Nuestro cerebro surgió por selección natural. Es un cerebro que se termina de configurar en nuestra fase de cazadores-recolectores. Vivíamos en grupos que iban de un lado para otro, cazando, pescando y recogiendo frutas silvestres. Algunos individuos nacían con la capacidad de cooperar y comunicarse. Otros nacían con una tendencia a vivir solos y ser agresivos. Los primeros se unían para cazar y defenderse. Así tenían más probabilidades de sobrevivir. Los otros, en términos generales, tenían más probabilidades de ser cazados por otros o morir de hambre.
La selección natural generó un conjunto de normas y valores, asociados a la vida en grupo, sin necesidad de una conciencia individual de estar cumpliendo normas. Esa conciencia individual fue surgiendo con el tiempo y dio lugar a la reflexión ética. Basta con observar la vida en grupo de otros animales para llegar a la conclusión de que la conciencia de norma no es necesaria para que la norma exista.