Cuando Nietzsche se
agarró al cuello del caballo sabía lo que hacía. Dicen que le pidió perdón en
nombre de toda la humanidad. El caballo estaba siendo maltratado por el
cochero. Fue en Turín. Es propio del filósofo o del artista susurrar al oído de
los animales. Quizás porque ya no esperan ser escuchados por los humanos,
quizás porque lo que tienen que contar es un secreto que sólo las bestias pueden comprender. Recordemos que
Beuys explicaba los cuadros a una liebre muerta que acunaba en sus brazos.
Beuys sabía lo que hacía. Nuestra noble tarea consistirá en explicar al oído de
nuestros caballos qué es lo que hacen los artistas.

Lo primero que debemos decir al animal es
que los artistas jamás duplican la realidad. No queremos más bestias en Jerez.
Los artistas, aunque describan y copien la realidad, nunca la duplican. No
tendría sentido. La mímesis no es mera copia. Incluso cuando los lienzos
parecen fotografías tampoco hay mera duplicidad. No se busca eso. El fotógrafo
realista tampoco quiere falsificar el mundo. No quiere entregarnos una copia y
hacerla pasar por el original. No es un falsificador de billetes o de marcas.
El animal debe saber también que el artista
no se limita a expresar sus sentimientos a través de sus creaciones, pinturas,
esculturas, instalaciones o novelas. No tendría sentido. Las obras de arte
ocultan más que muestran. No puede ser la función de una obra únicamente
expresar o reflejar la vida interior de un creador. ¡Con lo fácil que es
demostrar a los demás cómo te sientes sin convertirte en un sufrido artista!
Si apreciamos al caballo, le tendremos que
explicar con franqueza que los artistas nunca han querido transmitir ideas,
para eso están los libros de ciencia o de filosofía. Aunque lo hayan intentado,
no lo han conseguido. Ni cuando el arte ha sido heterónomo, porque lo han
utilizado las ideologías y las religiones, ha podido dedicarse únicamente a
transmitir ideas. Siempre hay algo más, algo que ni el arte conceptual supo atrapar
con su red.
Cuando Manuel del Valle me habló de esta
exposición le dije que tendría que hablar de unicornios. Pero me equivoqué de
metáfora. Al principio pensaba que para explicar la esencia del arte o la
actividad de los artistas necesitaría recurrir a la imagen de un unicornio.
Pensé que debería sostener que los
artistas sólo han pintado unicornios a lo largo de toda la historia del arte.
Estaba equivocado, al menos en parte.

http://www.lavozdelsur.es/equus-el-caballo-en-todas-sus-dimensiones