La divulgación científica es más necesaria que nunca. Y no solo porque debamos conocer las principales teorías. Hay otras razones: saber en qué consiste la práctica científica y desarrollar las virtudes epistémicas que acompañan a la buena investigación. Ahora nos interesa pensar a fondo la política científica: en qué investigamos y quién lo decide. La historia de la ciencia nos nutre de una infinidad de ejemplos de lo que significa cambiar de opinión cuando las evidencias empíricas así lo dictan. También nos permite tener una perspectiva global. De repente queremos una vacuna en un par de semanas… El trabajo científico es una tarea compleja, fruto de los esfuerzos de una comunidad de investigadores que se guía por el método científico y sus rigurosos protocolos. Dudar es una virtud, y de las mejores…
Las obras de divulgación científica que se publican en la actualidad suelen incluir todas esas dimensiones. Aunque se ciñan a temas muy concretos, los autores ofrecen una mirada amplia e interdisciplinar. Quien desee acercarse a la historia de la ciencia, puede leer Un mundo de artefactos. Breve historia de la ciencia y de la técnica (Trotta, 2020), del matemático y filósofo Javier de Lorenzo. Se trata de un recorrido sintético, riguroso y reflexivo que abarca desde la Revolución agrícola de hace unos 12.000 años hasta la actual explosión tecnocientífica. El ser humano se ha desarrollado a través de tres ámbitos: el conceptual, el tecnológico y el simbólico. Este libro muestra cómo las revoluciones científicas y técnicas han ido dando forma a nuestra civilización. Javier de Lorenzo, con un conocimiento profundo del hacer matemático (asociado siempre a cada momento histórico concreto), aclara los aspectos esenciales de esas transformaciones conceptuales y técnicas. Nos explica cómo hemos llegado hasta aquí, por medio de los diferentes logros conceptuales y técnicos, pero también se interroga por el futuro y el salto cualitativo que hemos dado en nuestra capacidad de manipular la naturaleza, incluido el propio cuerpo humano. Y todo empezó con la Gran Revolución, la agrícola… “La primera gran revolución porque marcó, realmente, a la especie humana, ya que la convirtió en lo que es hoy, una especie manipuladora de la physis a base de artefactos con una actitud básicamente agresiva contra todo lo que la rodea.”
El cosmos de la mente. Breve historia de cómo el hombre ha creado el universo (Tusquets, 2020) ha sido escrito por un físico, Antonio Ereditato, y un genetista, Edoardo Boncinelli. No estamos ante un libro que hable de cómo han surgido las teorías científicas, en este sentido no es un texto de historia de la ciencia. Los autores explican cómo ha surgido el universo y la materia, cómo brotó la vida y la inteligencia, y cómo el ser humano es capaz de poder pensar todo ese proceso. Hablan del Big Bang, del origen de la materia, de las partículas elementales, de la vida y la evolución, del cerebro y la conciencia, incluso de la posibilidad de vida extraterrestre. Utilizan las teorías vigentes hoy en esos campos. Habría que destacar las páginas dedicadas a los primeros instantes del universo y cómo surgieron los átomos. Y la descripción del tipo de investigaciones llevadas a cabo en el acelerador de partículas del CERN. Es un viaje apasionante desde lo macro a lo micro… Y nosotros ahí en medio, para pensarlo. “En este momento, con los potentes aceleradores de partículas y los complejos detectores de que disponemos, podemos conocer las condiciones que había nada más nacer el universo, incluso cuando este tenía menos de una billonésima parte de segundo. (…) La misión del hombre, instrumento involuntario de autoconciencia del cosmos, es contar la historia de aquella increíble sucesión de acontecimientos que al cabo de 13.800 millones de años nos ha traído hasta aquí, a nuestro conocimiento, a nuestra vida y a la curiosidad que se materializa en la investigación científica.”
El instinto de la conciencia (Paidós, 2019), de Michael S. Gazzaniga, plantea uno de los grandes retos científicos de nuestro siglo: explicar cómo funciona el cerebro y en qué consiste la conciencia. La primera parte del libro es una introducción histórica, desde las primeras teorías sobre el alma hasta la neurociencia actual. Dedica varias páginas a explorar lo que supuso el dualismo radical de Descartes y su idea de un alma independiente del cuerpo. Poco a poco se fue consolidando una perspectiva empirista y materialista: la conciencia puede ser estudiada como cualquier objeto físico. El cerebro posee una organización modular muy compleja. Es un sistema de capas, de niveles y módulos. Los resultados de los procesamientos de un módulo son utilizados por otro. Y la conciencia es un instinto más, surgido de la selección natural. No hay unidad central, sino una especie de burbujeo…
Para explicar por dónde puede ir la investigación futura, Gazzaniga necesita partir no solo de la biología y la neurología, sino también de la mecánica cuántica. El principio de complementariedad nos posibilita comprender el viejo problema de la relación entre mente y cuerpo desde otra perspectiva. Del mismo modo que se habla de onda/partícula, necesitamos de una complementariedad similar para entender qué significa que el cerebro es un ente físico que maneja información. Los símbolos también tienen una doble vida, como los electrones… Así podremos manejar la brecha objetivo/subjetivo dentro de una explicación que asuma todas las leyes de la materia.
