Ilustración de Domingo Martínez |
Somos seres conscientes, es decir, nos damos cuenta de que
estamos en el mundo, de que existimos. La vida mental es absolutamente privada,
subjetiva. No sé qué siente otra persona cuando dice que le duele el pie o ve
el color azul. Nuestros pensamientos son sobre algo, sobre la realidad. Tenemos
la capacidad de representarnos el mundo externo mediante imágenes y conceptos. Y
nuestros estados mentales, sean lo que sean, interaccionan con el mundo físico.
El cerebro está formado por neuronas, células del sistema
nervioso, compuestas a su vez de moléculas y átomos. En este nivel no encontramos neuronas
conscientes, con estados subjetivos, capaces de representar hechos de la
realidad o manejar significados. Ni los átomos ni las neuronas poseen
propiedades mentales. Las propiedades mentales surgen de la interacción de
miles y miles de neuronas. Son propiedades que existen en un nivel más alto de
organización. Brotan de la complejidad.
La escritora Siri Hustvedt ha publicado Los espejismos de la certeza. Reflexiones sobre la relación entre el
cuerpo y la mente (Seix Barral, 2021). Es una obra que analiza el problema
de la mente desde una perspectiva crítica e interdisciplinar. Revisa las
principales teorías, desde Platón hasta las investigaciones actuales de la
ciencia cognitiva y la inteligencia artificial. Cada capítulo, después de
abordar las diferentes dimensiones de un asunto, suele dejar preguntas
abiertas. Para Siri, la duda es una de las principales virtudes intelectuales.
Critica la teoría computacional de la mente y cualquier tipo
de reduccionismo. Cree que hemos asumido la metáfora del ordenador sin haberla
pensado a fondo. Se trata de una teoría que vuelve a introducir el viejo
dualismo de Descartes. La mente es una especie de programa que procesa símbolos
formales. El cuerpo es un mero soporte material. Todas las variaciones de esta
teoría se basan en el supuesto de que somos un mecanismo material capaz de
manejar información. De hecho, es indiferente qué tipo de materia sea.
Siri Hustvedt cree que este paradigma computacional ha
fracasado. A lo largo del libro describe experimentos y propuestas teóricas que
conducen a otros enfoques. Frente a la visión racionalista de la mente, se
decanta por una vuelta al cuerpo, a las emociones y a todo el trasfondo
inconsciente de la actividad humana. Pensamos con todo el cuerpo… Pensamos y
sentimos con los otros….
Para comprender la mente, no basta con el punto de vista
externo, objetivo. Es necesaria la visión subjetiva de primera persona. Para
ello, recomienda el enfoque de la fenomenología. Si queremos entender la mente,
hay que explicarla tal como se aparece al yo. También es preciso narrar la
historia de ese yo y las relaciones con su entorno social. El sujeto se
desarrolla con los demás. En la génesis del sujeto hay que analizar todas las
conexiones que nos constituyen, empezando por la maternal.
La teoría computacional de la mente utiliza modelos,
simulaciones, es decir,
simplificaciones. Y la realidad humana es muy compleja. Los determinismos
genéticos también simplifican. Siri se queja de que asumamos con tanta
naturalidad ciertos modelos. Que somos máquinas que procesan información, que
los genes condicionan todas nuestras propiedades, que nuestra mente está hecha
de módulos…
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