martes, 9 de enero de 2018

LAS REDES COMPLEJAS DE LA IDENTIDAD

        Pensamos siempre con metáforas, imágenes, estructuras que trasladamos de un campo de la experiencia a otro para arrojar luz y orientarnos en la vida. Las metáforas nos ayudan a reducir la incertidumbre con la que se presenta el mundo, y nos permiten estar tranquilos durante un tiempo. Pero el mundo es muy enrevesado, de ahí que haya que revisar esas imágenes de vez en cuando.
     Para describir qué es una sociedad, se ha hablado de maquinarias, de organismos y de edificios. Las personas somos piezas de un gran mecanismo, células de un organismo o ladrillos de un edificio… Y el marxismo habla de infraestructura y superestructura. Todas estas metáforas han sido útiles en ciertos momentos de la Historia y han funcionado bien cuando se ha asumido un enfoque reduccionista y, en cierto modo, determinista: conociendo la naturaleza de los elementos básicos podremos explicar y predecir las propiedades globales.
Chiharu Shiota
   Uno de los conceptos más escurridizos es el de identidad. En los manuales de filosofía política el concepto de nación, una de las manifestaciones de la identidad política, suele aparecer aislado, como si no se supiera qué hacer con él. El marxismo supo definir muy bien qué era la conciencia de clase: saber qué lugar ocupa uno en las relaciones de producción. Ser obrero o burgués era algo objetivo, algo que se podía definir desde la economía. Lo único que había que hacer era acabar con la falsa conciencia, la ideología, el engaño urdido por el capitalista para que el obrero siguiera en la ignorancia. Sin embargo, había obreros que se sentían franceses y obreros que se sentían alemanes…
         La identidad política parece que es más compleja de lo que se pensaba. Los teóricos de las democracias representativas saben que los individuos no se limitan a realizar un cálculo racional, objetivo, para identificarse con una opción política o con una nacionalidad. La metáfora de los círculos concéntricos, las capas de una cebolla o los papeles en una obra de teatro tampoco nos aclaran mucho cómo funcionan nuestras mentes cuando “nos sentimos algo”. Para unos es racional sentirse vasco, español y europeo, sin conflicto ni contradicción. Para otros, es algo impensable. No se puede ser tres cosas a la vez sin dar prioridad a una de ellas….
         Las metáforas estáticas y las que van de abajo arriba no parecen ser hoy muy útiles para analizar el fenómeno de la identidad. En las sociedades de la información, el modelo ha de ser necesariamente dinámico, complejo y de múltiples dimensiones. Ya no hay unos cimientos sobre los que se va construyendo algo… Ya no hay unas raíces de las que brotan… Ese enfoque lineal de abajo arriba no se corresponde con la actividad social actual.
         La lectura de la obra colectiva #NODOS (Next Door Publishers, 2017), coordinada por Gustavo Ariel Schwartz y Víctor E. Bermúdez, puede ser muy fructífera para la filosofía política. El análisis de las redes complejas nos ofrece hoy un marco conceptual muy interesante para las ciencias humanas. Una red es algo muy sencillo: unos nodos y unas relaciones entre ellos. Lo esencial del enfoque es que podemos estudiar (gracias al uso de ordenadores y al tratamiento de grandes cantidades de datos) las relaciones, las tendencias y los fenómenos emergentes. Y se puede hacer de forma cuantitativa.
         Quizás la identidad, el “me siento tal o cual”, puede ser estudiada como un haz dinámico de relaciones. Quizás sea posible entender cómo emergen identidades colectivas en ciertos momentos de la Historia. Hoy disponemos de herramientas informáticas que analizan flujos de bits, grandes cantidades de datos, preferencias económicas, culturales, religiosas, políticas, deportivas… La percepción que uno tiene de su identidad a lo mejor no es algo que se elige. Tampoco es algo que uno descubre. Más bien habría que decir que las identidades emergen en nuestra conciencia a través de esos flujos de información, valoraciones, estereotipos, expectativas, simplificaciones…
       Esta nueva imagen, o metáfora, es a su vez una red de conceptos y prácticas científicas, porque confluyen la teoría del caos, los fractales, las redes neuronales, los grafos, las teorías de la creatividad, Big Data y muchas otras áreas de trabajo. La Edad Moderna nació con redes de transporte, redes eléctricas, redes de museos, redes bibliográficas y redes bancarias… La Era Postmoderna habla de redes de información,  de forma abstracta y cuantificable. Ha de surgir una nueva filosofía política que sepa desenvolverse con esas imágenes.