¿Sabremos elegir el Sur? Parecía tan fácil... ¿Sabremos discernir la palabra y el olvido? Parecía tan difícil... Volveremos a construir castillos en el aire, quizás. Porque la miseria de la esperanza no da para más, ni para menos. Pero el roedor, que se pierde por los viejos senderos, se pregunta si existe el Sur, si no será una ficción más, una ficción que interesa a los que poseen la tierra, los senderos y los olivares. ¿Sabremos elegir el Sur? Ya nadie los sabe. Ya nadie lo ignora. Porque quizás elegir sea la última proeza, la imposible, el último número del circo, del gran circo... De la maleza brotan las palabras, las metáforas: son tiempos de retórica. Y el roedor añora el Sur, porque el Sur refleja lo que quiere ser el Norte... ¿Sabremos elegir el sendero del Sur? ¡Todo se ha diluido tanto! Ni los senderos de la roja sangre alcanzarán el olivar... Sabe Lorca que ese olivar está lejos y que los regueros de sangre jamás lo encontrarán. Todos nacimos para elegir el Sur, para reconocerlo, para recordarlo, como una utopía posible...