Si algo bueno tiene la poesía es que deja todo como estaba, intacto. ¿Para qué tocarlo? Aprendieron todos los poetas a rozar el mundo: noble y bella tarea. Todas las figuras y todas la métricas son formas de rozar lo que nos hiere. Por eso el filósofo envidia al poeta, porque bordear el mundo con estilo no es cosa fácil, sobre todo si sabemos que en ello nos jugamos todo. Sangre, sudor y lágrimas, dice. Jaca negra, luna grande, contesta. No es fácil acercarse tanto al mundo para luego huir, como la piedra plana en la charca: un juego de niños aburridos. ¡Qué difícil es rozar el mundo! Sólo el roedor admira esa habilidad... ¡Qué importan los ángulos oscuros! ¡Qué importa Nueva York! Sólo el poeta se atreve a urdir palabras para acariciar la nada. Ayer fue miércoles toda la mañana, dice. Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, contesta. Si algo bueno tienen los poetas es que saben huir del mundo con estilo, como si se acercasen. Y con su huida lo dibujan, lo anuncian... ¡Pobres dinosaurios! ¡Son incapaces de despegarse de la tierra! ¡Morirán atrapados por la gran piedra! Si algo bueno tienen los poetas es que dejan todo como estaba, intacto.