¿Sabrán, por fin, que sólo los senderos de la ciencia conducen a alguna parte? ¿Necesitaremos más siglos para comprender algo tan sencillo? Es difícil renegar del oscurantismo. ¡Es tan cómoda la oscuridad! Y volver a caminar a palpas, entre fantasmas aburridos ante semejante descalabro. Nunca reconocerán los dinosaurrios que sólo los senderos de la ciencia, el escepticismo institucionalizado, pueden alumbrar en medio del bosque. Pero prefieren la enmarañada ignorancia y la esclavitud. Porque de ellas se nutre el dinosaurio, de ellas brota su teología, la superstición y el miedo. ¿Es que los roedores conocen el camino? Imposible, pues no hay un camino, sólo senderos efímeros, los que proporcionan la razón y la experiencia. ¿Y si además los roedores crean sus senderos, los que creen necesarios? El dinosaurio dirá que la ignorancia del roedor debe ser remediada con el único camino, el de sus pisadas terribles.