Si editar es una tarea difícil, editar pensamiento libre
constituye una hazaña propia de héroes como Abelardo Linares, de la Editorial
Renacimiento. Porque Pienso para perros (Renacimiento
2014) es precisamente eso, pensamiento libre condensado. La noble labor de los
editores debería ser recordada más a menudo; me refiero a los editores de
verdad, los que leen, degustan, dialogan, piensan, escuchan y arriesgan. Un
editor sensible y comprometido con su oficio no sabe resistirse ante las
muestras de ingenio, tan escasas hoy. Y no puede resistirse porque entiende la
edición como un acto cultural, ilustrado, como una obligación con los
ciudadanos y con la verdad.
Luis Martínez de Mingo (1948) ha reunido
en este libro reflexiones, pequeños relatos, anécdotas, notas de viaje,
pensamientos sobre escritores, poemas, apuntes,… Es el pensamiento de fondo de
un autor que no para de crear y de escribir. Es el rastro de una labor
literaria de décadas: el poso que dejan las lecturas y las conversaciones con
otros escritores; el sedimento de la vida diaria, captada por una profunda sensibilidad.
El poeta
Luis Lamillar recordó en su presentación a los cínicos, los filósofos del
perro. Recuerden a Diógenes, que vivía en un tonel, con lo justo, con lo
mínimo. Recuerden que criticaba todo lo accesorio y la banalidad de las
costumbres. Las necesidades artificiales son las que nos embrutecen, nos
esclavizan. Criticaba a los filósofos que hablaban de grandes Ideas, demasiado
abstractas, y luego se olvidaban de lo concreto, de cómo vivir con libertad.
Pienso para perros presenta una
escritura directa. Luis Martínez de Mingo dice lo que tiene que decir, de sí
mismo y de los demás. Pero sabe combinar muy bien ese estilo corrosivo con un
tono poético. Vamos leyendo fragmentos, entradas, en diferentes géneros, con
registros muy distintos. Sin embargo, la tensión creativa y crítica del autor
permanece en todas las páginas. Por eso el libro es entretenido, divertido,
ácido, triste a veces, y, en cierta forma, utópico, en el buen sentido. A pesar
de la realidad, de las miserias del mundo literario, el libro rezuma libertad:
todavía se puede ser independiente en la literatura.
Su labor
intelectual ha abarcado todos los géneros. Es Doctor por la Universidad de
Barcelona con una tesis sobre el romanticismo. Ha sido Catedrático de Lengua y
Literatura. Ha publicado libros de poesía, relato, novelas, biografías, ensayo
y ha escrito artículos en varios periódicos. Cabe resaltar la biografía sobre
José Luis Borau y un tratado sobre miedo y literatura.
Les dejo
dos muestras de Pienso para perros y
una entrevista que nos concedió muy amablemente unos minutos antes de la
presentación del libro, una presentación a la que acudió incluso el guitarrista
de su boda…
Clínica oftalmológica en Salamanca. A las doce del mediodía me someten a 40 disparos de láser en la retina de mi único ojo válido, el izquierdo, para sujetármela hasta que se pueda. Ya es la tercera vez. Mi novia buena, aguanta sentada detrás de mí y me cuenta que bramaba, contenido, como cuando los terneros barruntan el matadero. Cuando el verdugo acabó se acercó a enchufarme amor y dice que sudaba como en trance: “Olías a azufre, a huevos podridos, como si se hubiese abierto en ti el centro de la tierra”. La ceguera, amor, huele a tierra preñada de sangre. Dentro de la tierra la soledad es negra como la pez; ahoga.
Hoy, que ya caen las horas en mi mano
como mercurio sobre la palma.
Hoy, que siento también
a dónde he llegado con esto de la literatura:
a ningún sitio,
a la orilla del miedo, donde siempre estuve
como rabo de cérvido.
Hoy, que ya conozco además a suficientes poetas,
declaro que no hay más llama que la vanidad
ni más pretexto que seguir escribiendo:
no se puede librar la mente
de esta sarta encadenada de milongas
que es lo que somos.
Y no hay más.
Hasta que se consuma el fuego.
¿Qué es Pienso para perros?
Es un
dietario de reflexiones y notas que el escritor va tomando a medida que escribe
la obra de fondo, la novela o los ensayos que el escritor tenga entre manos. La
palabra dietario es de Josep Pla, que es el primero que comenzó a realizar
dietarios en castellano. Uno va tomando notas, reflexiones sobre caracteres que
se encuentra por la vida o libros que va leyendo, viajes… Y al cabo del tiempo
uno vuelve sobre sus notas y selecciona. El resultado de esa selección es este
libro. Había más de quinientas páginas y me quedé con ciento veinte. Lo que
pretendo es la densidad y, sobre todo, no aburrir al lector. Quiero que el
lector vaya avanzando y lo pase bien sin que le pese. Se mezclan los aforismos
con las reflexiones, pequeñas historias y pequeños cuentos.
He visto que es muy variado, hay incluso crítica literaria…
Sí, hay de todo, notas de viajes, opiniones
sobre colegas, sobre Trapiello, sobre Vila-Matas,… sobre muchos compañeros
escritores. Y reflexiones personales, porque el escritor también debe tener
autocrítica. Hay opiniones en contra de mí mismo. Incluso la portada, que ya ha
sido criticada en la red, quiere ser una analogía del personaje que se va
revelando a medida que se lee. Es un personaje desengañado, duro, que muestra
las huellas que la vida va dejando, el rostro del sujeto, del escritor.
