Extraño cosmos,
inquietante. Las esferas rezuman desasosiego. Y las palabras, fruto de la inteligencia, huyen aturdidas.
Extraño cosmos,
inquietante. Porque las gentes padecen y las esferas ya no serán jamás cristalinas.
Sabe el roedor que la palabra atraviesa la esencia del tiempo. Todos los insensatos ciclos se nutren del logos poético. Quien domina la creación de la palabra construye su tiempo.
Extraño cosmos,
inquietante. Olvidamos la salida del laberinto y despreciamos los hilos del ser.
inquietante. Las esferas rezuman desasosiego. Y las palabras, fruto de la inteligencia, huyen aturdidas.
Extraño cosmos,
inquietante. Porque las gentes padecen y las esferas ya no serán jamás cristalinas.
Sabe el roedor que la palabra atraviesa la esencia del tiempo. Todos los insensatos ciclos se nutren del logos poético. Quien domina la creación de la palabra construye su tiempo.
Extraño cosmos,
inquietante. Olvidamos la salida del laberinto y despreciamos los hilos del ser.