El día en el que la
Inteligencia Artificial sustituya a los profesores el sistema educativo será
más eficiente, seguro, pero mucho más aburrido. Porque a esto de la educación
se dedica gente muy extraña, ilusa y utópica. Siempre en la cuerda floja,
caminando en el alambre… Explicamos la física, pero no somos físicos.
Explicamos las matemáticas, pero no somos matemáticos, explicamos la filosofía,
pero no somos filósofos… Es un misterio. Cuando hablamos de la célula, del
átomo, de la novela realista o del expresionismo abstracto, somos tan ingenuos
y apasionados que parece que todo eso es obra nuestra. Por si fuera poco, creemos
que saber escribir, calcular o pintar nos abrirá muchas puertas en la vida,
incluso nos hará ciudadanos libres y creativos. Y como hay gente para todo,
existen individuos que, además de enseñar, se dedican a pensar y escribir sobre
ello y otras tantas ocurrencias, cada cual más descabellada. Esta pasión viene
de lejos, de la noche de los tiempos. Gente extraña, no lo duden.
Nuestra labor, la de enseñar, siempre es un problema
filosófico, siempre está en cuestión, como es debido. Si no fuese así, habría
que preocuparse. Otro asunto es cómo se aborde esa discusión y cómo se utilice
en los debates electorales. Educar siempre será un problema, por eso hay que
informar, debatir y argumentar sobre tan noble actividad. Este suplemento de
educación tiene el mérito de reunir a personas que quieren hacer posible ese
diálogo. Coordinar cerebros tan dispares es una tarea que solo un artista,
amante del riesgo, puede acometer… Como los periódicos, ya sea en papel o en
formato digital, siguen siendo esenciales para generar la opinión pública, es
imprescindible que en ellos se escriba sobre cómo y qué enseñamos a nuestros
ciudadanos.
¿Por qué Cerebros en
Toneles? Hay un experimento mental en filosofía que habla de cerebros en cubetas.
Si estimulamos las áreas del cerebro que procesan la información sobre nosotros
y sobre el mundo exterior, provocaremos ciertos estados mentales. Llevado al
extremo, quizás solo seamos cerebros en cubetas conectados a un ordenador que
nos suministra todas las experiencias que consideramos reales: lo que vemos y
sentimos, nuestro cuerpo, los objetos que nos rodean, las demás personas… No
hay forma de saber si somos cerebros en cubetas o no.
He cambiado las cubetas, tan frías y asépticas, por los
toneles, las botas de oloroso. Al hacer referencia a los cerebros quiero
mostrar mi interés por la filosofía que camina al lado de las ciencias. La
única forma de alcanzar conocimiento objetivo es mediante los métodos
científicos. La filosofía aclara conceptos, relaciona ideas, pero no
proporciona conocimientos nuevos. Somos cerebros, cuerpos, nada más. Y buscamos,
como es lógico, el placer y la felicidad. Quizás seamos cerebros en toneles
llenos de oloroso… La duda, imposible de resolver en el experimento mental, es
sinónimo de pensamiento libre. Para huir del aburrimiento y alcanzar el placer
son imprescindibles las artes y las diferentes prácticas creativas.
Compartir lecturas, argumentos,
experiencias estéticas, ideas y dudas… Es la mejor definición de educación que
he encontrado hasta ahora. Cada vez me gusta menos hablar de la enseñanza como
praxis transformadora y liberadora, demasiada teología… Si uno enseña algo, es
a través de su estilo, de su forma de estar en el mundo, en el aula, en la sala
de profesores, en un laboratorio, en un campo de fútbol o en una sala de
exposiciones. No se trata de modificar los cerebros de nuestros alumnos, ni de
inyectarles valores cívicos, teorías y datos. Se trata de mostrar posibles
senderos de la razón y de la sensibilidad.
https://www.diariodejerez.es/jerez/cerebros-toneles-educacion_0_1291671173.html
https://www.diariodejerez.es/jerez/cerebros-toneles-educacion_0_1291671173.html