El Palacio Villavicencio, en el Conjunto
Monumental del Alcázar de Jerez, acoge una exposición sobre el pueblo gitano,
organizada por el Instituto de Cultura Gitana y Acción Cultural Española. LUNGO
DROM significa “Largo camino”. Más de mil visitantes han recorrido ese sendero
de tradición, sufrimiento y belleza; un sendero que conviene comenzar por la
izquierda, por el presente, por las personas que llenan nuestros días; un
sendero que somos nosotros, los que compartimos el aula, el hospital, la bulería,
el mercado, el desempleo y el empedrado.
Nada más
entrar contemplamos la escultura de Antonio Moya que se titula “El río”. Es un
hombre que cruza el agua con un niño sobre los hombros. Quizás sea la mejor
metáfora para describir a los gitanos. A hombros han transportado una lengua,
la familia, unas costumbres y, sobre todo, una inmensa esperanza ante las
fuertes corrientes que les han zarandeado a lo largo de los tiempos.
La única
forma de huir de los tópicos es mostrar la complejidad de los rostros. Las
caras y cuerpos de gitanas y gitanos impregnan de dignidad todas las estancias
de la muestra. Las fotografías, actuales y antiguas, ilustran cada hito
histórico o cada contradicción social. Rostros y cuerpos bien elegidos
transmiten la fuerza y el optimismo que brota de las adversidades dejadas
atrás. Son las escenas ingenuas, espontáneas, de personas desconocidas, las que
aniquilan los prejuicios y los tópicos tejidos durante años.
Una lengua,
el caló, ha servido para reforzar la identidad de los gitanos, para arropar los
lazos étnicos y sociales. A lo largo de la exposición se habla de la familia,
la mujer, el trabajo, los jóvenes, la religión, la educación, la política, las
artes y la historia de los gitanos. Cada sección cuenta con textos precisos,
imágenes, vídeos, y objetos relacionados con cada aspecto abordado. El
visitante se encuentra con los zapatos de la Chunga, un facsímil de García
Lorca, documentos oficiales referidos a la persecución, carteles de la
transición, fotos de Juan de Dios Heredia, de tratantes de ganado, imágenes de
Camarón, libros de poesía, de cultura gitana,…
Como en
toda exposición que habla de personas, de ciudadanos, cabe realizar dos
recorridos. Algunos sólo se fijarán en los detalles, en las caras conocidas o
en los viejos objetos. Sin embargo, otros se adentrarán en el trasfondo social.
Verán cómo la familia gitana se ha transformado al integrarse en los modos de
vida urbanos y cómo la mujer gitana se ha organizado para defender sus
derechos. Verán cómo hay gitanos en todas las profesiones, cómo los jóvenes
gitanos se han integrado en el sistema educativo y cómo ese sistema educativo
todavía no habla lo suficiente de la cultura gitana española. Verán cómo se
perciben todavía las consecuencias del urbanismo capitalista y la marginación
que produjo en los años setenta. Verán cómo la industria cultural creó tópicos para
desviar la atención y cómo las persecuciones de siglos pasados han dado paso a los
procesos de “chabolismo vertical”. Y verán cómo resta mucha labor por hacer si
deseamos construir una sociedad de ciudadanos libres e iguales.