Lo que sé de arte 1
EL ARTE ES TÓXICO
ADVERTENCIA: Nadie debería comerse una pintura.
Imaginen que hay un cuadro delante de sus ojos, un cuadro con uvas, verdes, frescas
y brillantes. No deben comer esas uvas, por muy reales que parezcan. Tampoco el
vino, rojo y fresco, con esos destellos, les conviene. En cuanto muerdan el
lienzo notarán que no son uvas. Si mastican la tela con todos sus pigmentos
luego sentirán grandes dolores de estómago. Y diarrea, mucha diarrea.
Tarde o temprano todo artista sabe que es
imposible pintar la realidad. Lo sabe el día en que se ve a sí mismo pintando
un cuadro estilo Borges, bueno, estilo cuento de Borges. Se ve pintando un
cuadro que es la realidad misma.
Ese es el día en que el pintor prueba su cuadro.
Se lo come y se intoxica. Si sale vivo de esa ingesta, promete no volver a
pintar la realidad.
No siempre hay que comer el cuadro. A veces es el
espectador el que digiere la obra del artista, con el universo real dentro. Hay
espectadores para todo. Pero los que no se hartan de realidad y huyen de
cualquier advertencia, ésos, son los más peligrosos.
Tarde o temprano todo artista echa de menos un
manual de instrucciones para digerir su propia obra, con su universo real. En
las academias se olvida esta parte.
Lo que sé de arte 2
JAMÁS PREGUNTEN AL ARTISTA
Cuando pregunten al artista les dirá que no sabe nada de
nada.
Cuando pregunten al artista les dirá que él ni siquiera
estaba allí.
Cuando pregunten al artista quizás padezca sordera.
Cuando pregunten al artista no olviden aprender antes
chino.
Cuando pregunten al artista sonrían todo lo que puedan.
En lugar de
preguntar al artista hay que asustarlo, odiarlo, envidiarlo, mirarlo de reojo,
intimidarlo, perdonarlo, alabarlo, olvidarlo, encarcelarlo, incinerarlo, invitarlo, embalarlo,
encuadrarlo, mimarlo, peinarlo, …
(Todo esto no nos acercará más a la obra de
arte…)
Contexto 1: Manuel del Valle es el que pregunta cuando
está en su estudio.
Contexto 2: Manuel del Valle es el que pregunta cuando no
está en el estudio.
Del mismo
modo que la filosofía plantea preguntas radicales, aquellas que carecen de
respuesta, en las obras de Manuel del Valle encontramos preguntas radicales. En
el arte, las preguntas radicales se muestran: no son explícitas. Incluso cuando
hay una pregunta clara, suele ser la máscara de otra pregunta esencial.
(Las obras de arte son estratos de
interrogación.)
Manolo del
Valle te pregunta constantemente.
Te obliga a
pensar.
Te obliga a
no aburrirte.
Te obliga a
excavar.
Sus obras
son preguntas que abren senderos difíciles de seguir porque generan nuevos
espacios de posibilidades.
Lo que sé de arte 3
HUIR DEL ABURRIMIENTO CON ESTILO
Huir del
aburrimiento quizás sea una tarea ridícula. Sabemos que fracasaremos. Todo el
mundo fracasa en esa noble tarea.
Habrá que idear
una estrategia: construir una trampa perfecta para el maldito aburrimiento.
Debemos fingir que
estamos muy aburridos porque el aburrimiento prefiere a los que aparentan
divertirse.
Debemos reciclar
el aburrimiento y hacer fermentar los detritos. Necesitamos una vida en la
periferia de la sociedad del espectáculo, una vida en la que pueda fermentar el
detritus y generar otras perspectivas. En el desperdicio, lo que no consume la
masa, está lo mejor, la sustancia.
Leemos en Principios
de Estratigrafía Postmoderna, obra de Max Zoster:
Estrato 1
Contacto con el
mundo. Sólo los niños tienen la ingenuidad necesaria para tratar con las
sombras, las esquinas, los bordes y los pliegues.
Estrato 2
Ver orden en
nuestro contacto con el mundo. Sólo los jóvenes se atreven a elaborar leyes
sobre cómo nos impactan esas sombras, esquinas, bordes y pliegues.
Estrato 3
Saber que todo es
un juego y que todo podría ser de otra forma. Sólo los viejos saben que
conviene ser prudente al elegir el juego y que no hay juego fuera del arte.
Lo que sé de arte 4
DILUIR EL RUIDO O
LA UTOPÍA DEL SILENCIO
Habitar entre los
pliegues de la realidad, ésa es la vida del artista. Ver la realidad desde sus
grietas y transparencias. Verlo todo como si estuviésemos escondidos de todo,
de nosotros mismos y de nuestras palabras.
Retirarnos para
dejar espacio a esas posibilidades que anulamos con nuestra pesada presencia y
saber que es una tarea inútil. Escribir para huir; pintar para esconderse. No
hay mejor forma de desaparecer. Dibujar para buscar los pliegues de la
realidad, del sentido.
El artista huye
del horizonte plano. Desea habitar los pliegues del espacio, porque rezuman
silencio. Y explora los estratos del miedo, aquellas cavidades olvidadas por la
sociedad del desperdicio, por la sociedad del espectáculo.
Sabe el artista
que su tarea es innecesaria. Nadie necesita al artista. Nadie desea retirarse
para ocultarse entre las sombras de la inteligencia. Nadie anhela los espacios
del silencio porque el ruidoso desperdicio nos obnubila.
Quizás, después de
recorrer todos esos estratos del miedo, el artista pueda rescatar al ciudadano
de las garras de ese terrible aburrimiento diseñado por los civilizados.