El
determinismo tecnológico sostiene que los cambios en los sistemas
técnicos implican necesariamente transformaciones en la economía,
la política y la cultura. Toda revolución tecnológica ha
propiciado una revolución social. Y nadie puede eludir esos
procesos. Desde la primera piedra tallada hasta la inteligencia
artificial, cada innovación técnica ha generado formas nuevas de
organización. Ha habido cambios lentos y rápidos, positivos y
negativos, locales y globales… Los optimistas aseguran que el
balance es positivo, mientras que los pesimistas identifican
tecnología con deshumanización.
Los ciudadanos somos usuarios, consumidores, votantes, profesionales... Además formamos parte de instituciones y organismos. Somos nodos del tejido social, del sistema tecnológico, y no permanecemos al margen de las innovaciones técnicas. Cuando utilizamos una herramienta o una máquina, seguimos una secuencia de operaciones. La interacción con un dispositivo es una relación corporal: acciones de nuestras manos, pies, ojos, oídos y cerebros. Ponemos en práctica nuestras destrezas cognitivas, motoras y afectivas. Cada programa de operaciones asociado a la máquina nos solicita un cierto despliegue de esas destrezas. Los sistemas educativos pertenecen al sistema tecnocientífico.
Los ciudadanos somos usuarios, consumidores, votantes, profesionales... Además formamos parte de instituciones y organismos. Somos nodos del tejido social, del sistema tecnológico, y no permanecemos al margen de las innovaciones técnicas. Cuando utilizamos una herramienta o una máquina, seguimos una secuencia de operaciones. La interacción con un dispositivo es una relación corporal: acciones de nuestras manos, pies, ojos, oídos y cerebros. Ponemos en práctica nuestras destrezas cognitivas, motoras y afectivas. Cada programa de operaciones asociado a la máquina nos solicita un cierto despliegue de esas destrezas. Los sistemas educativos pertenecen al sistema tecnocientífico.
Damos
por hecho que los medios que utilizamos en educación son
transparentes. Entre alguien que explica y alguien que aprende es
posible introducir canales, soportes, aparatos, algoritmos, gráficos,
espacios, tiempos, y otras personas. Alguien explica y alguien imita.
Alguien explica y alguien reproduce. Esta es la esencia de la
educación. Y lo que se enseña puede ser una lista de nombres, una
forma de calcular o dibujar, un modo de interpretar, una relación de
acontecimientos o teorías… Alguien habla y alguien escucha. Esa
estructura esencial, que nació con nuestra dimensión social y
lingüística, siempre ha necesitado soportes materiales y procesos
formales. Ni los soportes ni los procesos son transparentes, sino
translúcidos, como filtros. Tampoco son recipientes vacíos en los
que la sustancia transportada entra y sale sin sufrir alteraciones.
No
es lo mismo redactar con máquina de escribir que con un ordenador y
un procesador de textos, me dijo en una ocasión un profesor. Con la
vieja máquina, si te equivocas o te arrepientes, debes romper la
hoja y empezar de nuevo. Esto exige mucha concentración creativa.
Sin embargo, con el procesador puedes realizar infinitas
correcciones, introducir adjetivos y aclaraciones hasta el infinito…
El texto deja de ser una creación discursiva lineal y se convierte
en un collage. Hubo una época, cuando aparecieron los primeros
ordenadores personales, en la que los escritores sabían, por el
estilo, si una obra había sido escrita con las viejas máquinas o
con los nuevos aparatos digitales. Decía Vilém Flusser que el
fotógrafo creativo debe liberarse del programa que contiene la
cámara: mirar por el objetivo pero sin seguir el programa
establecido por el aparato, usar la cámara para huir de ella… Las
máquinas, ya sea para producir objetos o para observarlos, ejecutan
el programa industrial que define qué es una imagen y qué es la
realidad.
La
digitalización de los centros de enseñanza tiene como objetivo
crear organizaciones educativas digitalmente competentes. Se pretende
que toda la comunidad educativa utilice las tecnologías de la
información para mejorar la administración del centro, el proceso
de enseñanza-aprendizaje y la comunicación con las familias. Hay
una fase de diagnóstico para medir nuestra competencia digital y
detectar lo que necesitamos perfeccionar. PRODIG es un programa que
se inserta en el marco europeo de digitalización de las
instituciones.
Es
el momento de pensar qué recursos digitales necesitamos y qué tipo
de destrezas cognitivas y sociales van a promover los artefactos. Ya
tenemos experiencia con los ordenadores y las pizarras digitales,
aunque falten todavía estudios empíricos completos y rigurosos.
Ahora convendría analizar cómo ha evolucionado en estos últimos
años la capacidad de atención, el uso de la memoria, el tratamiento
de textos y de imágenes, el uso de información y actividades en
línea, la comunicación a través de correos electrónicos y redes
sociales… Deberíamos estudiar el grado de transparencia cognitiva
de todas estas herramientas.
Con
prudencia, cálculo racional y sentido común podemos aprovechar de
forma crítica las posibilidades tecnológicas que nos ofrece el
mercado. Habrá que alejarse del abuso de la imagen, de la
atención efímera, de la pasividad, de la falta de creatividad o del
infantilismo que genera el excesivo control. La solución no es vivir
desconectados. Aunque hay pensadores y creadores que sostienen que es
imposible generar algo realmente valioso si seguimos el ritmo de las
redes digitales, la mayoría cree que los espacios digitales abren
infinitas posibilidades. Pero estas posibilidades solo son ruido si
no utilizamos el viejo y ruinoso mecanismo de pensar.