Los problemas filosóficos verdaderamente apasionantes son
aquellos que nos obligan a conectar diferentes áreas del conocimiento y la
reflexión. Aunque la relación entre el determinismo y la libertad es uno de los
asuntos más viejos, sigue atrayendo la atención de la comunidad filosófica y
científica. Es uno de esos temas transversales que podrían estructurar todo un
currículum.
Somos conscientes
de que tomamos decisiones y elegimos. De hecho, los existencialistas llegaron a
decir que estamos condenados a ser libres. Nadie niega que tengamos esa
sensación, bastante fuerte, de tener que construir nuestras vidas cada día,
cada momento. La libertad se presenta como una condición necesaria de la moral,
de la responsabilidad. Si atribuimos hechos a personas, aciertos y errores, es
porque consideramos que han tomado decisiones libres.
Sin embrago,
esta sensación choca con la imagen del mundo que nos ofrecen las ciencias. El
universo, para la física clásica, es un sistema compuesto por partículas y
gobernado por ciertas leyes, conocidas. Según este modelo, el estado de un
sistema en un momento dado determina el estado siguiente. Si conociésemos la
posición de todas las partículas en un momento concreto y aplicásemos las leyes
físicas, podríamos predecir todo el futuro del sistema, todos los estados del
universo. Podríamos predecir en qué lugar va a estar una partícula concreta. Y los
objetos, las cosas, como son compuestos de esas partículas, quedarían
igualmente determinados.
Miguel Parra |
Con la física
cuántica y la teoría de la relatividad esa imagen del cosmos ha variado. Pero
sigue habiendo leyes físicas, aunque sean de carácter probabilístico. Que a
nivel micro reine la incertidumbre y la probabilidad no significa que no
existan leyes que permitan explicar cómo un estado de la materia pasa a ser
otro diferente. También, en este caso, nuestro presente viene condicionado por
los momentos anteriores de la realidad material.
Los seres
humanos somos seres materiales, por lo tanto formamos parte de ese sistema de
partículas. Si todo hecho tiene una causa, nuestras acciones también. Las
decisiones que tomamos, dicen los deterministas, están causadas por los estados
anteriores de la materia. Sucede lo que necesariamente tiene que suceder. Somos
parte de un gran mecanismo. Y la libertad es una ilusión. Esta sensación tan
fuerte de libertad habría surgido gracias a la selección natural. Los sistemas
vivos que tienen la sensación de dirigirse a sí mismos se relacionan mejor con
el entorno y sobreviven.
En este tema no
hay que confundir el plano epistemológico con el ontológico. Nunca podremos
conocer la situación de todas las partículas del universo, ni siquiera de una
región pequeña. Desde el punto de vista epistemológico, por lo tanto, el
determinismo no tiene relevancia para la libertad. Para sistemas acotados, para
explicar propiedades de la materia, etc., sí es suficiente con el conocimiento
que manejamos, con los modelos. Pero, aunque no conozcamos las posiciones de todas
las partículas, unos estados de la materia causan otros. Nuestra conducta está
causada ontológicamente, aunque epistemológicamente no la podamos predecir.
Spinoza decía
que si la piedra al caer, movida por la fuerza de la gravedad, fuese consciente,
quizás pensaría que es ella la que está decidiendo caer. Los deterministas
disuelven el concepto de libertad y lo transforman en un engaño, una ilusión.
La conciencia, también material, genera la sensación de iniciar acciones, pero
realmente sólo se trata de acompañar a las verdaderas causas materiales.
Hay diferentes
estrategias para hacer compatible el determinismo con la libertad. La primera
se basa en decir que el ser humano decide con el alma, que no es material y no
está expuesta a las leyes de la materia. La segunda, sin abandonar el
materialismo, consiste en hablar de diferentes niveles de organización de la
materia y de diferentes niveles causales. Habría propiedades emergentes que,
aunque dependientes de las propiedades de las partículas elementales,
presentarían esa forma de organizarse que llamamos libertad, decisión, etc.
Siempre nos queda la duda de cómo es posible que en un nivel alto de los
sistemas se inicien secuencias causales que no vengan determinadas desde abajo…
Claro que a lo mejor un sistema determina varias posibilidades. Y lo que
llamamos elegir es la selección de una de ellas…
Quien desee
profundizar en estos temas puede leer el artículo “Libertad, determinismo y
responsabilidad moral”, de Carlos J. Moya, de la Universidad de Valencia. Es un
capítulo dentro de la obra colectiva “Cuestiones de metafísica” (Tecnos y la Sociedad Española de Filosofía
Analítica, 2015).