
sábado, 22 de octubre de 2016
HURRICANE

jueves, 20 de octubre de 2016
LABORATORIO Y RAZONAMIENTO ABSTRACTO
Hace unos días aparecía en este periódico un artículo
titulado “El Bachillerato pierde en una década el 11% del alumnado de
ciencias”. A lo largo del texto, se analiza lo que está ocurriendo. Francisco Javier
Pérez Cáceres, creador del programa PIIISA, lamenta el abandono de la formación
práctica en los institutos. Los alumnos van muy poco al laboratorio. No ponen
en práctica el método científico. Ésta sería una de las causas de la ausencia
de vocaciones científicas.
El programa
PIIISA tiene como objetivo “mostrar a los estudiantes de secundaria qué es la
investigación y cómo se realiza. Los estudiantes tienen la oportunidad de
involucrarse en proyectos liderados por científicos de reconocido prestigio, y
conocer de primera mano en qué consiste el método científico y cómo es el
proceso de investigación, algo que les permitirá explorar su posible vocación
por la carrera científica”. En la página web del programa (www.piiisa.es) leemos que el proyecto PIIISA
surge de la colaboración entre la Delegación de Educación en Granada, el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de
Granada (UGR).
¿Cómo llegan nuestros alumnos a la
universidad? ¿Qué carencias cognitivas muestran los jóvenes cuando inician los
estudios superiores? José Ramón Ramos Barrado, catedrático de Física Aplicada de
la Universidad de Málaga dice en ese mismo artículo: “La percepción general es
que los alumnos llegan cada día con peor nivel en Física y, sobre todo, en
Matemáticas. No saben calcular, resolver problemas y lo que es más grave, no
han desarrollado la capacidad del razonamiento abstracto. La ciencia se basa en
la abstracción a partir de la observación de la realidad”. Y añade más
adelante: "Es fundamental; la experimentación introduce rigor en la medida
y el cálculo. Ahí se cultiva la simiente. Es el lugar donde se despierta el
interés y la afición".
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Miguel Parra |
Esta capacidad
de razonamiento abstracto la desarrollamos a través de muchas materias:
matemática, lógica, física, química, lingüística, dibujo técnico, filosofía,
música, etc. En los criterios de evaluación de nuestras programaciones aparece
reflejada esa importancia de los procesos formales y abstractos.
Sin embargo,
vivimos en una sociedad icónica, donde lo abstracto es sinónimo de alejado de
la realidad, oscuro, estático y poco moderno. La sociedad icónica nos aboca a
una vida mental ceñida a lo concreto. Hay imágenes hilvanadas a modo de
narración, pero todo concreto. Hileras de imágenes, microhistorias que no van
más allá de sí mismas. Aunque pudieran hacerlo, la velocidad con que aparece la
siguiente evita que suceda. La velocidad de los datos nos impide despegar,
elevar el vuelo del pensamiento. No nos dejan tiempo para separar, abstraer, ni
para relacionar, generalizar, inducir o deducir. Lo concreto, sólo lo concreto.
En esta
sociedad icónica también se banaliza el concepto de observación. La experiencia
fragmentada, sin teoría, nos entretiene, nos embelesa y nos paraliza. La
experimentación en el laboratorio resulta una tarea muy tediosa: exige razonar
antes de observar, imaginar antes de transformar, y volver a pensar tras
anotar. La burbuja icónica, además, nos aleja de la naturaleza, de la complejidad
de la materia, de la medición directa, y nos ofrece a cambio una ficción
pasajera.
Si se debilita nuestra capacidad de abstraer y de formalizar, también se apaga la creatividad, la capacidad de utilizar analogías y metáforas. Deberíamos reflexionar sobre el uso de la imagen en el aula. Las pizarras digitales nos ofrecen un potencial enorme. Y nos ahorran mucho tiempo. Aunque resulte más árido para el alumno, hay tareas que no deben desaparecer: escribir, pensar, leer, mezclar, pesar, medir, dibujar, calcular, argumentar, imaginar, formular hipótesis, formalizar, generar y relacionar conceptos…
Si se debilita nuestra capacidad de abstraer y de formalizar, también se apaga la creatividad, la capacidad de utilizar analogías y metáforas. Deberíamos reflexionar sobre el uso de la imagen en el aula. Las pizarras digitales nos ofrecen un potencial enorme. Y nos ahorran mucho tiempo. Aunque resulte más árido para el alumno, hay tareas que no deben desaparecer: escribir, pensar, leer, mezclar, pesar, medir, dibujar, calcular, argumentar, imaginar, formular hipótesis, formalizar, generar y relacionar conceptos…
martes, 11 de octubre de 2016
DIMENSIONES
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V. Tatlin |
El espacio del matemático, el espacio del físico, el espacio del químico, el espacio del biólogo, el espacio del neurólogo, el espacio del psicólogo, el espacio del sociólogo, el espacio del geógrafo, el espacio del filósofo y el espacio del artista. El espacio del constructor, el espacio del albañil, el espacio del deportista, el espacio del astronauta y el espacio del concejal. El espacio del preso, el espacio del enfermo, el espacio del pobre, el espacio del desahuciado, el espacio del refugiado, el espacio del viejo y el espacio del árbol...
Celebramos que hemos ocupado todos los espacios, todos los continentes, todos los ecosistemas. Tras los símbolos de victoria vive agazapado el viejo presentimiento de la desgracia. Hemos ocupado todo y no queda nada libre de geometrías interesadas. Nadie tiene espacio. Ni la divisibilidad al infinito nos libra de esta penuria espacial que afecta a nuestra dignidad. Nadie tiene sitio. Todos se desplazan y huyen. Celebramos el desierto ocupado de la civilización.
La sociedad icónica nos ha regalado la omnipresencia estéril. Como espectros odiados en su mismna casa, extenuada, oikos cruel, vagamos entre las cuerdas, las redes que nos separan del topos primordial. Seres icónicos, seres errantes, esclavos del clic ortodoxo y heterodoxo, navegamos por el espacio ficticio de los miserables. No nos quedan continentes porque los hemos deseado desde una impostura existencial ciega. ¡Que retrocedan los barcos! ¡Que no crucen más océanos! ¡Ya hemos digerido todo el espacio!
viernes, 7 de octubre de 2016
LEVADURA
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V. Tatlin |
sábado, 1 de octubre de 2016
CLARO
Claro que arremeten todos los vientos contra nosotros, en especial los que no nos dejan avanzar, los que tiñen el rostro de tristeza y convierten todo en un desastre. Son los vientos de la memoria. Pero nos movemos, entre los cuerpos, cientos de cuerpos que sí doblegan las fuerzas de los malditos vientos. Y respiramos, nos giramos. Vemos su silueta cruzar el umbral de todas las puertas. Vemos su gesto tras cada lección. Y a pesar de la terrible memoria, avanzamos y hablamos, protegidos por ellos, por ellas, por los seres que aprenden. Claro que arremeten todos los vientos contra nosotros, sobre todo los que susurran palabras nobles, como justicia o utopía, los que brotan de las pizarras. Pero el ruido vital nos envuelve y seguimos, nos giramos, y recordamos que ya nada será igual.
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