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Nadav Kander |
Aquello se perdió, como se pierde todo, sin querer, a fuerza de ser, de estar, y nada más. Y lo poco que queda depende de ti, de tu perseverancia: la imagen de tu hija jugando o la sensación de haberla visto jugando, qué más da, no tenemos más tareas, más obligaciones. Escribir, pensar, sólo son máscaras de esa retirada. Porque todo aquello se perdió, entre la bruma de los días, cuando dormíamos, quizás. Y lo poco que permanece anida ahí, en nuestra mirada. Aquello se perdió y no volverá munca más. Mas somos fuertes, capaces de hacer girar todo el universo sobre el gozne de un recuerdo, como si la farsa tuviera un sentido.