Es corrosivo y con un sentido del humor ácido…
Sí. Ya llevo unos cuantos libros. Fui
finalista del Premio Nadal con El perro
de Dostoievski. Tengo otro libro sobre Francis Bacon, premio de novela corta, titulado Pintar al monstruo, y me atraen los
personajes con la vis expresionista, que han vivido la vida al límite, como
Bacon y Dostoievski. Aborrezco este chisgarabís de la burguesía en que estamos
metidos y esta cursilería de los perritos que acompañan a la gente, las
mascotas,... A mí lo que me preocupa es la gente que se está muriendo cada día
en Italia, en Melilla,… Ahí es donde está la llaga, no en que los perros lleven
el pelo cardado o lleven bufanda…
Usted quiere ser independiente. En uno de sus aforismos dice que nunca
entró en el Partido Comunista porque intuía que le iban a pedir que renunciara
a su individualidad…
No, nunca
he tenido carnet. Mi padre fue socialista, de Tierno Galván. Mi padre sufrió el
bombardeo de Guernica. Luego estuvo en los campos de concentración. Soy un hijo
de la postguerra. Entonces la tendencia era ir al partido, al Partido Comunista.
Pero exigían entregar las señas de identidad, dejar tu individualidad en nombre
de la ideología. Y a mí las ideologías me parecen una abstracción. Nunca he
sido de ningún partido. Pero ahora estoy con PODEMOS, porque me conformo con
que hagan el diez por ciento de lo que dicen, que ya es más de lo que promete
el resto. Todavía no he votado, pero ya he puesto dinero para el crowdfunding
de PODEMOS.
¿Es fácil ser independiente en la literatura y mantener una posición
crítica?
Como
escritor, y eso lo sabe uno de mis maestros, Caballero Bonald, o eres tú o no
hay nada que hacer. La literatura es la historia individualizada. Es la
historia que cuenta el sujeto que ha vivido los distintos episodios de su
devenir. O eres tú, con todo lo que eso tiene, de Quijote, de indefenso, pero
insobornable, o no eres nadie. Desde esa posición, que está sometida a toda la
crítica y a toda erosión, sigo defendiendo toda mi individualidad. Las
opiniones que vierto en el libro son mías. Y que las contradiga o sopese el que
quiera.
Y los géneros están al servicio de su pensamiento. Por eso va de un género
a otro con tanta libertad…
Tengo tres
libros de poemas publicados, y de cuentos, hace muchos años. También libros de
ensayo, novelas,… Cuando uno se dedica a las humanidades, pues está en el
fango, es todo… Y los géneros, por supuesto, están al servicio del pensamiento,
del devenir poético del sujeto. Sujeto, decía Lacan, como supuesto saber. Yo
soy un supuesto saber. Yo intento saber. Yo no sé. Lo único que hago es verter
preguntas.
También ha escrito en los periódicos: ¿Cómo ve la escritura de la prensa?
¿Hay pensamiento libre?
No, cada
vez menos. El año pasado estuve en el jurado de Premio de la Crítica, de la
asociación de críticos españoles. Y la crítica cada vez tiene menos peso. Pero
es que la literatura está perdiendo densidad y está perdiendo interés en la sociedad
por momentos. El intelectual antes era una persona que tenía importancia y se
le consideraba algo. Hoy en día es un mindundi. No tiene nada que ver con lo
que era Unamuno, con lo que era Baroja, a principios de siglo, o en la
generación del cincuenta con Caballero Bonald o Gil de Biedma. Hoy un
intelectual no vale para nada. No tienen ninguna relevancia. Lo que sí tiene
relevancia es Sálvame Deluxe y lo que
sale en la tele.
¿Y qué futuro hay?
Tengo
sesenta y seis años. No soy adivino. Lo único que pretendo es seguir leyendo y
escribiendo. Pretendo tener tensión para que el que se acerque a mis libros
pueda decir “aquí hay un tío comprometido con la literatura y que piensa de
modo tenso”. Pero hacia dónde va esta sociedad no tengo ni idea. Es una sociedad
que está atrincherada contra los que nos invaden, por Sicilia y Melilla. Y
defendemos nuestros privilegios sin nada más. No veo valores en contra de los
otros. Es una democracia de unos pocos. ¿Qué pasa con los desheredados, con el
sueño del proletariado de Marx? La vida se ve de forma diferente a los veinte,
a los cuarenta y a los sesenta. Sólo pretendo hacer lo mío. Me encuentro bien
conmigo mismo y respondo de mi literatura. El que se acerque a mi libro que me
hable de su calidad, nada más. No pretendo ser profeta.
¿Qué está escribiendo ahora?
Ahora tengo
una novela que sale pronto, para la Feria del Libro de Madrid, publicada por
una editorial hispano-cubana llamada Verbum. Es una novela histórica, sobre el
siglo XIX, se titula La reina de los
sables, sobre Isabel II, Espartero, Prim,… sobre ese cambalache que dio
lugar al ruedo ibérico de Valle Inclán. Isabel II era una ninfómana, que no
sabía ni vestirse. Intentó toda su vida aprender francés y no dijo ni comment allez-vous? Una señora inútil
que tenía el palacio lleno de perros, de distintas razas… Se acostó con todos,
con Serrano, Narváez… Impresentable, como todo el mundo sabe.