miércoles, 6 de septiembre de 2023

Vidas paralelas

 
 
  
    Hay mucha gente de la que no sabemos nada, ni lo sabremos. Desconocemos sus deseos y sus ideas, sus razonamientos y sus temores. Viven al margen de la red universal. Y a lo mejor son felices, quién sabe. Son los habitantes de una ciudad invisible, una ciudad de Italo Calvino o de Bioy Casares. En esa ciudad no hay pantallas ni aplicaciones que faciliten la vida. No sabemos cómo viven esos seres, qué comen o de qué se ríen. Es un mundo opaco. Si sabes leer las huellas del asfalto, verás algún indicio de esa ciudad invisible. Deja a un lado tus dispositivos y mira al frente. De pronto, descubrirás un horizonte que hierve solo para ti. En la ciudad invisible el espacio y el tiempo se captan con todos los sentidos. Forman una entidad densa, a veces líquida. Sus habitantes perciben la quietud pura. Para ellos desear es lo mismo que oler o mirar. Las ciudades invisibles se superponen. Son formas de existir, de estar en el mundo. Los dispositivos de control no las detectan. No son gente de datos ni de redes. Algunos hablan mucho, otros nada. Conviven con los silencios. Son silencio.

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