de su condición, adulan al rey de la perversidad como si de un salvador se tratase. Pobres roedores... Han olvidado que la esencia del bosque se encuentra en los sombríos, en las penumbras, en las lindes que separan la miseria de la opulencia. Siempre hay un dinosaurio más terrible que el anterior, siempre. Y sabe el filósofo que el de la cresta amarilla no será el último ni el más terrible mientras los roedores vivan pendientes de los reflejos, de las sombras...
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