Ilustración de Domingo Martínez |
La
declaración de Budapest es muy razonable. Parte de la estrecha relación entre
la ciencia, la tecnología y la sociedad. El conocimiento debe ser utilizado
para mejorar la vida de las personas, desde el punto de vista económico,
médico, social, cultural y político. Se reclama en ese texto un debate
democrático sobre la producción y aplicación del conocimiento. Y para que los
beneficios de los avances lleguen a todos, se exige una reflexión sobre los
grandes desequilibrios sociales existentes.
El
objetivo de este año es que la ciencia sea accesible a todos los ciudadanos. Es
decir, la investigación científica y los datos tienen que estar al alcance de
todos. Por lo tanto, habría que eliminar todas las brechas que convierten la
ciencia en un recinto cerrado. En el sistema educativo no podemos acabar con
todas ellas. No podemos modificar el proceso de elaboración de los Planes de
I+D+i, que podría ser más participativo. Tampoco podemos cambiar el sistema de
investigación, con la distribución de recursos económicos y méritos académicos…
En
lo que sí tenemos cierta responsabilidad, junto con los medios de comunicación,
es en promover las vocaciones investigadoras y ofrecer una adecuada formación
básica. Las tareas de divulgación son esenciales para despertar la admiración y
el deseo de saber. Aquí es crucial qué imagen de la actividad científica
transmitimos a los jóvenes. Porque a veces da la sensación de que hay un
escalón insalvable entre los expertos y el resto de la población. Como si
habitaran en otro mundo. Manejamos estereotipos que circulan en los libros de
texto, en el cine y en los medios de comunicación. Son clichés que no nos
muestran cómo es el verdadero trabajo de un investigador.
Hay
varios mitos y prejuicios acerca de cómo funciona la ciencia que convendría
repensar. En primer lugar, deberíamos cambiar el singular por el plural, y
hablar de prácticas científicas. No hay un método único para todas las ciencias.
Hay muchas formas de investigar. En segundo lugar, la verdad, la coherencia y
la utilidad son muy importantes, pero hay otros valores que impregnan la
actividad de los científicos, como los estéticos y éticos. Las ciencias son
actividades humanas, condicionadas por intereses, por el contexto social y
cultural. Nadie se libra completamente de los sesgos cognitivos. En tercer
lugar, la investigación no es un hecho solitario, de un genio aislado y con
capacidades sobrehumanas. El trabajo científico es colectivo, funciona en
equipos, en redes. En cuarto lugar, la política científica no corresponde solo
a los expertos. Todos los ciudadanos podemos participar y decidir en qué se
debe investigar… En el fondo, todos estos mitos han contribuido a deshumanizar
la labor de los científicos.
Hay
dos libros que pueden ayudarnos a reflexionar sobre esa imagen distorsionada. “La manzana de Newton y otros mitos acerca de
la ciencia”, editado por Biblioteca Buridán, es una obra colectiva en la
que diferentes especialistas analizan 27 mitos. Hay mitos de la historia de la
ciencia sobre temas concretos que todavía aparecen en algunos manuales.
Patricia Fara, por ejemplo, habla de uno muy conocido: “Que la manzana cayó de
verdad y que Newton inventó la Ley de la Gravedad, eliminando con ello a Dios
del Cosmos.” También hay mitos de cuestiones generales. Michael D. Gordin aborda
otro muy extendido: “Que hay una clara línea de demarcación entre la ciencia y
la pseudociencia”.
“Perdidos en las matemáticas. Cómo la belleza
confunde a los físicos” es de Sabine Hossenfelder, publicado por Ariel. La
autora es una física dedicada a la gravedad cuántica. Conversa con varios
físicos actuales para hablar sobre qué papel representan criterios como la
belleza, la simplicidad, la naturalidad y la elegancia a la hora de aceptar
teorías en física de partículas. Reflexiona sobre los sesgos que influyen en
los investigadores, el papel de los experimentos y de las matemáticas, la
estructura de las comunidades científicas,
los intereses, las dinámicas internas…
https://www.diariodejerez.es/jerez/educacion-mitos-ciencia-abierta_0_1411059411.html