Tarde o temprano recordarás lo que pudiste preguntar a los que ya no están. Y será tarde, porque siempre es tarde para preguntar lo esencial. A todos nos llega el día, ese día en el que somos conscientes de las preguntas perdidas, las que no podrán tener lugar. ¿Quién te iba a decir, maldito roedor, que aquellos instantes vividos con ansiedad serían tu perdición y que los recordarías con rencor? Tarde o temprano querrás saber, querrás recordar lo que jamás preguntaste, por desidia, a los que ya no están. Y tu ignorancia será eterna, maldito roedor. Los merodeos entre las sombras del bosque serán inútiles. Hasta el terrible dinosaurio se apiadará de ti... Tarde o temprano, cuando la luz decae, caerás en la cuenta y te preguntarás por los infinitos instantes malgastados entre la inconsciencia del tiempo. Es la condición del roedor: vivir asustado entre las raíces sombrías del bosque. Nadie sabe dónde fueron a parar las preguntas perdidas, las que iban dirigidas a los que ya no están.. Lo que ahora nos importa y nos desvela estaba en las respuestas.