Diseño de Miguel Parra |
Se han puesto de moda las formas breves de escritura, como el aforismo, el microrrelato y el haiku. No sabemos si la causa es la pereza intelectual, el influjo de las nuevas tecnologías o el deseo generar nuevas formas de expresión que vayan con los tiempos. Se asocia la pereza intelectual al uso de las redes sociales, presas de la velocidad, de lo instantáneo, de lo efímero y lo banal. Que vivimos tiempos acelerados parece que es cierto. No hay tiempo para leer largos escritos. Hasta los intelectuales y políticos usan ya las redes como formas oficiales de comunicación y pensamiento.
Como suele ocurrir con todos los aparatos y sistemas técnicos, las redes sociales son, para unos, fuente de atolondramiento y, para otros, espacios que impulsan la innovación, el surgimiento de nuevas ideas. Es cierto que estos soportes digitales de información provocan a veces una navegación desenfrenada, poco propicia para textos largos. Pero también lo es que han estimulado las formas breves de expresión, y que podemos encontrar grandes expertos en la concisión, con tientes críticos, irónicos y filosóficos. La gente se ha acostumbrado a leer y escribir ese tipo de textos cortos. Y se valora el ingenio que es necesario para brillar en lo breve.
Los aforismos y las sentencias, junto con los proverbios, dichos y refranes, han existido desde hace miles de años. Servían para condensar la sabiduría en pocas palabras con el fin de facilitar su transmisión oral. Un buen aforismo permanece en la memoria colectiva para siempre. Que sea bueno significa que contiene un pensamiento profundo, agudo y sugerente, expresado con alguna figura literaria eficaz.
Hay escritores que utilizan el aforismo como la verdadera expresión del pensamiento. No creen que sea posible ni deseable la construcción de un sistema completo de conceptos, ensamblados como si se tratase de un único edificio. El pensamiento humano no funciona así, a no ser que quieras paralizarlo, detenerlo bajo el peso de una estructura artificial.
Lo mismo ocurre con los microrrelatos. No son un género secundario. Contar una historia en pocas líneas requiere una gran destreza narrativa. El relato breve reúne todos los ingredientes de la buena literatura. Nos narran algo con lo mínimo. Son capaces de sorprendernos con un giro inesperado. Y estimulan la imaginación con todo lo que sugieren. Cada palabra es necesaria. Nada sobra ni falta en el buen microrrelato.
Detrás de las formas breves no solo hay una técnica. Cuando uno se las toma en serio, apuesta por una forma de ser, de estar en el mundo. El aforismo, el microrrelato y el haiku son concreciones del minimalismo existencial que exhibieron muchos filósofos griegos y sabios orientales: ser breve en el hablar, ser breve en el existir, abandonar lo innecesario. Estas formas breves son un gesto de la inteligencia, una pincelada certera, una mirada fugaz que atrapa lo esencial.
Los aforismos y los microrrelatos son buenas herramientas educativas. Ayudan a fomentar la creatividad, desarrollar la imaginación y la inteligencia. Ya existen en los centros de enseñanza muchos concursos de relatos breves, microrrelatos y aforismos. Este curso hemos estrenado en el IES Seritium el I Concurso de microrrelatos ilustrados Miguel Parra. El nombre del certamen es un homenaje al profesor de dibujo Miguel Parra. Hasta su jubilación en 2020, además de enseñar durante muchos años, dejó en IES Seritium muchas huellas de su creatividad, a través del diseño de carteles, logotipos, azulejos, cuadros, viñetas… Este año el concurso se ha ceñido al alumnado de nuestro centro. Quizás más adelante se extienda a toda la comunidad educativa de Jerez. Se pedía a los participantes que contaran una historia en 175 palabras, como máximo, y que acompañaran el relato con una ilustración original, utilizando cualquier técnica de expresión. Se valorará que exista unidad, integración entre la narración y la ilustración. El día del libro sabremos quiénes son los premiados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Diálogos