viernes, 3 de octubre de 2014

ÉTICA DE ROEDORES XXIX: LA PACIENCIA Y EL ESTILO

  Es difícil ser paciente y mirar hacia atrás, los senderos recorridos, para saber si merece la pena volver a pisarlos. Nadie nos ha adiestrado en esa técnica tan provechosa. La mayor parte del tiempo, dice Miguel Parra, lo dedico a observar el lienzo, lo que llevo pintado,  para saber lo que es bueno y lo que no, lo que hay que conservar y lo que no.  Si la vida es una cuestión de estilo, habrá que aprender a observar nuestros gestos, los más insignificantes, y luego decidir si merece la pena que se repitan, como diría Nietzsche. Porque la ética de roedores es una ética del estilo: no hay ética sin estética; no hay acción sin creación. Y vivir es percibir, y pensar, y saber que todo es un continuo, y que vivir con estilo es crearse a uno mismo, y que no hay otra forma de huir de los dinosaurios y sus pisadas demoledoras, y que las metáforas son el recurso de la libertad, y que todo podría haber sido de otra manera. Volvamos a mirar el lienzo. Ya vemos los defectos, ya vemos lo que somos. Volvamos a mirar el lienzo. Ya sabemos lo que no queremos ser. ¡Cuánta paciencia! Menos mal que el roedor no tiene prisa, ninguna, y rodea el caballete y mordisquea las patas y prueba los óleos, y corretea con alegría entre los trastos olvidados del artista...