lunes, 15 de febrero de 2016

TIERRA

Para quien la trabaja, se decía, con la sorna descabellada del que sueña efluvios del Tártaro. Espectros. Abandonados en la algaida, nunca estaremos tan cerca del agua ni del secarral. Raíces cúbicas o pesadillas de Timeo. La tierra para quien muere, se decía, con la certidumbre del que zozobra entre las terrosas rémoras del pensar. Porque el Etna te espera y las sandalias ya no importan.