Nos parece muy extraño que en los últimos años, marcados
por el avance de la esfera digital, hayan surgido nuevas revistas en papel,
publicaciones periódicas que se venden en los quioscos y librerías de nuestras
ciudades. Si además están dedicadas a las humanidades, más raro todavía. Quizás,
dado el giro participativo al que estamos asistiendo, los ciudadanos soliciten
teorías, herramientas conceptuales para enfocar su nueva actividad democrática.
La maquinaria de las asambleas puede devorar el espíritu crítico si no tenemos
un marco teórico sólido en el que expresar nuestras necesidades radicales. Sin
teoría, todo quedará en una amalgama de parches, buenas intenciones o recetas
imposibles.
En las librerías
podemos encontrar el número nueve, enero-febrero, de LA MALETA DE PORTBOU,
dirigida por Josep Ramoneda y editada por Galaxia Gutenberg. Es una revista que
desea recuperar la figura del intelectual europeo, comprometido con los
procesos sociales reales. Hace tiempo que se echa en falta esa implicación de
los sociólogos, filósofos, economistas y artistas. Daba la impresión de que se
habían retirado o habían caído en un pesimismo paralizante. Son necesarias las
publicaciones que recojan la reflexión teórica seria, crítica, e
interdisciplinar.
Este número
contiene un dossier, “Vivir en las redes”, elaborado a partir de las jornadas
Enter Forum, encuentro internacional sobre internet y privacidad. En los
artículos se van describiendo los problemas de la identidad en internet y los
nuevos mecanismos de socialización y resolución de conflictos. Andrés Ortega,
por ejemplo, analiza el papel de las redes sociales digitales en los
movimientos políticos cibernéticos. Son movimientos híbridos: virtuales y
urbanos. Y además son autoorganizados y multinodales, no siguen líneas de
subordinación jerárquica. Reflexiones muy interesantes para comprender los
flujos políticos actuales de nuestra ciudad.
Habría que destacar la entrevista a César
Rendueles, autor del libro “Sociofobia”, que se dedica a pensar las
contradicciones de la sociedad de la información: “Me pareció sorprendente que
el actual proceso de debilitamiento social coexista con una ideología
tecnológica que ensalza la colaboración y la creación de comunidades cuando
éstas están mediatizadas por las tecnologías digitales, pero que las denuesta
en el resto de los casos.” Es un sistema que “comercializa el mayor número de
áreas sociales”. Define la sociofobia del sistema tecnológico como “la desconfianza
en la posibilidad de que una participación política igualitaria nos permita
resolver los retos colectivos”. Esta tecnología promueve un “profundo recelo
hacia la deliberación política”. “No nos vemos capaces de hacer cosas juntos,
pero la tecnología nos permite que las hagamos al mismo tiempo”.
Destacamos,
también en ese dossier, una selección de imágenes pertenecientes al taller
“Tecnología y vigilancia” dirigido por Antoni Muntadas. Doce autores colaboran
en ese proyecto, preocupados por las miradas, verticales y horizontales, que
pueblan el nuevo espacio público y privado. Estos artistas presentan sus
proyectos en el próximo Enter Forum 2015.
Las
contradicciones de esta sociedad de masas surgieron en el diálogo de dos
pensadores de la Escuela de Fráncfort, Benjamin y Adorno. Alex Ross nos muestra
cómo abordaron problemas como la reproducción técnica de las obras de arte y la
posibilidad de un arte auténtico y crítico. La cultura popular frente a la alta
cultura de la burguesía: la mercantilización del arte deja poco espacio para la
emancipación. Benjamin fue más optimista respecto a las potencialidades
emancipadoras del arte popular.
Hoy
seguimos dudando. Por un lado, la sociedad de la información nos ofrece
capacidad de autoorganización. Pero, por otro, quizás sea una forma de
dispersión, de control, de alienación, de alejamiento de la deliberación real.
Quizás sea una buena ficción para tenernos entretenidos. Aunque, vista la
congregación de personas reales en la manifestación de ayer en Madrid, todo es
posible…
Por otro
lado, Milagros Pérez Oliva entrevista a Manuel Esteller, director del programa
de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigaciones
biomédicas de Bellvitge, en el que trabajan unos sesenta investigadores. Para
Manuel Esteller, los grandes avances de la biomedicina de los últimos años han
sido: la secuenciación del genoma humano, la medicina personalizada y la
medicina regenerativa con células madre. En el diálogo se habla de las
investigaciones en Epigenética: “diríamos que si el ADN es el esqueleto, la
Epigenética es el vestido que lo cubre, y está formado también por una serie de
marcas químicas que tienen la función de controlarlo.” Hoy se estudia la
influencia de los factores externos en ciertas modificaciones epigenéticas.
Por último,
cabe recomendar las fotografías que Samuel Aranda ha realizado en los países
más afectados por el ébola, donde no existen prácticamente sistemas de salud,
la riqueza está en manos occidentales y la corrupción invade todas las
instituciones. Las imágenes de Aranda nos recuerdan la crueldad del virus, la
miseria en la que viven los infectados y la labor humanitaria de Médicos Sin
Fronteras: guantes, muertos en las calles, familiares que lloran sin poder
acudir al funeral, debido al alto riesgo de contagio… Mientras, la agencia de
las Naciones Unidas creada para atajar la epidemia está lejos, en Ghana, donde
no hay infectados pero sí hoteles de lujo para reuniones interminables, nos
dice el fotógrafo.