Sabe el roedor que en nuestras miradas permanecen las piedras y las sombras. Sabe el roedor que siempre está todo ante nuestros ojos, débiles. ¿Olvidaremos el primer sendero? Nunca, jamás dejaremos a un lado los viejos olores, los del invierno, cuando huíamos del frío para sentarnos en el enronje, en la gloria. Nadie puede olvidar lo que fuimos, lo que somos. ¡Recuerda la era, le atrio y todo lo que pudiste ser! Entre la harina se esconden todos tus miedos, atrapado en el blanco de la llanura, nada más. ¿Cómo olvidar algo? Sabe el roedor que entre nosotros, los débiles, no hay ningún tesoro más. Sabe el roedor que las nieves, el trigo, la leña, el olor a pan, todo eso, la sombra de la iglesia, los pardales, los vencejos, todo eso, la harina, el horno, el aire, los pulmones, la ruina...
sábado, 31 de enero de 2015
NOMBRE ENTRE NOMBRES
“…Ya es
bastante
no
naufragar en el silencio propio”
Roer la
cultura implica acercarse a las experiencias creativas con la noble intención
de transitar senderos auténticos. Algunos de esos senderos quizás sean ya
conocidos y reconocidos. Otros, sin embargo, vendrán de los márgenes, de la
periferia. La Voz del Sur pretende realizar una crítica cultural cercana a los
ciudadanos, por lo tanto recorreremos aquellos senderos creativos comprometidos
con la libertad y la verdad. Y como hay escritores, dibujantes y músicos que no
pueden acceder a las instituciones oficiales, quizás porque los espacios ya están
ocupados o porque no se quiere asumir ningún riesgo, en estas páginas podremos también
dar cuenta de sus proyectos.
“No
siempre, sin embargo,
despejados
se muestran los caminos,
y sombras
sin sosiego
el
horizonte turban.”
Ejemplo de
compromiso creativo es la obra de Jacobo Cortines, que acudió a la Fundación
Caballero Bonald el pasado jueves para leer poemas de su nuevo libro “Nombre entre nombres”, publicado por la
editorial Renacimiento en Sevilla, 2014. El escritor lebrijano, de profunda y
pausada dicción, nos habló, como todo poeta, del tiempo, de lo que fuimos y
deseamos, de los rastros que dejamos en los escenarios de la vida.
Es un poeta
que tarda en publicar porque tarda en escribir. Se toma en serio la escritura.
Y tomarse en serio la escritura significa rumiar las palabras hasta que son
sencillas, nítidas. Es lo más difícil: despojarse de lo accesorio para ofrecer
lo que no sabemos, nuestra carencia esencial. José Mateos nos lo advirtió en su
presentación: la poesía nos arranca de la vida para situarnos en ese espacio
del desconocimiento, de la ignorancia más densa. Porque la poesía tiene una
paradójica relación con la vida, ese lugar donde ocurren todos los prodigios: aleja
al mismo tiempo que aclara desde esa oscuridad esencial.
Los poetas
que también traducen libros de otros escritores son doblemente poetas, pues la
intensidad que necesita el verso se recorre dos veces. Quizás por esta razón
manejan tan bien la transparencia de las palabras cuando escriben sus propios
versos y convierten las emociones en personajes, en actores que se arremolinan
en los recodos de lo cotidiano. El libro de Jacobo Cortines está dividido en
cuatro partes: “Escenarios”, “Ausencias”, “Contrapuntos” y “Nombre entre
nombres”. Cabe destacar el último poema, que da título al libro. Es muy largo,
más narrativo y más complejo que el resto. Los nombres se convierten en
escenarios de una lucha, quizás interna, familiar, contra los recuerdos y
contra el tiempo mismo, ese tiempo que parece circular, eterno retorno, o que
no parece tiempo...
“Un erial
de abrojos y de espinos.
Esta es la
podredumbre del presente,
fruto de la
indolencia y la codicia.”
Si nos
preguntamos para qué sirven hoy los libros de poesía y para qué las
presentaciones, en una ciudad que parece agonizar en la niebla, cabe responder:
el 21 de agosto de 2014, en Salamanca, se terminó de imprimir este libro para
que el 22 de enero de 2015, en Jerez, Pilar Pardo hiciera una pregunta
impregnada de temblor poético, de sensibilidad, sobre la conciencia del tiempo.
“Son las
olas de ayer, las mismas olas
que
lamieron sus pies, pero “¿ese ayer –se pregunta-,
no es este
hoy, tal vez también mañana?”.
lunes, 26 de enero de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
martes, 20 de enero de 2015
LA CIUDAD DE SOMBRA
En la Ciudad de Sombra todo es ruina, descalabro y
desidia. Habitada por las voces de los perdidos, Balma se retuerce entre su
miseria, ahogada en una espesa niebla. Los escombros rezuman tristeza y
abandono, incluso pensamientos de desaparecidos, de los perdedores, aniquilados
por la inquina.
Luis Mateo
Díez ha creado un territorio de palabras, de formas de decir, que no es poco.
No describe la ciudad, la escribe. Todos sus personajes, sus voces, son
supuraciones de ese espacio urbano y creativo. En la Ciudad de Sombra habitan
los que no tienen nada que esperar y los que huyeron de todo, hasta de sí
mismos. Porque tras la Contienda sólo queda miseria, ruinas vitales y memorias
erosionadas por el odio.
.jpg)
Cuando los
personajes hablan, lo hacen desde una carencia, siempre desde un retiro o una
pérdida. Es un hablar desde la retirada del ser, desde el continuo alejamiento.
