sábado, 31 de enero de 2015

NOMBRE ENTRE NOMBRES

“…Ya es bastante
no naufragar en el silencio propio”


         Roer la cultura implica acercarse a las experiencias creativas con la noble intención de transitar senderos auténticos. Algunos de esos senderos quizás sean ya conocidos y reconocidos. Otros, sin embargo, vendrán de los márgenes, de la periferia. La Voz del Sur pretende realizar una crítica cultural cercana a los ciudadanos, por lo tanto recorreremos aquellos senderos creativos comprometidos con la libertad y la verdad. Y como hay escritores, dibujantes y músicos que no pueden acceder a las instituciones oficiales, quizás porque los espacios ya están ocupados o porque no se quiere asumir ningún riesgo, en estas páginas podremos también dar cuenta de sus proyectos.

         “No siempre, sin embargo,
         despejados se muestran los caminos,
         y sombras sin sosiego
         el horizonte turban.”    

         Ejemplo de compromiso creativo es la obra de Jacobo Cortines, que acudió a la Fundación Caballero Bonald el pasado jueves para leer poemas de su nuevo libro “Nombre entre nombres”, publicado por la editorial Renacimiento en Sevilla, 2014. El escritor lebrijano, de profunda y pausada dicción, nos habló, como todo poeta, del tiempo, de lo que fuimos y deseamos, de los rastros que dejamos en los escenarios de la vida.
         Es un poeta que tarda en publicar porque tarda en escribir. Se toma en serio la escritura. Y tomarse en serio la escritura significa rumiar las palabras hasta que son sencillas, nítidas. Es lo más difícil: despojarse de lo accesorio para ofrecer lo que no sabemos, nuestra carencia esencial. José Mateos nos lo advirtió en su presentación: la poesía nos arranca de la vida para situarnos en ese espacio del desconocimiento, de la ignorancia más densa. Porque la poesía tiene una paradójica relación con la vida, ese lugar donde ocurren todos los prodigios: aleja al mismo tiempo que aclara desde esa oscuridad esencial.
         Los poetas que también traducen libros de otros escritores son doblemente poetas, pues la intensidad que necesita el verso se recorre dos veces. Quizás por esta razón manejan tan bien la transparencia de las palabras cuando escriben sus propios versos y convierten las emociones en personajes, en actores que se arremolinan en los recodos de lo cotidiano. El libro de Jacobo Cortines está dividido en cuatro partes: “Escenarios”, “Ausencias”, “Contrapuntos” y “Nombre entre nombres”. Cabe destacar el último poema, que da título al libro. Es muy largo, más narrativo y más complejo que el resto. Los nombres se convierten en escenarios de una lucha, quizás interna, familiar, contra los recuerdos y contra el tiempo mismo, ese tiempo que parece circular, eterno retorno, o que no parece tiempo...

         “Un erial de abrojos y de espinos.
         Esta es la podredumbre del presente,
         fruto de la indolencia y la codicia.”

         Si nos preguntamos para qué sirven hoy los libros de poesía y para qué las presentaciones, en una ciudad que parece agonizar en la niebla, cabe responder: el 21 de agosto de 2014, en Salamanca, se terminó de imprimir este libro para que el 22 de enero de 2015, en Jerez, Pilar Pardo hiciera una pregunta impregnada de temblor poético, de sensibilidad, sobre la conciencia del tiempo.

          “Son las olas de ayer, las mismas olas
         que lamieron sus pies, pero “¿ese ayer –se pregunta-,
         no es este hoy, tal vez también mañana?”.