lunes, 29 de diciembre de 2014

ÉTICA DE ROEDORES XLIV: EL FRÍO

  Sólo es frío, nada más. Lo suficiente para correr, para huir. De fondo, el rumor del río. Sólo es nieve, nada más. De fondo, el ruinoso mecanismo de pensar, helado. Es una forma bella de huir, tanto del frío como de uno mismo, de los demás. De fondo, la soledad. Sabe el filósofo que a través de la huida conocemos nuestras limitaciones. Aunque nunca hace suficiente frío para algunos. El viento helado nos devuelve a lo que somos y a lo que deseamos. Nadie nos enseñó a huir porque los maestros siempre están lejos. Sólo captamos, tarde, su silueta o su sombra. Nadie nos enseña a reconocer el verdadero frío, la helada que nos paraliza. Cuando la nieve nos impide ver o avanzar, cuando el frío agarrota nuestros sentidos, entonces, descubrimos el sinsentido de la huida, el placer de diluirnos entre los restos de lo que anhelamos algún día. Sabe el filósofo que correr es una noble forma de huir, porque ni los pies ligeros ni el arco se desvanecen. Todas las tretas del roedor, toda su astucia, le abren senderos entre la helada nieve, para seguir con el ruinoso mecanismo de pensar. Sólo es frío, nada más.