¿Cómo saber dónde arraiga el sinsentido? Imagínate a unos humanos intentado educar a otros, para conducirlos por ciertos senderos, todos contingentes, llenos de señales. Rara experiencia, inofensiva, pero harto peligrosa. La pisada del dinosaurio no puede ser esquivada, por eso debemos conocerla en todos sus detalles. Dedicaremos cada hora a una uña. Y que nadie olvide el protocolo, el de la miseria. Que nadie invente historias raras, donde los roedores viven sin miedo, sin pánico. Esas leyendas hacen mucho daño. Aprenderemos a ser aplastados por la terrible pisada del dinosaurio. Y si no existen, los construiremos, con nuestras debilidades, con nuestra tristeza. ¿Cómo saber dónde arraiga la ruina? Olvida aquellos sueños, los que hablaban de nuevos senderos, desconocidos. Olvídalos, no tienen nombre. Nunca lo tuvieron. ¿Acaso la espesa niebla tiene nombre? Imagínate a unos humanos dirigiendo la miseria de otros humanos, noble tarea para embaucar al aburrimiento. Ya sabemos hasta dónde llega la mirada, ya hemos situado el horizonte, y no deseamos ver más allá, porque no merece la pena.