El desgaste de la vida genera desasosiego y penuria existencial en los que
habitan la Ciudad de Sombra. Es una penuria cómica y reflexiva, fruto del
ingenio del desorden interior. Las enrevesadas andanzas del protagonista se
nutren de la ironía y el esperpento de los pobres. Sobrevivir en la noche, como
un perro abandonado, es la única aspiración de los perseguidos.
Somos seres
esencialmente urbanos, capaces de convivir todos juntos en muy poco espacio. La
ciudad es un territorio de palabras y símbolos. Es el territorio de la
civilización y sus locuras, el espacio del poder y las utopías. Los personajes
urbanos de las novelas brotan de las calles, de los lugares. Y la ciudad emerge
de las acciones cotidianas de sus moradores. Las estructuras de poder aparecen
reflejadas en la distribución espacial, en la delimitación de los espacios
públicos, en las prohibiciones y en la memoria cristalizada de sus empedrados.
Las ciudades son construidas por anhelos, odios, proyectos, sueños y hábitos.
En la Ciudad de Sombra todo está presente y ausente al mismo tiempo: cada calle
es una cicatriz que supura tanto las desesperanzas individuales como los
chirridos de las estructuras de poder y sus sinrazones.
Habitamos
las ciudades como si fuesen un espacio natural, como si estuvieran ahí desde
siempre y se rigieran por las leyes inexorables de la naturaleza y la
geometría. Nos encontramos con un espacio urbano ya dado. Sólo cuando se
producen contradicciones o desequilibrios urbanísticos graves somos capaces de
pensar la ciudad y sus fundamentos. Pero las modificaciones de la ciudad se
presentan como un proceso natural e inevitable.
No es fácil
identificar las contradicciones. El poder las disfraza constantemente bajo los
rótulos de bienestar y progreso. Pensar que otro espacio urbano es posible
implica revelar los intereses económicos y políticos que hay detrás de todo
plan urbanístico. Otro espacio urbano es posible porque la ciudad es una
construcción social, no un hecho natural. Pensadores como Henri Lefebvre (“La producción del espacio”.
Capitán Swing. 2014) o David Harvey (“Espacios
de esperanza”. Akal. 2007) abordan la ciudad y el urbanismo con las
herramientas analíticas del marxismo. Su lectura puede servir para entender las
transformaciones urbanas recientes y cercanas.
No se trata
sólo de ver cómo se concreta la lucha de clases en los planos de nuestras
ciudades, sino de explicar cómo el espacio urbano pertenece al gran capital, no
a la comunidad. Los espacios públicos desaparecen, son desactivados. Los
centros históricos son ahora barrios marginales, olvidados, escenarios de posguerra,
sucios y sin expectativas. Los grandes centros comerciales se han constituido
en ciudades paralelas, sin ciudadanos, donde se ha concretado lo que ya se
sabía, que en este modelo político y económico sólo somos consumidores y
asalariados, con lo justo para mantener esas ciudades paralelas del gran
capital. Las actividades culturales de los centros históricos y las actividades
políticas, aunque existen y existirán, han sido marginadas, desvitalizadas. Ha
bastado con dejar caer los edificios, no limpiar las calles, asfixiar al
pequeño comercio, dificultar la movilidad, paralizar los proyectos culturales y
dejar un boquete de ruina y desidia como muestra...
domingo, 18 de enero de 2015
ÉTICA DE ROEDORES XLVI: ¡HUID DE LOS CIRCOS!
![]() |
De Miguel Parra |
viernes, 9 de enero de 2015
ÉTICA DE ROEDORES XLV: UN MENSAJE PARA LUISA
No será atrapado el roedor por semejante red, porque quizás sea una red diseñada por los dinosaurios, para pies de dinosaurios. Ni los cebos son tan deliciosos como ellos piensan. Son aburridos trozos de carne, ya digerida, procesada, adulterada, rancia, de vaca loca. ¿No saben que al roedor le gusta el queso? Ni embadurnados de miel son apetitosos para el roedor esos cebos rebozados de opio o caramelo. Estos dinosaurios no saben cazar. Sólo saben aplastar con sus pisadas. Inventaron la red para embelesar a los roedores, para ayudarlos a superar el cansancio y la insatisfacción permanente. ¡Qué buenos son, en el fondo, los dinosaurios! Es una red que entretiene a los roedores: se sienten protagonistas de su propia captura. Es una red que adula a los roedores desprevenidos: se sienten creadores de sus cadenas. Es una red de seres que se sienten inteligentes, seres capaces de lanzar imágenes, plumas, contra los muros de su miseria. Estos brutos dinosaurios saben muy bien lo que hacen. Ni se han molestado en tejer la red: nos dieron la seda para que nosotros terminásemos la noble tarea. Y como libro de instrucciones: la vanidad condensada de una sociedad que se cree civilizada. Pero quizás ya no haya salida. Somos tan hacendosos que la red es cada día más tupida. Vamos cerrando los agujeros, nosotros, los sonámbulos, los que agachan la cabeza para seguir tejiendo. ¿Se librará algún roedor de semejante red? Nadie lo sabe. Porque no hay nadie fuera de la red para saberlo, para dar testimonio del milagro. Menos mal que el roedor se entretiene con la miel, con la sustancia empalagosa que supura esta red. Quizás pierda movilidad el astuto roedor, atrapado por la melaza de la pereza y el aburrimiento. Mas sabe el filósofo que todas las redes se deterioran y que no hay hilo suficiente para tanto mar, ni para tanto bronce.
jueves, 8 de enero de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)