Los renglones torcidos de la ciencia. De la antimateria a la medicina moderna, (Antoni Bosch Editor, 2020), del físico y profesor Eugenio M. Fernández Aguilar. Lo primero que llama la atención de esta obra es su estructura. La primera parte del libro funciona como un conjunto de notas a pie de página para enriquecer la segunda, dedicada a las tomografías de emisión de positrones (PET). El autor domina todos los recursos de la buena divulgación. Eugenio ya ha publicado varias obras, y con muy buena recepción por parte de los lectores (Su libro sobre Arquímedes ha sido traducido ya a varios idiomas). La primera parte, “Los renglones torcidos”, consta de 10 capítulos breves que pueden ser leídos de forma independiente: “… de la abstracción matemática a los comienzos de la física; del descubrimiento de los elementos a las uniones entre átomos; de los cimientos de la vida al devenir de algunas enfermedades; hasta llegar al surgimiento de la electrónica y la computación.”
Cada capítulo se abre con unas líneas que resumen el contenido, y luego comienza contando algo ajeno a la ciencia, una anécdota histórica o literaria, una canción, la descripción de una foto… Después de haber explicado el asunto científico (los átomos, la electricidad, los elementos…), vuelve a enlazar con ese primer comentario o anécdota. Este esquema facilita la lectura del libro y deja libertad a la hora de seguir un orden. Queda muy claro que dar cera y pulir cera termina dando sus resultados… Dedicar esfuerzos a la ciencia básica, o a adquirir buena competencia matemática, trae sus recompensas a largo plazo, tanto teóricas como tecnológicas. Los 3 capítulos de la segunda parte, “Enderezando los renglones”, se dedican a explicar cómo funcionan las tomografías de emisión de positrones. Para comprender el funcionamiento del PET, el autor remite cuando es necesario al contenido de la primera parte de la obra. Por supuesto, el libro se cierra con un capítulo en el que todas las piezas encajan. Si queremos tener una idea de lo que es el PET, hay que comprender qué es la antimateria, pero además es fundamental saber que los avances tecnológicos dependen de la cooperación de miles de investigadores.
Fantasmas de la ciencia española (Marcial Pons, 2020), de Juan Pimentel. “Este es un libro escrito por un historiador de la ciencia fascinado por las imágenes”, dice el autor en las primeras líneas. No estamos ante un manual de historia de la ciencia española, sino ante una “colección de episodios y estampas, unidos por su carácter espectral: por la naturaleza fantasmal de las prácticas científicas en el seno de la cultura española, así como por la propia naturaleza fantasmal de las imágenes”. Se trata de acercarse a la historia de nuestra ciencia a través de sus huellas, las imágenes y los textos. Detrás de esas imágenes que hoy se le aparecen al historiador permanecen a veces ocultas diversas prácticas científicas. Mapas, planos, láminas o cuadros son el testimonio de exploraciones, cartografías, clasificaciones, disecciones…
“Nuestros fantasmas nos acosan porque esperan algo de nosotros, algún tipo de restitución o duelo.” Claro que ha habido ciencia en España, lo que ocurre, sostiene el autor, es que está infrarrepresentada, y no ha recibido el reconocimiento que merece. Los episodios son muy variados. El primero, por ejemplo, trata de Núñez de Balboa y el avistamiento del Mar del Sur, donde se hace hincapié en el papel del conocimiento indígena en la constitución de los saberes occidentales. El séptimo está dedicado a la artista Maruja Mallo y a la química Piedad de la Cierva. El libro nos acerca al médico Francisco Hernández, al naturalista Álvaro Mutis, a Santiago Ramón y Cajal… Las láminas y fotografías muestran mucho más de lo que parece. Nos obligan a pensar en las formas de investigar y en los sistemas de valores de cada época. Todo formato de registro es un intento de describir, una forma de apropiación. Con los mapas fijamos nuestras posesiones. Con las láminas sobre las especies queremos atrapar la naturaleza. Las imágenes reviven episodios de la ciencia española injustamente olvidados o sepultados bajo tópicos muy pesados.