viernes, 9 de octubre de 2015

ÉTICA DE ROEDORES LXXIII: LAS GRIETAS

Nadav Kander
  Sabe el roedor que toda geografía humana es enrevesada, tanto como los acantilados del norte. Nadie en su sano juicio querrá cartografiar para siempre semejante piel, texturas trágicas, aromas de la memoria. Tras los senderos del bosque, ocultos entre las rocas, discurren los caminos de la carne, los únicos, los olvidados por tantos fabuladores, como dijo el filósofo. Para el roedor no hay otro universo. Le basta el cabello enredado. Es suficiente la tersa piel. Recorrer esos mapas, sabiendo que son finitos, sabiendo que se agrietarán... No teme a las grietas que genera el tiempo, sólo se asusta ante la tristeza de su propia mirada, tan débil...